Capítulo 11

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Ju-ri miró nuevamente el celular esperando un mensaje, una llamada o algo de parte de su amigo a quién llevaba un buen rato esperándolo, sin embargo; nada de ello ocurrió y no sabía cómo afrontarlo, ¿debía estar enojada?, ¿preocupada?, o incluso y...

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Ju-ri miró nuevamente el celular esperando un mensaje, una llamada o algo de parte de su amigo a quién llevaba un buen rato esperándolo, sin embargo; nada de ello ocurrió y no sabía cómo afrontarlo, ¿debía estar enojada?, ¿preocupada?, o incluso y llegó a pensar mejor en la situación, ¿y si se había enojado con ella por haberlo dejado plantado en el medio de la nada?

Perdiendo la paciencia, tomó su abrigo y salió corriendo de su casa en dirección a la de los padres de Ji-min sin pensarlo demasiado; si él no pensaba buscarla, ella iría por él hasta su casa.

En cuanto llegó, golpeó la puerta y esperó a ser atendida. La madre de su amigo apareció detrás de la puerta sonriendo ni bien sus ojos se encontraron con los de ella, estiró sus brazos y la estrechó en un cálido abrazo, a ella siempre le daba gusto verla.

—Cariño, ¿qué haces aquí? —dijo luego del abrazo, mientras se alejaba solo lo suficiente como para verle el rostro pero aun así, seguir abrazándola—. Adelante, justo estaba por sacar una tarta del horno —se hizo a un lado mientras sonreía ampliamente.

—Oh, no le voy a quitar mucho tiempo…lo siento, estoy buscando a Mochi —miró al interior de la casa pero no lo visualizó dando vueltas en el interior de la casa.

El semblante de la señora Park decayó—Ay, cariño… —murmuró tristemente—… Mochi se fue a Estados Unidos en la madrugada, le surgió un inconveniente allí y tuvo que partir cuanto antes —informó, mientras frotaba sus manos frente a ella.

Ju-ri la miró sorprendida y sin saber que decir, se despidió dándose media vuelta de camino a la estación de policías. Que la madre de Mochi no estuviera tan sorprendida, no le resultaba extraño. Ji-min solía ser así la mayoría del tiempo, a veces se iba de pronto con lo que llevaba puesto.

Estaba molesta, por eso cortó de inmediato la llamada y apagó su celular cuando la pantalla se encendió con el nombre de él. Ahora no tenía ánimos de comunicarse con él, mucho menos al saber que ni siquiera había regresado a su casa para despedirse de sus padres. Al menos, le pudo haber dejado un mensaje para que no se quedara esperándolo como una tonta o para que no se preocupara por él.

De camino a la estación, no pudo dejar de sentir que la observaban pero cada vez que se giraba sobre sus talones para ver detrás de ella, no había nadie allí. Tampoco es como si a alguien se le ocurriera secuestrarla, ella pensaba que era muy arriesgado, incluso para un asesino como Tae-hyung, hacerlo de día y en un horario donde muchas personas andaban no era una opción.

Una vez que llegó, buscó con la mirada al oficial Seok-jin, quién justamente entraba detrás de ella con un café en las manos y una carpeta en la otra. Al verla, se sorprendió y se aproximó con el ceño levemente fruncido.

—Ju-ri, ¿qué te trae por aquí? —preguntó—. ¿Le ocurrió algo a tu madre? —dijo preocupado.
Ella negó y rascó su cabeza son su dedo índice, dándose aliento interno para tomar coraje—Jin, necesito hablar contigo... —dudó, mientras apretaba sus manos en puños—... pero a solas —miró de reojo a los demás oficiales que escuchaban atentos, típico de chismosos.

—También tengo algo que hablar contigo, acompáñame —le indicó que la siguiera, señalando el camino hacia su oficina con la mano que tenía el vaso de café.

Sin rechistar, Ju-ri lo siguió.

Caminaron por un pequeño pasillo hacía la derecha y en la tercer puerta había una placa plateada donde estaba gravado el nombre y el apellido de aquel oficial.

Ella entró y se sentó cómodamente de piernas cruzadas sobre el sillón de dos cuerpos mientras lo seguía con la mirada hasta que el mayor tomó asiento detrás de su escritorio.

Acomodó tranquilamente algunos papeles y bebió un poco de su café bajo la atenta mirada de Ju-ri.

Seok-jin era, sin dudas, un buen hombre. Él era unos de los oficiales e investigadores más solicitados para casos complejos donde parecía imposible hallar a un responsable, siempre era dedicado en cada caso y examinaba cada prueba meticulosamente.

—Qué, ¿no me vas a decir lo que querías hablar conmigo? —dijo ella, interrumpiéndolo. Pues la paciencia no era su mejor virtud cuando se trataba de él, puesto que a veces, Seok-jin solía tomarle el pelo para hacerla enojar.

Seok-jin dejó escapar una risa nasal mientras dejaba los papeles y la miraba fijamente—Dijiste que querías hablarme ni bien llegué, dime —señaló, mientras se inclinaba hacía adelante apoyando su pecho sobre sus manos entrelazadas.

Visto de aquella manera, a Ju-ri le resultó muy intimidante y más aún, después de aquella mirada gélida que mantenía, lo que significaba que estaba poniéndole mayor seriedad al asunto y completa atención.

—No, habla primero —se recostó sobre el respaldo del sillón, cruzando sus brazos por debajo de su pecho. De alguna manera, quería sentirse menos intimidada de aquella forma, como si sus brazos fueran alguna especie de barrera entre ellos.

Él bufó rendido y con sus dedos tamborileó sobre la mesa—¿Qué sabes de Nara Song? —preguntó de pronto. Ella frunció el entrecejo—, ¿son amigas? —insistió.

Ella negó casi de inmediato—Nara es mi compañera de trabajo, no la he visto hace semanas. Mi jefe me dijo que tenía asuntos pendientes que resolver, creo que eran problemas familiares o algo así —dijo todo lo que sabía—. ¿Por qué?

Seok-jin suspiró y se recostó sobre su asiento de cuero negro—Sus padres la estaban buscando, llevaba varios días desaparecida —informó.

—¿Qué?, pero no lo entiendo, ¿por qué hablas de ella en tiempo pasado? —preguntó confusa—. Debieron estar muy preocupados, ¿la han encontrado?, ¿ella está bien?

—La encontramos muerta, Ju-ri —soltó de golpe y con un tono de voz grave—. Estas son las fotografías de sus restos, no debes verlas si no quieres, son algo… fuertes.

Y de pronto se quedó callado, Ju-ri le había arrebatado aquellas fotografías que llevaba en aquella carpeta marrón y temblorosa se llevó una mano a la boca para cubrirla.

Si bien Nara no era su amiga, habían sido compañeras de trabajo por más de un año. Jamás se imaginó que alguien que estuviera tan cercano a ella, podría tener un final terrible y eso la entristeció un poco, Nara era una chica bellísima con todo un buen futuro por delante pero alguien se había robado aquella oportunidad.

En las fotografías se podían ver distintos miembros del cuerpo que habían sido desmembrados del tronco, como si se tratara de un rompecabezas al que debían armar pieza por pieza. La carne estaba en pleno proceso de descomposición, cubierto de gusanos y otros bichos carroñeros, yacía sobre una superficie de tierra, en algún lugar que no supo reconocer.

Incontrolablemente, comenzó a temblar observando las fotografías, sus ojos se llenaron de lágrimas y una gran oleada de náuseas le llegó de pronto, sintiendo como su estómago se retorcía al reconocer una de esas fotos.

Ahí estaba otra vez, aquello que reinaba en sus pesadillas que parecían no tener fin, la mano. Era la misma mano que Tae-hyung sostenía aquel día en que ella lo siguió como una tonta, como si hubiese estado hipnotizada por él.

Pero el miedo de pronto la alcanzó, ¿por qué ahora?, ¿por qué ese lunático haría aquello?, y sobre todo, ¿qué haría ella ahora?, eran preguntas que rondaban en la mente de Ju-ri.
No podía decirle al oficial Jin que había presenciado el entierro de aquel cuerpo, pues claramente ella quedaría implicada en todo el asunto. Estaba con el barro hasta el cuello gracia a Tae-hyung y su mente comenzó a maquinar a toda marcha, ese había sido el plan de él desde el inicio porque aunque no lo supiera, había previsto el miedo que Ju-ri tendría y mantendría lo sucedido como un secreto.

Seok-jin le quitó las fotografías de la mano al ver que no reaccionaba—Lamento que las vieras... —comentó, mientras aclaraba su garganta con tensión—... dime, ¿de qué querías hablar? —preguntó intentando cambiar de tema, realmente se había preocupado por la forma en la que Ju-ri se había quedado sin responder y con los ojos casi fuera de sus orbitas.

Ella negó lentamente con la cabeza, parpadeando rápidamente pero finalmente suspiró—Tengo un vecino nuevo, es el nieto de la señora Kang —comentó con la voz temblorosa—. Creo que él puede estar implicado en todo esto —se armó de valor—. Hace un tiempo atrás, pasó por donde trabajo y Nara tenía que atenderlo pero estaba nerviosa, asustada diría yo, y me pidió que atendiera su mesa —recordó, mientras soltaba un suspiro tembloroso—. Nunca la había visto reaccionar así, Nara no se ponía nerviosa fácilmente. Estoy segura que incluso ni su ex-novio, ese que la acosaba, era capaz de ponerla así.

—¿Dices que?

—Digo que Kim Tae-hyung tiene la culpa —soltó de pronto—. Ha habido una serie de sucesos raros desde que él llegó, incluso una vez, lo vi cavando un hoyo en su jardín y, ¡estaba cubierto de sangre!

Seok-jin abrió sus ojos con sorpresa—Investigaré al ex-novio de Nara... —dijo pensativo, mientras apuntaba en una libreta—... ¿Kim Tae-hyung, dices? —preguntó apuntando también—. Le haré una visita, conseguiré una orden para ingresar a su morada. Debiste decirme antes, Ju-ri —reprochó.

Ella mordió el interior de sus mejillas—Lo sé, es que no me acerco a él, le tengo miedo —fue honesta a medias—. A parte... mamá ni siquiera sabe que estoy aquí, no le he dicho nada. Se moriría si sabe que vine —cambió rápidamente de tema. No podía decirle que ella había ido a su casa a investigar aquello y que eso le había dado el pie para acompañarlo a ocultar el cuerpo de su compañera de trabajo.

El oficial sonrió de medio lado y sus ojos tomaron otro brillo, uno más soñador con tintes tristes y de amor—¿Cómo está ella? —preguntó dulcemente.

Ju-ri agradeció que la conversación hubiese tomado otro rumbo. Elevó sus hombros—Bien. Su orgullo es más grande pero, ¡ánimo señor Kim! —exclamó elevando sus puños para echarle porras—, mamá está locamente enamorada de usted aún.

El oficial sonrió y terminó por reírse cuando Ju-ri prácticamente le rogó que fuera a ver a su madre porque le hacía falta una noche de pasión para que se le quitara la amargura que se cargaba ese día.

Para ella, el oficial Kim era ese modelo de padre que le había faltado los últimos años a causa del fallecimiento de su padre biológico.

Ambos, su madre y él, se habían conocido el día del accidente de su padre. A Seok-jin siempre le había parecido que la madre de Ju-ri era una mujer joven y hermosa, y por respeto a ella y su reciente perdida, se había distanciado pero eso no significaba que dejara de sentir cosas por esa mujer tan cálida y un poco vanidosa.

No fue hasta hace poco, que la madre de Ju-ri finalmente aceptó salir con él pero para la extrañeza de su hija, su madre era bastante infantil cuando estaba con Seok-jin y eso alteraba sus nervios. Era peor que una adolescente, tanto así, que debían intercambiar roles y ella pasaba a ser la madre gruñona que regañaba a su hija mayor.

Sin embargo, el oficial Kim la hacía feliz y también le agradaba y a su pequeño hermano, a pesar de que este último no lo había aceptado en un principio.

Ju-ri se despidió del oficial y se marchó de allí sin saber muy bien que hacer. Debido a la pérdida de Nara, su jefe había decidido cerrar el local por ese día en señal de respeto, después de todo, Nara había sido una de las primeras empleadas.

Nuevamente el recuerdo de las fotografías llegó a ella y comenzó a tambalearse de camino a su casa, con la vista cada vez más nebulosa y sintiendo su cuerpo pesado como el plomo.

Nuevamente el recuerdo de las fotografías llegó a ella y comenzó a tambalearse de camino a su casa, con la vista cada vez más nebulosa y sintiendo su cuerpo pesado como el plomo

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𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora