Julian.
Observo el pálido rostro que se encuentra en la camilla frente a mí cubierto por blancas sábanas. Alzo mi mano para retirar la tela que aun cubre parte del mismo, sin embargo, dudo en el último instante, parece mentira que hace apenas dos días la viese tan sonriente y feliz. De saber que las cosas terminarían de esta manera no hubiese vuelto al cuartel esta semana, habría permanecido a su lado disfrutando cada una de los segundos que nos quedaban juntos. Le habría dicho cuanto la quiero y lo oscura que será mi vida sin ella, lo mucho que la necesito y la amo; habría admitido los profundos planes futuros que poseía para nosotros, toda la vida que he planeado…
Y ahora no puedo decir nada…
Finalmente, logro armarme de valor y retirar la blanca tela para contemplar el rostro de mi difunta esposa. Puedo ver algunos moretones dibujando su piel debido al accidente automovilístico, el resto de las heridas permanecen ocultas a lo largo de su cuerpo. Por lo que me cuentan los médicos no fue una muerte dolorosa. Carla falleció en el mismo instante en que su auto impacto contra un camión donde el conductor venía borracho; por lo visto el hombre murió también al instante y ni siquiera puedo descargar mi enojo en su irresponsabilidad.
Pero el mayor problema es otro.
¿Cómo se supone que les cuente a mis dos pequeñas que su mami no regresará a casa?
Un horrible nudo de emociones se forma en mi garganta y escucho un sollozo escapar de mis labios al pensar en mis hijas. Mis piernas tiemblan y debo agarrarme a la camilla para no caer al suelo. He estado en la marina muchos años, pero ni siquiera los más duros entrenamientos nos preparan para el dolor de perder un ser querido; no me preparan para el hecho de despertar todos los días solo en mi cama con el duro dolor de que no volveré a ver la sonrisa de la mujer que prometí amar y proteger.
Siento las lágrimas deslizándose por mi rostro a la par que paseo mi temblorosa mano por los dorados cabellos de Carla para luego agacharme hasta posar mis labios sobre mi frente. Los sollozos se intensifican a medida que mis mejillas se llenan de la humedad de las lágrimas que caen.
—Lo siento. —El lamento ruge en mi voz, ni siquiera una bala en mi piel ha dolido tanto como ahora—. Te fallé cariño, lo siento.
Agarro su pálida y fría mano entre las mías, es increíble como en un solo instante la vida puede dar un giro de ciento ochenta grados mientras nos arranca la felicidad de nuestras manos y no nos da la opción de mantenerla. Sin dudarlo ni un solo instante cambiaría mi vida por la de Carla ahora mismo, elegiría estar yo en esta camilla de morgue y que fuese ella la que se hallara sana y salva con nuestras hijas.
Ni siquiera puedo permitirme sufrir ahora, debo ser fuerte; ya Amelia y Samanta han perdido a su mamá, no voy a dejar que también pierdan a su padre en vida. Solo por ellas voy a seguir adelante, me entregaré a ambas en cuerpo y alma hasta que este recuerdo se sienta como algo indoloro y solo se mantenga como una lejana pesadilla.
—Te prometo que voy a cuidarlas —susurro por segunda vez—. Nada me alejará de mis niñas, lo juro; mi alma solo será de ustedes y, desde donde quiera que estés, lograré que te sientas orgullosa de ellas.
Suelto su helada mano y poco a poco me retiro de la camilla mientras los médicos forenses vuelven a cubrir el cuerpo de mi difunta esposa con el blanco manto, esa tela es la prueba viviente de que no volveré a tenerla a mi lado, será la pesadilla que veré cada noche en mis sueños.
Seco mis lágrimas y comienzo a caminar hacia la salida; es hora de regresar a casa junto a Samanta y Amelia, es hora de contarle a mis niñas que su mami no volverá y, aunque debo mostrarme sereno por el bien de ellas, cada palabra me robará un fragmento de mi propia existencia.
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¡Papá Necesita Niñero! [BL]
RomanceEl amor podría llevarlos a la perdición, pero cuando la pasión nace, simplemente no pueden negar el latido de sus corazones.