Al día siguiente cuando me desperté ya no sabía que esperar, las sorpresas no cesaban en este tiempo, así que cuando abrí los ojos lo hice con la mayor lentitud, como si no quisiera que sucediera. Mi vista se paseó por la estancia, allí estaba todo en su lugar, normal como siempre.
Di un suspiro de alivio. Al final había acabado ese periodo de locura, es más me sentía realmente bien, lleno de energía. Entonces retiré las sabanas...
Sin embargo, algo extraño hizo que las sabanas se pegaran. No sospeche de nada malo hasta que al levantarlas con más fuerza se reveló una masa blanca y pegajosa que me cubría completamente. Era como una sustancia un poco sedosa que se metía por las sabanas, atrapándome. Me comencé a agitar y grité consternado. Luché por liberarme de las pegajosas hebras. ¿De dónde salían?
Me fijé en mis muñecas.
Rezumaba un fluido blanco nacarado de un cuarto de pulgada. Muy asustado empujé la piel junto a una de las ranuras y... una forma oscura del tamaño de una espina de rosa... emergió de debajo de la piel, disparando un chorro de seda líquida en mi cara.
Grité aún más asustado que antes.
-¡Peter! ¡¿Estás bien?! -llamó desesperada la tía May del otro lado de la puerta.
-Sí -respondí con nerviosismo, ni yo era capaz de tranquilizarme y debía tranquilizar a los demás-. Estoy bien, tía May. Yo estaba, eh, practicando, practicando para una obra de teatro de la escuela.
-Que bien, Peter, que te metas en otras ocupaciones, pero, por favor, no levantes demasiado la voz.
-Descuida, tía.
Respiré profundamente y logré quitarme las sedosas correas que me atrapaban a la cama. Eran bastante fuertes. ¿Qué estaba pasando? Pero, ¿realmente que me estaba pasando? Creo que estaba enloqueciendo. O era un Gregorio Samsa en una nueva versión juvenil de "La Metamorfosis".
Salí por la puerta trasera de mi casa, corriendo a toda velocidad. Corría a ninguna parte, tratando de huir de todo, sobre todo de mí mismo. De la transformación que me ocurría, y que no podía comprender. Era tanta la velocidad y el frenesí que le imprimí a mi carrera que no me percaté que el fluido pegajoso había estallado de mis muñecas en dirección a unos árboles que se hallaban frente a mí.
Mi alocada marcha se detuvo súbitamente y me vi columpiado en el aire siendo expelido por los aires frente a un camión de reparto que avanzaba a una considerable velocidad. El camión tocó la bocina estruendosamente opacando el aterrado grito que surgía de mi garganta.
De pronto estaba detenido en el aire a unos seis metros del suelo. Otra vez grité asustado (eso de gritar se estaba haciendo una fea constante). Me di cuenta que estaba pegado perfectamente a una pared de un edificio con las palmas de mis manos. Era un acto imposible de realizar..., de explicar... Me sentía como un gato atrapado en lo alto de un árbol, sin saber cómo bajar.
Un niño pasó en bicicleta.
-¡Oye! -le llamé lo más fuerte que pude- ¡Niño! ¡Llama al 911!
Él me miró con extrañeza.
-Es un truco de magia bastante tonto -y acto seguido se alejó sin importarle mi situación.
Quedaba a mi suerte, así que con suma cautela solté una mano de la pared. Y al hacerlo perdí soporte y mi otra mano se soltó, cayendo...
Tal vez fue que lo deseé así o tal vez fue mi instinto, lo cierto es que aterricé con magnifica gracia felina en pies y manos. Me puse de pie como si nada fuera de lo común hubiera sucedido.
¿Qué demonios estaba pasando? Mi cuerpo estaba cambiando. ¿Dónde estaría mañana? Probé la fuerza de mis brazos y piernas. Sentí una extraña energía pulsando a través de mis músculos.
Fue una de las tardes más extrañas y geniales de mi vida. Mi horror cambió a regocijo cuando descubrí mis nuevos "poderes". Fuerza y agilidad. Era capaz de hacer cosas que nunca soñé. Hasta noté que mi cuerpo flaco era más musculoso, más parecido al cuerpo de un hombre y no al de un débil muchacho.
Más allá de todo eso, tenía un poder inhumano en mis músculos. Logré levantar la parte trasera de un auto pequeño por su parachoques.
¿Estaba soñando?
Hasta encontré una posición de mis manos en la que me resultaba más cómodo usar las hileras. Mano doblada hacia atrás a 90 grados, dedo índice y meñique extendidos. El fluido salía a chorros de presión como un disparo de una pistola de agua, instantáneamente endureciéndose en una hebra más resistente que el nailon. Probé a romperlo..., nada. Era muy resistente. Tanto que hasta podía resistir mi peso.
En ese momento lo entendí al fin. Era la seda de una araña. Mis poderes, mis habilidades, eran producto de la picadura de la araña. De alguna manera, la araña del laboratorio me había transferido sus destrezas. Su poder. ¿Era yo acaso un Dios Araña o algo así?
No quise continuar con más reflexiones y pasé lo último de la tarde subiendo a la rama de un árbol y colgando. Balanceándome de un lado a otro. Gritando de emoción.
ESTÁS LEYENDO
SPIDERMAN DE JAMES CAMERON (CON TOM HOLLAND)
Action¿Cómo hubiera sido la película del héroe arácnido de James Cameron? En los 90 estuvo a punto de hacerse realidad una película de Spiderman dirigida por el director de Titanic con el aval de Stan Lee. En esta novelización del scriptment original tend...