Extra

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Noah.

5 meses después.

Disfruto de la puesta de sol a través de la ventana de mi habitación de hotel, los hermosos colores rojizos de la enorme estrella de fuego se mezclan con el azul del mar dando la sensación de que un camino de fuego se expande sobre las cristalinas aguas mientras que, algunas zonas del cielo, comienzan a mostrar una hermosa tonalidad morada dando paso a un sinfín de estrellas. Ante tan hermosa visión no puedo evitar sonreír al recordar la manera en que he terminado aquí y, al mismo tiempo, acaricio la fina alianza dorada que se encuentra en el dedo anular de mi mano derecha.

Un leve regocijo me invade al darme cuenta, por centésima vez en el día, de que estoy casado con Julian. Las lágrimas de felicidad invaden mi rostro ante la plena sensación de satisfacción.

Hace cinco meses Julian me pidió matrimonio en la boda de nuestros mejores amigos y juro que mi sorpresa fue tal que casi me desmayo. Por lo visto todos conocían las intenciones del ex marine menos yo. Luego de mucho meditar decidimos que no queríamos una enorme boda ni nada por el estilo. Al contrario, nuestra boda fue bastante reservada solo con los familiares y amigos cercanos, a penas firmamos los papeles hace dos días tuvimos una pequeña cena en nuestra casa y de ahí viajamos a la luna de miel. Aunque renunciamos a la enorme boda no pudimos resistirnos a una exquisita luna de miel en Hawái solo para nosotros.

Quisimos traer a Amelia y a Samanta y que disfrutasen también; no obstante, mi abuela y nuestros amigos se negaron a dejarnos. Cada uno de ellos pensaban que Julian y yo necesitábamos la intimidad de la luna de miel solo para nosotros; ya luego tendríamos tiempo de sobra para vacaciones familiares y compartir tiempo con las niñas. Aunque al inicio nos negamos rápidamente aceptamos la idea, sabíamos que las pequeñas estarían bien con mi abuela unos días y a mí también me agradaría darle a Julian una pequeña sorpresa que Alexander me había ayudado a planear.

Incluso estaba a punto de hacerlo ahora, solo debo de esperar a que mi marido salga de la ducha.

«Marido». No puedo evitar estremecerme ante lo bien que se siente la palabra y lo que esta significa.

Unos toques golpean a la puerta de la habitación y voy corriendo a abrir antes de que Julian salga del baño. Había pedido a la recepción un poco de champán con fresas para acompañar mi regalo y debo de contener mi sonrisa cuando el camarero me mira sorprendido debido a mis pintas, sin embargo, el hombre tiene la decencia de no comentar sobre ello.

—¿Quién era? —Escucho que Julian pregunta desde el baño una vez que el otro joven se ha marchado.

—Servicio a la habitación —respondo con una pícara sonrisa.

—¿Y pedimos algo?

—Yo lo hice.

Me siento sobre la mesa de la habitación cuando noto que Julian comienza a salir del baño. Se está secando el cabello así que aún no me observa, no obstante, en cuanto deja caer la toalla sus ojos se posan en mi figura y puedo ver la mezcla de sorpresa, emoción y hambre en ellos. Vuelvo a reír al darme cuenta de que he logrado mi objetivo. Sé la debilidad que posee mi hombre por mis lentes, así que para celebrar nuestra luna de miel había preparado un pequeño conjunto para él.

Además de unos lentes redondos que enmarcan mi rostro tengo puesto un pantalón de vestir negro y una camisa de mangas blancas, sin embargo, esta última se halla abierta por completo rebelando la blanca piel de mi pecho solo contrastando con una corbata negra alrededor de mi cuello.

Tomo una de las fresas y la llevo a mis labios con sensualidad mientras que Julian se acerca a mi cuerpo y puedo ver la protuberancia que comienza a formarse bajo la toalla que rodea su cintura.

—¿Mi gatito se ha puesto así para mí? —Noto como la comisura de sus labios se curva en una pequeña sonrisa.

Julian se apoya sobre la mesa en la que me encuentro con sus manos a ambos lados de mi cuerpo por lo que envuelvo mis piernas a su alrededor.

—Este gatito quiere darle un regalo a su Daddy—enfatizo la última palabra provocando que los ojos de Julian se cristalicen por la lujuria, nunca le había llamado de esta manera, sin embargo, Alexander me aconsejó que lo hiciese y crease una atmósfera especial para ambos—. ¿Daddy me va a dejar?

Finjo un puchero y noto como la manzana de Adam de Julian sube y baja por el deseo.

Julian me carga y me arroja sobre la cama de nuestra habitación provocando que ambos estallemos en risas. Intento quitarme los anteojos, pero la mano de mi pareja me lo impide.

—Déjalos puestos, me encantan como te quedan. Complace a Daddy.

Entrelazo mis dedos con los mechones de cabello de Julian mientras alzo mi rostro para besarle. La pasión brota de ambos y también las ansias por explorarnos mutuamente. Hace mucho que Julian ha dejado de ser ese hombre cargado de inseguridades, se ha vuelto una persona que sabe lo que quiere y no duda en tomarlo…y esa persona soy yo. Julian desata con suavidad mi corbata, sin embargo, en vez de arrojarla a un lado sube mis manos hasta la cabecera de la cama para atarme con la cinta.

Mientras el calor de la estancia aumenta sus labios descienden a por mi cuerpo volviendo el momento en extremo pasional.

—Eres mío gatito, ahora no te dejaré nunca.

—No planeaba que lo hicieras Julian, solo tuyo y de nadie más.

Sonrío mientras el hombre vuelve a besarme. No importa lo mucho que nuestras vidas se compliquen o lo difícil de las situaciones, no miento; mientras tenga a Julian conmigo más nada puede importar.

Esta es la primera noche de nuestras vidas compartiendo apellidos; sin embargo, desde hace mucho compartíamos alma. Sí, hemos pasado por cosas tristes, pero eso solo nos ha hecho aprender a apreciar este amor que nos tenemos. Julian me llena de pasión, se entrega en cuerpo y alma mientras nos lleva a ambos al éxtasis a lo largo de toda la noche. Julian me marca y me reclama provocando que me derrita con cada uno de sus besos y caricias. Al final de la noche ambos estamos enredados entre sábanas, con nuestros dedos entrelazados y una de las manos de Julian dibujando círculos imaginarios en mi desnuda espalda.

—Eres de las mejores cosas que me ha pasado en la vida gatito.

—¿Eso significa que conservo mi trabajo como niñero cariño? —bromeo con malicia.

—Sí gatito, solo que este contrato será para toda la vida; las niñas, tú y yo.

—¿Me lo prometes?

Julian alza mi mentón y me besa.

—Tú le diste una nueva oportunidad a mi vida Noah y en cambio, en cambio yo te prometo la eternidad mi gatito. Soy tuyo, para toda la vida.

Y sin tener que decirlo, Julian también sabe que le pertenezco; no solo nos demostramos una nueva vida el uno al otro, sino que día a día nos complementamos y aprendemos a vivirla, los dos como uno solo, como una familia.

¡Papá Necesita Niñero! [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora