Capítulo 17. PLANTACIÓN

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En el aeropuerto no solo se encontraba mi familia, Louis y Monique, Tanya y su aquelarre de Denali también estaban allí. Los franceses iban a prolongar su estancia una temporada más, y los últimos habían llegado el miércoles, así que todavía tenían tres días más de visita por delante.

La semana se me había pasado volando, habíamos llegado el lunes y, sin darme cuenta, ya era domingo. Nuestra semana de viaje a Anchorage se había terminado.

Con mi familia de Denali, a los cuales también consideraba como mis tíos, habíamos vuelto a visitar la ciudad de Anchorage, pero además habíamos conocido las localidades de los alrededores, aunque ellos ya se resabían toda la zona, por supuesto.

Y ahora ya era domingo y nos encontrábamos en el aeropuerto, esperando para embarcar. Me daba pena tener que despedirme de mi familia, aunque, en honor a la verdad, tenía que reconocer que me moría de ganas por llegar a casa. Esa semana de respeto había sido muy dura...

Em y Rose también se marchaban hoy a Australia, aunque su vuelo salía más tarde que el nuestro, así que para el resto de mi familia tocaba despedida doble.

La pantalla anunció el embarque y acto seguido la voz femenina del megáfono hizo lo mismo.

El ritual de las despedidas comenzó.

―Bueno, ya os tenéis que ir ―nos dijo mamá con una sonrisa bucólica en la cara.

―No empieces, ¿vale? ―le regañó Jake―. Mañana mismo nos veremos por la Webcam.

―¿Mañana? ―preguntó ella, extrañada―. ¿No os vais a conectar esta noche?

―Mañana mismo nos veremos por la Webcam ―repitió él, metiéndose las manos en los bolsillos de su cazadora para hacerse el distraído.

―Bella, parece mentira para ti. ¿No te das cuenta de que tienen que recuperar el tiempo perdido? ―intervino Emmett con un tono burlón―. Jacob ha aumentado de temperatura estos días, y no lo digo por el frío, precisamente.

Lo que sí aumentó fue la intensidad del color de mis mejillas. ¿Hacía falta que lo supieran todos?

El resto de mi familia carraspeó con una sonrisa dibujada en la cara.

―Eres muy gracioso, ¿lo sabías? ―ironizó mi chico.

Las carcajadas de mi tío retumbaron en las paredes del edificio, haciendo que pareciesen aún más altas, y mis mejillas se encendieron el doble. Aunque cuando vio la cara de mi padre, su risa se apagó ipso facto.

―Tenéis que daros prisa, la gente ya está embarcando ―nos comunicó papá.

―Sí. ―Le abracé con fuerza y le di un beso en la mejilla―. Te quiero.

―Y yo a ti. ―Me correspondió el beso, apretó su abrazo y me soltó para que pudiera ir con mamá.

―Bueno, cielo, que tengáis buen viaje ―me dijo ella, abrazándome.

―Gracias. ―Le di un beso en la frente y ella se alzó para dármelo en la mejilla―. Mamá ―le llamé antes de que se despegase de mí del todo.

―Dime.

Me separé un poco más para verle el rostro.

―Ya he decidido cuál será mi vestido de novia, y quería decírtelo en persona ―murmuré, cogiéndole las manos―. Será el de la página 42, el que te gustaba a ti.

Mamá se quedó paralizada por un momento y juraría que vi sus ojos un poco vidriosos.

―Pero..., cielo, tiene que ser el que te guste a ti ―declaró con un murmullo.

NUEVA ERA I. PROFECÍA (por mí, su autora). Continuación de mi Fanfic Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora