Después de mudarse a Valdivia (Chile) por el trabajo de su madre, Mateo Ortega se tiene que acostumbrar con la nueva universidad y sus nuevos amigos, todo cambio cuando conoció a Amaris, la chica fría y misteriosa de la universidad.
Mi mellizo es como la mierda, nota para el futuro.
-Entiendeme, no puedo ir- me dice.
Estamos en videollamada.
-Ya intente decir que estarías días fuera pero no me dejaron, estoy con exámenes toda la semana y...- cortó y tiró el móvil contra la pared.
Roxana está en clases, Lucas creo que salió del país y mi padre con su nueva familia no son una alternativa.
Veo el reloj y cuento los segundos antes de que.
-¿Cómo está mi paciente favorita?- Dice, la doctora Alba entrando con los demás doctores.
Ya no tengo los alambres así que puedo hablar.
La enfermera entra con el desayuno pero ni siquiera lo veo.
-Debe comer...-me dice.
La miro con cara de pocos amigos y tiró la bandeja al suelo.
¿Por qué caragos no me morí en ese estúpido accidente?
-Déjenme sola- digo, dándoles la espalda.
La doctora Alba da la vuelta a la camilla para quedar al frente mío.
-Detrás de un "Déjenme sola" existe un "No lo hagas"- dice con el ceño fruncido -Traele otro desayuno Laura- le dice a la enfermera -Escucha, se que Naim aún no ha podido viajar pero si fuera por él ya estaría acá.
-Y si fuera por mí no estaría con vida- respondo.
Ella suspira.
-Se que te sientes mal pero...
-Mi madre no tuvo que haber muerto, tuve que haberme ido yo y ella...
-¡Amaris por amor a Dios! ¡Basta!- exclama -¡Tu madre hizo lo que cualquier madre haría por sus hijos! ¡No es tu culpa!
Me quita la sábana de encima y una de las doctoras me revisa la pierna.
-Ya puede caminar- dice.
Mierda.
-Necesita hacerse un último examen- dice el neurólogo.
-Bien- dice Alba -Iras caminando- manda.
-¿Qué?- le pregunto, con el ceño fruncido.
-Eso, irás caminando- espeta -Ya me canse de que siempre estés tirada en esa cama, te vas a levantar y no voy a escuchar ninguna queja tuya ¡Que te quede claro! Y si vuelves a estar insoportable, yo me pondré así y te mandaré al psiquiatra- dice, enojada -Levántate de esa cama de una vez por todas.
No sé porque aun es mi doctora si del corazón ya me cure hace mucho.
Veinte minutos después, estoy intentando caminar con un burrito pero me cuesta demasiado.
-Vamos que puedes- me alienta.
-Fácil decirlo, difícil hacerlo.
Por fin llegamos a la sala y me acuesta en la camilla. Ella me revisa el pulso y yo ruedo los ojos.
-Hace mucho que estoy bien de la costilla ¿por qué sigues siendo mi doctora?
Ella solo sonríe.
-Ya lo sabrás.
Dos horas después.
Alba me lleva a no sé donde en una silla de ruedas, le he preguntado que a donde vamos pero no me responde. La he insultado pero me sigue ignorando. Llegamos a una sala donde hay demasiados bebés.
-Mira- me dice -Ellos luchan por vivir y ni siquiera saben dónde están.
Se ven adorables. Pequeñas criaturas que no saben que traicionero puede ser este mundo.
-Uno de ellos va a ser médico. Otro va a ser profesor. Otro va a ser amante de la música y así va. Todos estamos acá por algo.
-Siempre me dices eso- le digo.
-Es para que te quede claro, que las cosas pasan por algo.
No quiero nada, ahora si que me siento sin fuerzas. Ahora si que no me queda nada.
-¿Cuál es tu sueño Amaris?
Lo dudo un momento.
-Quiero estudiar derecho pero mi padre no sé va a poner como apoderado.
-¿Cuál universidad te gusta?- pregunta.
-La Santo Tómas- respondo.
Ella asiente.
-Veamos cómo es eso.
-¿Qué?- pregunto confundida.
-Veamos si puedo ser tu apoderada.
>>¿Qué mierda con esta doctora?<<
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