Capítulo 4

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Rick entra entusiasmado y nervioso a la que va a ser su editorial durante un tiempo, al menos hasta que consiga publicar su primera novela; una joven rubia le espera en recepción.

-Tú debes de ser Richard Rogers, voy a ser tu guía durante esta semana, me llamo Gina.

- Es un placer Gina.- ambos se estrechan las manos, un simple gesto de cordialidad que a la chica rubia de ojos azules le provoca un escalofrío por todo el cuerpo.

- Richard, ¿cuántos años tienes?- Ambos comienzan a caminar por los pasillos del gran edificio situado en el centro de la ciudad, a Rick le pilla bastante lejos de casa pero es una oportunidad única.- Tengo 21 años, ¿es un problema?

- Para nada, pero creo que eres el más joven de la editorial, ¿por qué elegiste esta editorial?

- He escrito una novela y me gustaría que le echaran un vistazo, creo que debería de compartirla con el resto de los neoyorkinos.- responde él seguro de sí mismo, a Gina le sorprende cómo un chico tan joven tiene tanta confianza.

- Pues si quieres se lo paso a los de arriba, entre tú y yo, tengo contactos.

- Seguro que sí.- responde él con una sonrisa, Gina suelta una pequeña risa, le ha gustado ese chico, tanto físicamente como su personalidad; ¿estará soltero?

- Bueno pues creo que ya lo has visto todo, esta es tu mesa.- Gina le muestra un escritorio con cajones, un sillón bastante cómodo y un ordenador de última generación.- disfruta cada minuto Richard, avísame si necesitas algo.

- Muchas gracias Gina.- la mujer se marcha para continuar con el trabajo, Rick observa las demás mesas, las personas trabajan sin detenerse, algunos charlan con un café en la mano otros aprovechan para fumarse un cigarro.

- ¿Diga?- Martha no ha reconocido el número.- Madre, soy yo.

- ¡Ricky! ¡¿Estás trabajando ya?!

- Pues voy a empezar con unos papeles que han aparecido misteriosamente en mi mesa, llegaré algo tarde para la cena.

- No te preocupes, tú diviértete y haz caso a los jefes.

- Te quiero.- Rick cuelga el teléfono, saca la servilleta de su cartera y marca los números, espera mientras escucha varios pitidos; cuando ya va perder la esperanza alguien descuelga el móvil.

- ¿Quién es?- Rick traga saliva, escuchar sólo su voz ya consigue que pierda los nervios y le tiemblen las manos.- Espero que esto no sea una broma, no tiene gracia.

- Kate, soy…soy Richard.

- ¡Richard! ¿Desde dónde llamas? Ese prefijo pertenece a un edificio del centro.

- ¿Cómo sabes eso?

- Si te lo digo tendré que matarte, ¿cómo estás?- El cuerpo del chico se relaja al escuchar la risa a través del teléfono, es igual de dulce.

- Muy bien, oye, ¿hoy puedes quedar para ese café?

- Pues…- Rick cruza los dedos, Kate busca en su móvil.- ¡estás de suerte! Hoy no tengo nada que hacer, ¿dónde quedamos?

- ¿Qué te parece en Tribecca? Hay una cafetería muy buena.

- De acuerdo, ahora en serio, ¿desde dónde llamas?

- He empezado hoy a trabajar en la editorial que te comenté.

- ¡¿En serio?! ¡Me alegro mucho! Si quieres paso a recogerte, me pilla de camino.

- ¿No te importa?

- Para nada, será un placer, nos vemos.

- Adiós Kate.- Rick tiene ganas de saltar, de gritar, esa chica le vuelve loco; tiene que armarse de valor y pedirle que vaya con él a la fiesta de graduación, ¿le aceptará?

Horas más tarde…

-¿Ya te marchas?- Pregunta Gina al ver cómo el nuevo recoge sus cosas con algo de prisa.- he quedado con alguien, volveré mañana temprano.

- Tranquilo, ya sabes que tu horario es flexible los tres primeros meses.- la mujer acorta las distancias aprovechando que Rick le da la espalda, éste da un sobresalto al encontrarse con ella.

- Gracias de nuevo por todo, mañana traeré mi novela para que se la pases a los de arriba.

- Seguro que es muy buena.- y dicho esto el joven se marcha, Kate le espera en la puerta con los intermitentes puestos.

- Hola, ¿has esperado mucho?

- Nada que no se pueda arreglar con un buen café.- Rick le dedica una sonrisa de disculpa, Kate quita los intermitentes y acelera; el chico le va indicando la dirección, por suerte para ellos encuentran un buen aparcamiento.

- ¿El coche es nuevo?- Pregunta él mientras entran a la cafetería, las mesas están repletas de jóvenes, empresarios entran y salen para llevarse el café.

- Un regalo de graduación, creo que es algo exagerado pero mis padres son así.

- Te lo mereces, las notas son extraordinarias.- a Kate le da miedo preguntar, ¿habrá recibido él algo por sus calificaciones?

- ¿Qué van a tomar?- Los amigos se han sentado en una mesa algo alejada, la única que quedaba libre, una joven con el uniforme de la cafetería les espera para tomar nota.

- Yo quiero un café con leche.- responde Rick dedicándole una agradable sonrisa a la camarera, ésta se sonroja; Kate no es partidaria de lo que acaba de presenciar.- yo un café con leche desnatada y vainilla.

- Enseguida vuelvo con su pedido.- Kate no disimula su enfado por lo que acaba de ocurrir, no puede ser… ¿acaso está celosa?

- Kate, ¿estás bien?

- Sí, tranquilo. ¿Cómo ha ido tu primer día?

- Pues lleno de papeleo pero bien, ¿puedo confesarte algo?- Kate asiente olvidando por completo lo de la camarera.- creo que la chica que me ha guiado me ha tirado los tejos, ¿te lo puedes creer?

- ¡No! ¿Y cómo has podido darte cuenta?

- Porque casi me devora, menos mal que le he dicho que ya había quedado contigo. Es una chica muy simpática pero no es mi tipo.- ¿por qué le estará contando todo eso? Se pregunta Kate, ésta se ha llevado el dedo a un mechón de pelo y ahora le da vueltas.

- Oye Kate, yo he visto tu regalo de graduación pero tú el mío no, ¿quieres verlo?

- ¡Claro!- Rick abre su mochila y saca una cajita de terciopelo.- Ábrela.- Kate coge la caja con sumo cuidado, su rostro no cambia al ver lo que hay en el interior.

- ¿Es una pluma?

- De doscientos dólares, casi mato a mi madre pero dice que me la merezco.

- ¿Casi la matas? ¿Por qué?- Rick y Kate han charlado de varios temas pero él siempre evitaba cualquier tema que estuviese relacionado con su pasado o familia, no es que no esté orgulloso pero su vida es totalmente diferente a la de su amiga.

- Verás, mi madre y yo…vivimos el día a día, ella trabaja en un café teatro y trae el dinero que le dan todos los meses más propina si hay suerte. Esta pluma…no tiene precio.- entonces es cierto, piensa Kate, todo lo que dicen de él es verdad pero no quiere alejarse de él; todo lo contrario.

- Les traigo el pedido.- interrumpe la camarera pero esta vez no recibe una sonrisa, Rick no aparta la mirada de su acompañante que observa de otra forma la pluma.

- Rick, tengo que preguntarte una cosa.

- Yo también quería pedirte algo.

- Está bien, ¿a la de tres?- Él asiente, ambos cuentan con los dedos.- ¿Quieres venir a la fiesta conmigo?- Preguntan al unísono.

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora