Capítulo 31. VER RELUCIR A UN ÁNGEL PUEDE CEGARTE DEL TODO

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La cabeza salió disparada como un cohete cuando le hinqué bien los dientes, pero yo no me conformaba solo con eso. Necesitaba más. Primero zarandeé el cuerpo del chupasangres con una saña que últimamente me salía sola, hasta que este quedó esparcido en no sé cuántos trozos, y después machaqué la cabeza.

Cuando terminé, me dirigí a mi próxima víctima. No me importaba cuál fuera, lo único que me interesaba era soltar toda esta rabia, y estas asquerosas sanguijuelas me servían como saco de boxeo con el que sacarlo todo.

¡A tu derecha!, me avisó Paul.

No le hice mucho caso, mis ojos estaban clavados en otro bien grande que ya esperaba por mí. Me quité de encima a ese que venía a por mí, lanzándolo a un lado con una sola dentellada, y me arrojé a por el gigantón. Ese era un buen saco de boxeo.

O eso me había parecido, porque no me duró ni dos minutos.

Me giré, ansioso, y busqué mi próxima presa con rapidez. Todo eran luces malvas que se mezclaban con las doradas de nuestras almas, mis lobos luchaban bien, pero enseguida detecté un buen cúmulo de putrefactas almas añiles.

No me lo pensé dos veces. Mis patas llegaron de dos o tres zancadas y salté sobre todos aquellos vampiros con una furia desmedida, rugiendo para mostrarles mi supremacía y dominio.

Perfecto. Esos cuatro se arrojaron hacia mí a la vez, esto se ponía interesante. Ahora el saco era más grande, muy apropiado para todo lo que tenía que descargar.

Sí, necesitaba hacerlo, necesitaba sacar toda esta rabia, toda esta furia, porque cada vez que cerraba los ojos seguía viéndola a ella, mi estúpido cerebro no había podido desterrarla de mis pensamientos, de mi ser. No podía soportarlo.

Ella se había ido. No podía quitármelo de la cabeza. Se había ido con otro...

Apreté las muelas con más que ira y destrocé a esos cuatro casi al mismo tiempo, zarandeándome igual que antes para esparcir sus malolientes ruinas por el bosque.

Me giré de nuevo para buscar más presas, pero para mi desgracia, había terminado con todos los sacos.

Podías dejar algo para los demás, ¿no?, se quejó Quil, llegando hasta mí.

No fue el único. Todos los demás se acercaron. Ni hablar, yo no tenía ganas de charlas. Lo único que quería era estar solo, estar a mi bola.

Ya habéis tenido bastante, le contesté. Quemad toda esta porquería.

Iba a mover una pata para pirarme de allí, cuando Embry se puso delante.

Espera, Jake, me paró.

Entonces, dirigió una mirada al resto del grupo que no me gustó ni un pelo. Algo se traían entre manos, algo que no me iba a apetecer nada. Ya me temía lo que era.

¿Qué pasa?, resoplé.

Ya sabes que esta noche daremos una fiesta en First Beach...

No, le respondí con contundencia, antes de que me hiciera la pregunta.

¿Por qué no?, siguió Jared. Lo pasaremos guay.

No me apetece.

Venga, tío, continuó Isaac, habrá música, comida, cervezas, balones de rugby, chicas...

En cuanto enfatizó esta última palabra mis pupilas se fueron solas para clavarse en las suyas con una mirada asesina que hizo que sus orejas se agacharan un poco.

NUEVA ERA I. PROFECÍA (por mí, su autora). Continuación de mi Fanfic Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora