Un hombre fascinante

373 27 17
                                    

Al salir de la financiera, Mauricio me llevó hasta la pensión para que pudiera cambiarme de ropa. A pesar de encontrarme muy nerviosa, trataba de no predisponerme a ninguna situación.

Elegí una falda negra con el largo necesario para verme formal y una camisa color verde jade muy conservadora con unos zapatos de tacón bajo. De alguna forma, me interesaba causar buena impresión.

Antes de llegar a su casa, quise cerciorarme sobre cuántas personas asistirían a la cena, me aseguró que nos reuniríamos con su mamá y su hermana, su intención era hacer algo muy íntimo y esa idea me relajó un poco.

Al llegar, quiso saber si estaba lista, inhalé con fuerza dedicándole una sonrisa a manera de respuesta. Abrió la puerta del coche tras lo cual descendí entre pausas, esperaba que no tuviera que arrastrarme hasta el portón para hacerme entrar. Me hizo esperar en la sala mientras le avisaba a su mamá que habíamos llegado.

La casa estaba decorada con muy buen gusto, y todo permanecía en perfecto orden, me parecía un lugar grande para ser habitado por tres personas, el ambiente que se percibía me resultó muy acogedor.

Mauricio llegó hasta donde me encontraba con una extensa sonrisa llevando de la mano a su mamá. Cuando se hicieron las presentaciones necesarias ella me pidió que me sentara a su lado.

Ángela, como me indicó que la llamara, era una mujer guapa y femenina con una absoluta armonía entre elegante y moderna, tendría poco más de cincuenta años, casi de inmediato me sentí cómoda en compañía de ella, me inspiró absoluta confianza y logró hacer que me sintiera a gusto.

Disculpó a su hija por no estar presente explicándome que estudiaba idiomas, al parecer su retraso se debía a que la última clase se había extendido más de la cuenta.

Platicamos en un ambiente relajado, como si lleváramos mucho tiempo conociéndonos, Ángela era el pilar de esa

familia, tenía una empleada de servicio que la ayudaba a llevar la casa, pero ella siempre estaba pendiente de cualquier detalle, incluyendo la cena de esa noche que había preparado ella misma, según me hizo saber.

Era una familia moderna, aunque muy conservadora y religiosa, por supuesto. Mauricio nos observaba complacido sin intervenir en nuestra plática. Ángela se disculpó un instante para dar los últimos toques en la cocina y él se sentó junto a mí mostrándose satisfecho con los resultados.

-Joss, te aseguro que le has encantado a mi mamá. Sin duda, se llevarán muy bien.

-Ángela es una mujer fantástica, en verdad adorable.

-Es muy significativo para mí la impresión que has causado en ella, es la figura más importante en mi vida, y me encanta saber que a ti también te ha agradado.

-No podría ser de otra forma, es una mujer excepcional.

Como un torbellino entró Lis, la hermana menor de Mauricio, a sus 18 años resultaba todo un espectáculo verla en acción, hablaba con celeridad mostrándose desenfadada. Al escucharla entrar, Mauricio se encontró con ella sobre el pasillo.

-Hermanito, no sabes, fue todo un triunfo llegar hasta aquí, ¿dónde está Jocelyn? Muero por conocer a la maravillosa mujer que robó tu corazón -dijo estampándole un beso en la mejilla.

Llegó hasta la sala donde la esperaba de pie, y exclamó con gran entusiasmo.

-¡Qué gusto tenerte aquí! Mauricio ha hablado maravillas de ti, -dijo tomándome las manos- te has quedado corto, en verdad es linda mi cuñada.

-Yo también tenía ganas de conocerlas -fingí ante la mirada delatora de Mauricio- son una familia encantadora.

No hacía falta estar demasiado tiempo a su lado para darse cuenta que Lis era una niña alegre y divertida. Con los gritos que pegaba en la sala, hizo que su mamá advirtiera su llegada y la saludó desde la cocina.

El hombre del parque (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora