Después de llamar a mi tía y de explicarle mi situación, agarramos un taxi para llegar al hotel donde se estaba hospedando Diana, nuestras manos estaban entrelazadas mientras conversábamos de cómo le fue en su viaje, me dijo que sólo iba a estar aquí por un par de días.
—¿Cariño, dime si prefieres que yo me mude hasta acá o te mudaras conmigo?
—Me iré contigo, no quiero que te discriminen aquí, mi familia es muy anticuada, no quiero que te hagan sentir mal.
—No me importaría con tal de estar contigo. —Me abrazó y me dio un beso en las mejillas, luego la miré a los ojos y le dije:
—A mi si me importa y quiero que seas feliz. Tu nunca te has separado de tu familia, en cambio yo vivo sola a pesar de que nunca he salido del país, además mi familia tiene que entender que te amo y que no me alejaré de ti, deben aceptar mi sexualidad.
—¿Y tu trabajo? ¿Lo dejarías?
—Si...por ti dejaré todo. Solo quiero estar contigo.
Ella me sorprendió con un beso en los labios, se veía muy feliz por lo que dije. Pude ver que el taxista nos miraba con una cara de desaprobación, ya que no era tan común ver a dos chicas demostrándose afecto. La verdad no me importó porqué me sentí muy dichosa.
Al fin llegamos al hotel, ella se alejó de mi por un momento y fue a hablar con la recepcionista, le dio unos datos, no dejé de mirarla, a pesar de que se vestía simple era muy llamativa, era alta y no tenía puesto sandalias de tacones sino unas gomas muy cómodas, tenía una belleza única que hacía que algún que otro hombre volteara a mirarla, no era delgada tampoco muy gorda, para mí era perfecta, no me imagino como puede estar soltera siendo tan hermosa, me sentí muy afortunada al pensar que esa mujer me amaba.
Ella caminó de regreso donde me encontraba, me sonreía y me agarró otra vez de las manos, ambas subimos por el ascensor hasta el tercer piso donde se hospedaba, en ningún momento me soltó las manos, algunas personas nos miraban de forma extraña al vernos así, pero lo ignoramos. A pesar de que nunca había salido con una chica pareciera que con ella siempre había convivido. No parecía nuestra primera vez en todo.
Cuando entramos a la habitación me sentí más nerviosa, sentí que mi corazón se me quería salir del pecho.
—No te voy a matar...solo quiero comerte...ja ja ja ja —Ella se dio cuenta de mi nerviosismo.
—Contigo no se puede. Ja ja ja ...Obvio que no me matarás...ja ja ja ja.
Ella cerró la puerta y le pasó el seguro. Yo estaba parada mirando la habitación, tenia una cama matrimonial, todo se veía impecable. Vi su maleta y algunas cosas de ella ordenadas en una mesita. Me acordé de aquella vez en mi adolescencia en que me iba a entregar por primera vez a mi primer amor. En aquella ocasión no pude hacerlo por pensar en un futuro, no quería decepcionar a mi familia, era muy joven, no sabía lo que era sufrir, no me había roto por amor, ni sabía lo que era perder un amor. Solo pensaba en los demás y ahora sólo quería estar con esta chica, no me importaba el resto.
—¿Me tienes miedo? —Sus palabras me sacaron de aquel trance, me abrazó por detrás, al sentir su contacto me erizó la piel.
—Ja ja ja qué cosas dices. —En esta ocasión me giré para mirarla a los ojos y la arrinconé a la pared, quería el control, quería que supiera que era mía, deslicé mis dedos en sus labios, me miró y se los mordió provocándome más, siempre lo había hecho de alguna manera, ya sea con los escritos de sus obras, o con sus palabras. No lo soporté más y la besé como si de eso dependiera mi vida, me correspondió con tanta intensidad que solo se podía oír los sonidos de nuestros labios devorándose uno al otro, y uno que otro gemido ahogado de deseos que fueron reprimidos en otra época.
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Corazón sin riendas.
RomanceYo tenía mi vida hecha con un matrimonio feliz, ya había pasado por todas las etapas del amor pero jamás imaginé enamorarme nuevamente, mucho menos de una chica hasta que la conocí a ella, alguien que nunca vi en persona y que vive en otro continen...