4. No todo es color de rosa

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Nuestra adolescencia está cargada de emociones y sensaciones a flor de piel.

El primer amor es el que nos marcará por toda la vida, de ese noviazgo dependerá el funcionamiento de nuestras próximas relaciones, que podrían ser comprensivas, que nos permitirán expresarnos con libertad y facilidad, o hasta traumáticas que nos impedirá aceptar a otras personas en nuestras vidas.

Recuerdo que después de nuestras clases me iba con mi novio a cualquier lugar para estar a solas, a veces nos deteníamos en el camino debajo de cualquier árbol para comernos a besos, en otras ocasiones íbamos a la biblioteca y qué supuestamente a investigar uno que otro trabajo pero nunca llegábamos a nuestro lugar de destino, nos perdíamos en cualquier rincón para conocernos más y explorarnos.

Íbamos al cine, pero no nos interesaba qué película estaban dando, nos sentábamos en los últimos asientos para perdernos en el deseo y las ganas...en esa oscuridad mi novio me tocaba por todo el cuerpo, me tocaba los senos y se me erizaba la piel, era una sensación tan única, tan agradable, me incitaba a querer más, nuestros besos eran muy intensos que nos dejaba sin aliento, nuestras lenguas luchaban en nuestras bocas a ver quién podía más que el otro. Por primera vez  sentía que mi parte íntima se mojaba toda por el deseo, pero no pasábamos de los toqueteos. Nuestro amor se basaba en la exploración y reconocimiento mutuo, todas esas sensaciones eran nuevas para nosotros.

Una tarde me llevó a su casa, ya lo tenía planificado, ese día no habría nadie allí solo nosotros, así nadie podría interferir. Estaba claro que me llevó con la intención de consumar nuestra relación.

Al entrar a la casa me dio un refresco bien frío y lo bebí con rapidez porque estaba muy nerviosa, después de terminar mi bebida me agarró de las manos y me dirigió a una habitación, me sentí como una oveja que iba directo para ser degollada, las ventanas y puertas estaban cerradas, pude observar que ese cuarto solo tenía una cama y un clóset.

Juan me miró con ojos de lujuria, se me acercó hasta sentir su respiración en mi piel, me acarició el rostro con delicadeza y luego comenzó a besarme lentamente, lo hacía tan bien, me gustaba tanto sus besos, le seguí la corriente, esos besos tiernos se convirtieron en otros apasionados, desbordantes de deseos, me estremecía toda, poco a poco fue bajando hasta mis senos, me levantó la blusita, me quitó con mucha habilidad el brasier, y me succionó los pezones uno por uno, él se deleitaba del placer, lo hacía con tanto gusto, sus labios parecían encender mi cuerpo, me despertaba más el deseo, mientras lo hacía me comenzó a tocar en mi parte íntima, con sus dedos me frotó el clítoris, se sentía tan bien, abrí un poco más mis piernas, estaba toda mojada aunque todavía tenía puesta mis bragas, tenía tantas ganas de que me penetrara, no me importaba si me fuera a doler pues nunca había tenido relaciones sexuales.

Él me susurraba al oído que me deseaba, que me quería hacer suya hasta me prometió pedir mi mano en matrimonio después de lograr ese avance, me dijo que él ya no soportaba todas las ganas que sentía por estos meses que habíamos estado saliendo. No le dije nada, solo lo miré, el procedió a quitarse el pantalón, cuando lo vi muy dispuesto, algo ocurrió en mi mente, me levanté apresuradamente de la cama y me puse mi brasier junto con la blusa, me arrepentí, de la nada comencé a llorar, lloré como una tonta, no fui capaz de entregarle mi virginidad, de saciar nuestros deseos a flor de piel. Le dije desconsolada que no quería quedar embarazada, que aún éramos muy jóvenes para formar una familia, apenas nos íbamos a graduar de bachiller, ninguno de los dos teníamos un trabajo, todavía nos mantenían económicamente nuestros padres. En mis pensamientos tenía la fuerte convicción que al tener relaciones sexuales significaba procrear un bebé, nadie me podría hacer cambiar de idea, en ese entonces no tenía conciencia del uso de los métodos anticonceptivos, tampoco los teníamos a nuestro alcance; en nuestro pueblo la gente era muy reservada y la mayoría de los jóvenes de nuestra edad ya tenían hijos por lo que abandonaban los estudios para poder trabajar en lo que sea y poder sustentarse.

Corazón sin riendas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora