Nueva inquilina

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新しい家
──❀•❀──

Su madre lo esperaba en casa con los brazos cruzados.

- ¿Por que no me contaste nada de esto?

- No era de tu incumbencia vieja. -Espetó.

- Katsuki... estoy orgullosa de ti. -La palabras le tomaron desprevenido.- Ha sido muy bonito de tu parte encargarte de la chica. -La mujer abrazó a Bakugo y le acarició el pelo.- La niña puede quedarse y si encuentran a su hermanita también. -Katsuki alzó la vista, su expresión no lo mostraba pero estaba contento.- Siempre he querido tener alguna hija. -Se llevó las manos a las mejillas. Su padre apareció con una sonrisa.

- Lo has hecho muy bien hijo. Ahora tenéis que darlo todo en el festival.- El hombre trató de poner algo de carácter en su voz, cosa que no logró muy bien. Katsuki estuvo entrenando hasta altas horas de la noche. Al día siguiente sobre las 6, traída en un coche negro y acompañada de Aizawa llegó Olympia con su carterita azul entre las manos y jugando con el cierre de esta.

- Buenas tardes... -Con las mejillas coloradas Olympia hizo una exagerada reverencia.

- Buenas tardes. -Recitaron ambos padres.

- Buenos tardes, me llamo Aizawa Shota. -Se presentó el azabache vendado por completo.-¿Les importaría que habláramos?

- Claro, -La madre miró a Katsuki y luego sonrió a la albina. -Llévala a tu cuarto.- Pidió la mujer. Mientras subían Katsuki la miraba de reojo. Subía mirándose los dedos o jugaba con su vestido sencillo completamente blanco, sin rastro de esas horribles manchas de sangre. Era increíble lo blanca que era, parecía una muñeca y es que era sumamente delgada.

- Siéntate donde sea. -Olympia asintió y optó por sentarse en la cama de este.

Como siempre hizo el pequeño ritual que hacía con su vestido, pegarlo a los muslos, dejarse caer y dejar que el el vestido volara un poco. Katsuki nunca pensó que una prenda tan simple lo podría dejar atontado. Ni siquiera enseñaba nada, solo las largas piernas de la chica, solo consistía en un trozo de tela, es más empezaba a pensar que era un camisón. No tenía ningún tipo de decoración, liso y de color claro.

Ella resaltaba entre las telas negras de su edredón, Katsuki pensó y... oh, era la primera vez que una chica, descartando a su madre, entraba a su habitación. La pequeña miraba con detalle la habitación del chico. Un póster de All Migth, un escritorio de madera con varios cuadernos y bolígrafos, un portátil encima de este, apoyó los pies en el suelo con cuidado, bajó la mirada al notar una sensación aterciopelada. Una alfombra. Los pies descalzos de Olympia tocaban la superficie de esta, Olympia casi nunca llevaba zapatos, le resultaban demasiado incómodos y por esto las planta de sus pies estaban algo desarrolladas al tacto.

- Que suave... -Sonrió.- Tu habitación es muy bonita.

Katsuki asintió desconcertado. Luego cayó en la cuenta de que no había ninguna habitación libre para ella. ¿Donde se quedaría? Antes de empezar ha hacer hipótesis Olympia lo llamó.-Katsuki... ¿Sabes tocarla? -Señaló una guitarra eléctrica apoyada en una de las paredes.

- Si, era de mi padre.

Los ojos de Olympia se abrieron un poco.- ¿podrías tocarla?

- ¿Ahora? -La albina asintió.- A mi vieja le molestará que empiece a hacer ruido. Mejor otro día. -Ella asintió repetidas veces entusiasmada y suspiró.

- Estoy bastante nerviosa...

Katsuki se sentó en la cama, algo alejado de ella.- La vieja estaba contenta ya que venías. Siempre a querido tener una hija. -Le revolvió un poco el pelo acercándose a ella.

Olympia ❝ Katsuki Bakugo x OC❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora