Capítulo 32. OH, SÍ, GENIAL. ESTO ES PARA VOLVERSE LOCO

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La negrura ya comenzaba a invadirlo todo, y no solo por la hora, que ya traía la noche, sino por esos oscuros y densos nubarrones que aún sostenían las gotas de lluvia ahí arriba de puro milagro.

Los rayos comenzaron a serpentear con furia, iluminando el cielo con sus fogonazos, casi parecían metáforas de lo que estaba sucediendo en mi inquieto cerebro.

Mientras, mis patas intentaban huir de mis rabiados pensamientos, corriendo a toda prisa por los alrededores de la casa. Pero todos mis esfuerzos eran inútiles. Encima, iba a tener que salir del bosque, con la tormenta era peligroso estar ahí.

¿Es que la meteorología también se había unido al destino, las estrellas y los astros para confabular en mi contra?

Pues sí.

Las nubes se cansaron antes que yo y dejaron caer los goterones, descargándolos poco a poco al principio, pero convirtiéndose en una fuerte lluvia continua después.

Mierda. Ahora no me quedaba más remedio que irme del bosque.

Galopé con prisas y salí de entre los árboles. Entonces, escuché su voz angelical y me paré en seco, a unos pocos metros de ellos.

Genial. Justo lo que no quería. Aunque no pude evitar poner la oreja. La luz de mi habitación estaba encendida, ella estaba allí.

―Sí, tenías razón, con el primer... eso no hay contagio, solamente es a partir del segundo ―bisbiseó muy bajito, tanto, que tuve que mover la oreja en esa dirección y aguzar mucho el oído―, pero lo que hiciste ha funcionado, el contagio no ha surtido efecto en él. Y el disfraz que usaste ha sido muy bueno, no se ha dado cuenta de lo que eras.

¿Pero qué narices estaba diciendo?

Mis dientes rechinaron automáticamente cuando me di cuenta de con quién estaba hablando. Su familia tenía el móvil apagado, así que no era muy difícil hacerse una idea de con quién lo hacía. Seguro que era con él, con ese otro...

El gruñido rabioso que mi garganta profirió salió por cuenta propia. No pude evitar que se escapara. Vale, tenía que reconocerlo, estaba celoso, muy celoso. Bueno, eso era decir poco, porque este sentimiento me carcomía por dentro, no podía soportarlo.

Se ve que al final ella había decidido estudiar medicina, y ese imbécil debía de ser un compañero de la universidad, o puede que el bastardo ya fuese médico. Edward tenía que estar muy contento, su hija había dado con un buen partido.

¡Arg! No quería pensar más en el tema, porque me ponía malo.

Un rayo mostró su látigo feroz a unos pocos metros y pegué un bote, del susto.

Vale, vale, decidido. Lo mejor era irse dentro de la casa, aunque ella estuviese allí. Gruñí con desagrado y me dirigí hacia la vivienda a regañadientes. Esperaría a que la tormenta pasase para dormir fuera.

Adopté mi forma humana bajo la lluvia, saqué mi ropa de esa dichosa cinta y me puse los pantalones empapados.

Cuando entré en la casa, ella salía de mi cuarto al mismo tiempo. No pude evitar que mi corazón se acelerase de nuevo. Pero olía estupendamente. No me había dado cuenta del hambre voraz que tenía hasta que olí esa comida.

Nuestras pupilas se encontraron por un solo instante, ya que yo las aparté como el rayo que acababa de caer allí fuera, aunque por el rabillo del ojo pude ver cómo ella me repasaba con la mirada y su corazón también aumentaba de ritmo. Eso hizo que volviera a clavarlas en las suyas, y entonces fue ella quien las apartó, girando el rostro, ruborizada.

Vaya. Ahora se ponía tímida conmigo. ¿Qué te parece?

―Llegas a tiempo ―declaró Billy con una sonrisa, quitándome la camiseta mojada que chorreaba desde mi mano―. Nessie ha hecho la cena, íbamos a ponernos a comer ahora mismo. ―Y entró en el cuarto de baño para meterla en la lavadora.

NUEVA ERA I. PROFECÍA (por mí, su autora). Continuación de mi Fanfic Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora