Capítulo setenta y dos:

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Palco de los dioses:

Zeus llegó muy molesto arrastrando el cuerpo semi inconsciente de Ares consigo.

Hermes alzó una ceja intrigado.

—¿Qué sucedió allí afuera, padre?

El anciano simplemente aventó a Ares hacia una esquina y se volvió hacia Hermes.

—Otra pelea sin sentido—gruñó—. No es importante, tenemos que decidir quién será nuestro siguiente luchador.

Hermes suspiró.

—Sobre eso, padre, esperaba poder tomar mi turno para pelear—dijo el dios mensajero.

Zeus se rascó la barba intrigado.

—¿Estás seguro?—preguntó el viejo—. ¿Crees poder contra estos humanos que han venido de otros mundos?

Hermes miró a su padre fijamente.

—Sin duda.

Zeus se cruzó de brazos tras la espalda.

—Bien, ve a luchar, tráenos una nueva victoria.

Hermes asintió con la cabeza seriamente y se empezó a retirar, no sin antes notar el pequeño dispositivo que Zeus tenía pegado a la piel en el brazo.

Con un veloz y certero movimiento retiró el aparato sin que ni siquiera Zeus pudiera verlo mientras lo hacía.

—Muy astutos...—murmuró Hermes, para de inmediato apretar el puño y destruir el comunicador.

...

En el cuarto de Brunhild, los humanos y las valquirias escucharon con atención la conversación a través del comunicador.

—Perdí la señal—dijo el murciélago mientras intentaba recolectar con el dispositivo sin éxito alguno.

Brunhild se cruzó de brazos.

—Eso no importa ahora—dijo ella—. Sabemos quien será nuestro siguiente enemigo a vencer.

Batman frunció el ceño.

—El dios de los ladrones, asaltantes, estafadores y criminales.

Apolo asintió con la cabeza.

—Sip, pero dale algo de crédito, también es dios de las comunicaciones, negocios y mensajeros.

Geir se abrazó a si misma.

—Es el dios más rápido del cielo—murmuró temblorosa—. Nadie puede alcanzarlo mientras corre, ni siquiera Lord Zeus.

Brunhild se dio media vuelta y se dirigió a la salida de la habitación.

Geir la miró nerviosa.

—Hermana... ¿a dónde vas?

Brunhild no se molestó en volverse a mirarla.

—Voy por nuestro siguiente luchador—dijo simplemente.

El caballero de la noche la miró fijamente con sus ojos en blanco.

—Estas pensando en la misma persona que yo, ¿no es así?

La mayor de las valquirias asintió.

—Me temo que así es—dijo Brunhild, luego se volvió hacia una de las valquirias que esperaban silenciosamente en las esquinas de la arena—. Róta, ¿vienes?

La sexta hermana valquiria asintió con la cabeza seriamente.

—Claro, hermana.

....

Record of Ragnarok: una nueva fronteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora