14. ¡Más rota ...más fuerte!

87 12 0
                                    

Las horas fluían como agua desbordándose de nuestras manos, los días transcurrían sin contemplaciones apuñalando a mi pobre corazón sin riendas que respiraba aún por las enormes grietas del desamor, los meses se pisoteaban unos a otros. Todo pasaba y quedaba en el olvido, menos el amor que sentía por ella.

Durante el primer mes me sentía muy desconsolada, lloraba a toda hora, parecía una cascada de lágrimas, si eso tuviera un límite mis conductos lagrimales se hubiesen secado, me hubiera quedado sin lágrimas porque había llorado demasiado, tenía que esconder mi mirada de las personas que me rodeaban para que no descubrieran mi dolor y no vieran lo rota que me encontraba, a veces tenía que salir de mi casa a respirar aire fresco porque sentía que me ahogaba con tanto sentimiento, creí que iba a morir porque no lo podía controlar, mis emociones me estaban asfixiando y me dolía el corazón, con cada pensamiento sentía que me lo estrujaba, mi mente no reflexionaba con claridad, no razonaba solo deseaba que ella me llamara o me escribiera, deseaba con todo mi corazón que me amara aunque sea un poquito.

Todo me recordaba a ella, cualquier cosa que veía, cualquier música o frase, la veía en cualquier cuenta nueva de Instagram.

No quise leer más historias, y por supuesto ella dejó de actualizar sus obras, se desapareció de aquella plataforma y más me dolió eso, su actitud me hizo considerar que me odiaba demasiado para desaparecerse por completo, supongo que lo hizo para no encontrarse conmigo, ¡Me dolía tanto saber que la persona que más amaba me odiaba!, ¡Me repudiaba!, porque no había otra explicación para su conducta, su ausencia y su silencio.

Cuando a veces miraba y leía sus últimas palabras me rompía nuevamente por su desprecio, si mi único delito fue amarla, no podía creer que era tan malo amar para que me pagara de la peor forma al privarme de su presencia, yo solo era feliz por hablar con ella, si antes me dolía no saber de ella por tres días, imagínense mi dolor en esos meses de tortura, porque mi mente me torturaba a cada instante, tenía una lucha constante con mi corazón.

Me sentía tan sola, triste y vacía por dentro, como si estuviera muerta en vida, no tenía ganas de comer, perdí mucho peso por mi mala alimentación, mi apetito se esfumó junto con mi alegría, mi corazón se sentía tan delicado y lastimado como si tuviera muchísimas heridas que dolían tan solo por respirar y por imaginarla.

Mi esposo me llegó a preguntar si alguien me estaba enamorando porque me veía sumamente triste y diferente. Hasta él había notado la melancolía que desprendía, aunque yo hacía todo lo posible para distraerme y aparentar verme bien, se notaba mi decaído estado de ánimo. Él me compró un nuevo teléfono, aretes, vestidos solo para animarme ya que siempre se preocupaba por mi estado emocional, por mi salud y mi bienestar. Las cosas materiales no podían llenar el vacío que sentía por dentro, por un momento logró distraerme con sus atenciones pero no me sentía bien con su cercanía, no quería estar con él, sus besos ya no me sabían igual, ya no sentía nada por él, poco a poco lo iba rechazando, le pedí tiempo para mí, le dije que quería estar sola, aunque no quiso irse pero se fue por mi actitud a la finca de mis suegros.

En vez de mejorar, mi estado emocional empeoró, con la soledad más revivía nuestras conversaciones y me rompía llorando. Al sentirme tan sola y desamparada , sin señales de ella, fui aceptando que nunca me amó que me había enamorado sola.

Algunos días lloraba hasta sentirme desahogada, otros días sentía mucha rabia con ella por dejarme con el alma rota, otras veces sentía rabia conmigo misma por haberme enamorado de quién no debía. Fue una muy dura batalla para mí, el hecho de aceptar que nunca me amó me fue sanando de a poco porque ya no esperaba mas que ella volviese, ya no tenía sentido querer a alguien que me despreciaba, no valía la pena pensar en alguien que desde hace rato me había olvidado y que nunca me quiso, que nunca le importé ni siquiera como a una amiga, porque si yo le hubiera importado aunque sea un poco no me hubiera abandonado durante estos meses a la deriva de mis sentimientos destructivos.

Comencé a escribir nuevas obras, eso me distraía bastante, fue la única manera que había encontrado para expresar mis sentimientos ya que no se lo podía decir a nadie, mis amistades y familiares nunca me hubieran entendido, la escritura me había salvado de enloquecerme con tanto dolor y desamor.

La relación con mi esposo se fue deteriorando, ya no quería estar más con él, lo seguía queriendo pero no como antes. No toleraba que me acariciara o me tocara, ya no lo deseaba, me incomodaba su cercanía, definitivamente yo había cambiado sin querer. Al principio le había pedido un tiempo para mi, luego regresó dispuesto a enamorarme, fue tan atento conmigo, pero nunca volví a ser la misma, debido a mi distanciamiento él se iba con más frecuencia donde mis suegros cosa que me alegraba porque no quería que me tocara. Él duraba más tiempo con ellos pero ya no lo extrañaba como antes. Prefería estar sola, me sentía mejor así. Volví a disfrutar de mi rutina diaria de trabajo, iba al instituto a impartir las clases y en los días libres seguía atendiendo a la gente que venía a la tienda, eso me distraía bastante. Todavía sentía un vacío en mi corazón como si algo me faltara, todavía la extrañaba y aún la amaba pero me sentía bien, ya el dolor no era tan intenso.

Durante ese proceso sentí como si me hubiera reencontrado conmigo misma, nunca supe en que momento de mi vida me había perdido, quizás fue por la muerte de Gabriel Rojas, lo que si sabía es que ahora hacía las cosas que me gustaba hacer que era escribir y dibujar, y eso me alegraba, me ilusionaba, me encontraba con armonía conmigo misma.

Aprendí a cuidarme más, realizaba ejercicios todas las tardes, de vez en cuando me mimaba disfrutando de un delicioso helado, escuchaba la música que me hacía sentir feliz, veía las películas que me emocionaban, me hablaba bonito ya que nadie más podía hacerlo, nadie supo de mi fugaz enamoramiento hacia una chica, nadie supo que a estas alturas de mi vida me gustaba una mujer, que amaba a una mujer. A pesar de todo ese tiempo que transcurrió aún la pensaba y estaba segura de que realmente la amaba.

El tiempo volaba irremediablemente y yo no podía hacer nada para detenerlo, al principio lo consideraba como mi peor enemigo porque no quería olvidarme de Diana, me aferraba tanto a ella, a su recuerdo, ahora lo consideraba como a un amigo que me acobijó en mi peor momento y me ayudó día a día a superar ese gran dolor que se había instalado en lo más profundo de mi alma.

Han pasado tres meses y no he dormido ni una noche sin pensar en ella antes de cerrar mis ojos, y cuando despierto ella es lo primero en que pienso, pero al menos ahora lo hago sin derramar lágrimas, haciéndole caso omiso a mi corazoncito que aún latía por aquella mujer.

Mi vida retomó su rumbo, me sentía más fuerte que antes, ya reía nuevamente de las cosas de la vida, todo cobró sentido para mí, las cosas marchaban bien, desde el momento en que acepté que ella nunca me iba a buscar dejé de sufrir tanto.

A veces es necesario tocar fondo, romperse totalmente para que uno pueda levantarse otra vez, para ser más fuerte y enfrentarse a cualquier dificultad de la vida.

Me sentía más tranquila, más renovada, los fines de semana visitaba a mis primas y tías, disfrutaba estar con mis familiares. Todas las tardes me sentaba a observar el atardecer, amaba ver el ocaso, admiraba las diferentes tonalidades y colores que reflejaba mientras escribía algún capítulo de mis obras, hasta que en una tarde recibí una notificación en mi cuenta de Instagram, era de Diana Durán...me quedé en shock, no lo podía creer ya que anteriormente su cuenta estaba como "letrasdelalma", pero ahora me había escrito desde otra cuenta con su nombre real. Sin esperarlo mi corazón comenzó a latir muy rápido: "Bum...bum...bum..."
Mi mente perdía el hilo de los acontecimientos, parecía tener lagunas mentales de los hechos. Nunca esperé que ella me fuese a escribir, mucho menos después de tres meses de absoluto silencio...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Corazón sin riendas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora