La densa niebla nacía de las copas de los árboles y se extendía por todo el bosque, como todos los días. El sol no parecía existir aquí. En algunas zonas, la niebla se unía a las grisáceas nubes, era como si estas la succionasen para intentar absorberla, pero la bruma seguía siendo demasiado espesa.
Esa ventana era la única que me permitía ver el exterior. Todos los días observaba el bosque, lo estudiaba. Cada árbol, cada tronco, cada rama. Si huía de aquí con Helen, tenía que conocerlo bien.
Helen. Todavía no la había visto, y eso me tenía muy preocupada. Ya empezaba a dudar que ella estuviera aquí. Tal vez Razvan lo estuviera utilizando para hacerme daño, o tal vez fuera cierto que Helen estaba en el castillo y no me dejaran verla para angustiarme más. Fuera lo que fuera, lo poco que le había sonsacado a Teresa era que estaba bien y que se encontraba en la torreta que quedaba detrás de la mía.
Mi vista bajó a mi muñeca. Observé el intrínseco trenzado de las finas tiras de cuero que conformaban mi pulsera de compromiso. Esos colores que iban del rojizo oscuro al ocre más claro recogían toda la gama cromática del pelaje de mi Gran Lobo. Aquí era lo único que me quedaba de Jacob, aparte de mis continuos pensamientos hacia él, los cuales no cesaban en todo el día. No dejaba de pensar en él ni un instante, ni una décima de segundo, y esa pulsera era lo único que hacía que me sintiera cerca de él. Alcé la muñeca y besé mi pulsera, después, volví a apoyar la mano en mi regazo y seguí acariciando a mi aro de cuero. A veces, me parecía que ronroneaba igual que mi lobo, incluso por las noches desprendía su efluvio para que consiguiera dormirme, aunque tal vez todo fuera fruto de mi imaginación, un acto reflejo de mi cerebro para que no me volviese loca.
Los agudos pinchazos de mi estómago no me daban tregua. Estar lejos de Jacob me mataba, necesitaba verle, aunque fuera el rostro, sus preciosos ojos negros, lo que fuera, pero tenía que ser fuerte, muy fuerte. Sabía que no iba a ser nada fácil, seguramente me llevara meses escapar de aquí. Razvan, Nikoláy y Ruslán estaban bien organizados. Por supuesto, no llegaban a ser como los Vulturis, pero su pequeño castillo estaba dotado de sirvientes y guardias, eso me dificultaba mucho las cosas, puesto que engañar y tratar de escapar de una docena de vampiros que pueden oler y escuchar hasta una partícula del aire era muy difícil. Sin embargo, yo no pensaba rendirme. Estaba decidida a salir de aquí con Helen y ese corazón para salvar a Jacob. Tenía un año de plazo, pero tenía que darme prisa en trazar un plan, un buen plan.
Me levanté de la silla y me dirigí a la pared para grabar otra raya vertical más con el cuchillo de postre que había robado de la mesa del comedor, después, tracé una línea horizontal sobre las siete que había hecho estos días. Esta era mi segunda semana aquí. Esto también tenía que controlarlo bien, tenía menos de un año para rescatar a mi lobo y era importante trazar un calendario.
Escondí el cuchillo debajo de la almohada cuando unos nudillos tocaron a la puerta. Ya sabía que era Teresa, pues era la única que picaba antes de entrar en mi celda.
Efectivamente, Teresa pasó a la habitación.
―¿Ya tengo que ir? ―pregunté, extrañada.
No tenía reloj, pero me parecía muy temprano, normalmente Razvan me exigía ir a comer con él más tarde.
―Acompáñame, por favor ―dijo ella con esa voz tan dulce.
No me dio tiempo a responder ni a oponerme. Ella comenzó a caminar y salió por la puerta.
Tomé aire, preparándome para tener que verle la cara a ese degenerado de Razvan, y la seguí.
Ese vestido rosa pálido se me enredaba en las piernas, no terminaba de acostumbrarme a esos horrendos faldones largos. Ni esperaba a hacerlo, desde luego.
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NUEVA ERA I. PROFECÍA (por mí, su autora). Continuación de mi Fanfic Despertar.
RomanceHace unos años una fan de mi saga Fanfic Despertar me pidió permiso para publicarla aquí, dejando clara mi autoría. Quizá muchos la hayáis leído aquí ya de su mano, quizá otros ni siquiera sabíais que la historia era mía, por eso, y porque esta hist...