Capítulo 11: La historia de Carlton Strand

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Crees que Trump es un tipo grande. Este tipo también lo era. Ahí estaba Carlton Strand, sentado como una araña grande en el centro de su red de poder.

Los ojos de Strand eran penetrantes, ardiendo con malévola inteligencia. Agitó una mano y los televisores se apagaron con todas las imágenes de Spiderman haciendo cabriolas. Un hombre entró en la habitación. Un hombre macizo, de mandíbula cuadrada y apariencia devastadora. Su nombre era Boyd. Strand le habló como quien habla a su perro fiel.

-Descubre todo lo que puedas sobre este Spiderman.

Boyd asiente y se retira. No preguntas, no detalles, no cuestionamientos. Solo obediencia.

Carlton nuevamente se arrellanó en su sillón. Dueño de todo lo que su mano podía alcanzar. Sin embargo, no siempre fue Carlton Strand. En un momento él era solo un punk a quien llamaban Carl. Un perdedor con dos ingresos a prisión y a punto de caer por tercera vez. Hace unos diez años que Strand había recibido su toque cósmico en el hombro...

DIEZ AÑOS ATRÁS

El viento soplaba la arena a través de un tramo desolado de la carretera. Era de noche y las nubes de tormenta ensombrecían aún más el cielo. Un coche avanzó por esa carretera como un cohete a altísima velocidad. Luces rojas y azules se cernían sobre las colinas. Era una carrera endiablada hacia ningún lugar.

Dentro del coche iba un Carlton más joven y... diferente. Ropa de mala calidad, barba de cuatro días y, principalmente, una mirada desesperada en sus ojos.

-Bobby, tranquilo amigo, pronto los perderemos. Viejo, tranquilo.

Le hablaba a alguien que estaba en el asiento trasero. En la voz de Carlton había nota de pánico que en vano trataba de disimular.

Y en el asiento trasero estaba el tal Bobby. Un hombre de unos veinticinco a treinta años, cabello rubio con corte estilo militar y con un balazo en el estómago. Estaba tan afectado por la huida que, aunque lo intentaba, no podía articular palabra alguna. El desierto rodaba frente a sus ojos fijos sin ser visto. Sabía que esos eran los momentos finales de su vida.

Entonces un coche patrulla apareció a toda marcha detrás del Mercury robado de Strand. Se acerca peligrosamente.

Strand desenfundó decidido y por la ventana abrió fuego contra los policías. Desde el patrullero le devolvieron los balazos y la carretera se volvió el escenario de un tiroteo a gran velocidad.

El coche de policías aceleró aún más y se estrelló contra la parte trasera del vehículo de Strand que saltó fuera del camino dando un vuelco en la arena. El coche policial, por su lado, patinó por la carretera hasta detenerse unos metros más adelante.

Strand se arrastró fuera del coche destrozado y corrió sin un rumbo fijo, alejándose del camino. Para empeorarlo todo en ese momento aparecieron más patrulleros rodando por la carretera. Únicamente llevaba su pistola en una mano y en la otra un puñado de dólares. ¿Bobby? Para que negarlo de formas ya estaba muerto desde que le habían dado. El robo terminó siendo una porquería.

Llegó a una valla y la subió con una habilidad que le otorgaba su desesperación. Cerca había una cabina con un letrero que decía: "Casa de Campo de Relámpagos". Un hombre surgió de la cabaña gritándole algo, pero a Strand le dio igual lo que dijera, continuó su carrera hacia lo profundo del desierto.

A una milla del lugar se encontró en un lugar extraño. Era un campo de torres de acero inoxidable, varillas rectas de unos cien pies de altura. Había cientos de ellos, en perfectas filas, que cubrían dos acres. Era una obra de arte conceptual, una escultura llamada "El campo de relámpagos". Carl no sabía esto. Y no le importaba una mierda. Se detuvo entre las torres, exhausto.

La policía llegó hasta la choza. Esta vez el hombre sí pudo dar su advertencia.

-¡Diablos! -exclamó alarmado- No pueden ir más lejos, las torres están diseñadas para atraer relámpagos y si cae uno. ¡Brindis!

Strand vio un relámpago atravesar la oscuridad del cielo turbulento. Se agazapó detrás de una torre, jadeando, empuñando su pistola. Está cansado, solo necesita una breve pausa. Ignorante de que se encontraba dentro de una trampa mortal. La noche era completa ahora, una noche salvaje aullante llena con la furia de una tormenta del desierto. El trueno recorrió las colinas.

De repente, golpeó el campo de relámpagos. Como estaba diseñado para tomar la energía del rayo lo distribuyó de torre en torre hasta que todo resplandeció con arcos eléctricos cegadores en una enorme matriz rectangular. Atrapado en el centro de ella Strand fue crucificado por rayos de todas direcciones. Estaba en un vórtice de campos eléctricos nunca antes experimentado por un ser humano. Suspendido en el aire con el poder de la carga. Su cuerpo se contorsionó horriblemente. El dinero cayó de sus manos, encendiéndose hasta achicharrarse por completo.

Los policías miraron la hermosa y aterradora exhibición. Strand cayó al suelo, humeante e inmóvil. Los policías, mirando a través de binoculares, sabían que se había acabado. Empezaba a llover, oscureciendo su visión. Uno de ellos sacó un termo de café del coche, le convidó a su compañero y se acomodaron a esperar la mañana.

El cadáver de Strand (o lo que consideraban un cadáver), increíblemente, se movió. Luego se sentó aturdido y desorientado.

SIGUIENTE:¡EL PODER DE ELECTRO!

SPIDERMAN DE JAMES CAMERON (CON TOM HOLLAND)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora