Enfrentamiento

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Cuando más dispuesta estaba a enfrentar una separación con Sebastián, una incontenible ansiedad se arraigó en mi sacándome de balance, sentía una gran tentación de marcarle, no era como si estuviera buscándolo, lo veía como una atención por el detalle que había tenido conmigo.

Me hice consciente que no eran más que excusas para acercarme a él, estaba segura de eso, y las ganas de sentirlo cerca se hicieron inmensas. Me levanté del escritorio tratando de encontrar alguna distracción, necesitaba pensar en otra cosa para no correr rumbo a su oficina.

Esa tarde, no tuve ganas de hacerme acompañar por Mauricio ya que estaba segura que no hubiera tolerado su cercanía así que abandoné diez minutos antes el privado, de cualquier modo, nadie a excepción de Lucy notaria mi ausencia, Nora jamás salía de su despacho y era la manera perfecta de evitar a mi novio, necesitaba estar sola para liberarme de la presión mental que me asfixiaba.

Me dirigí hasta el parque y en mi banca, traté de relajarme poniendo en orden mis sentimientos y pensamientos, era preciso que me liberara de la tremenda influencia que ejercía Sebastián sobre mí, me debatía ante la idea de aceptar de una vez por todas formalizar mi relación con Mauricio o dar por terminado nuestro noviazgo.

Siempre se había portado de manera excelente conmigo, y si no estaba en mis planes casarme en un futuro con él, lo más honesto que podía hacer, era decírselo.

Días después, mientras revisaba con Lucy las estadísticas, la puerta del privado se abrió al momento que entraba un mensajero con un hermoso arreglo floral, al mencionar que era un presente para mí, me ardió la cara adivinando quién las enviaba antes de leer la tarjeta que las acompañaba.

Para mi satisfacción, comprobé que era un regalo más de Sebastián.

En ese momento comprendí que seguiría insistiendo hasta conseguir cualquier reacción de mi parte ante sus detalles, y supe también, que era inminente que pronto, entrara en contacto con él, por el momento, decidía seguir guardando silencio, sin embargo, no sabía cuánto tiempo más podría controlarme.

Al salir de la financiera me dirigí hacia el estudio de Joaquín, le pedí a Mauricio que me dejara sola esa tarde, seguía con una extraña sensación de rechazo hacia él y prefería que no nos encontráramos para evitar cualquier tipo de conflicto, por supuesto no estuvo contento con mi decisión, no obstante, también sabía que no tenía otra opción.

Ese día había preparado algunos de los pinceles que me había regalado Sebastián, estaba segura que debido a la eficacia de los materiales, lograría crear un trabajo de excelente calidad, permanecí de pie ante el caballete sin que la inspiración llegara a mí, cerraba los ojos por momentos a la vez que inhalaba despacio, no lograba obtener inspiración.

—Se puede saber ¿qué te pasa ahora, Jocelyn?

—Nada —dije de mala gana— no estoy inspirada.

—¡Concéntrate!, libera las presiones y trata de inspirarte.

—Lo dices como si fuera sencillo —dije soltando el pincel.

—Debería serlo, eres una mujer muy sensible, y es evidente que todo lo que sucede a tu alrededor, de cierta forma, afecta tu creatividad.

—Lo sé, no hay manera que logre concentrarme, creo que no fue buena idea venir el día de hoy.

—Puedo saber ¿qué sucede?

—Tengo mil cosas en la cabeza.

—Se trata de Sebastián, ¿cierto?

—Así es —acepté resignada— no logro sacarlo de mi mente.

—Deberías, presiento que estás a punto de inmiscuirte en una situación de la que no saldrás bien librada.

El hombre del parque (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora