Capítulo 9: Muerte a la señora Kang I

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—En otras noticias

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En otras noticias... el asesino de la ciudad de Anyang se ha dado a la fuga una vez más. De momento, las autoridades se han negado a declarar respecto al caso que aún, luego de varios años, permanece en vigencia. Además, cabe destacar que el sorprendente escape de este hombre, que había sido localizado en la ciudad, desapareció sin dejar rastro alguno una vez más... —escuchó a la reportera que se estaba encargando de difundir la noticia de su escape exitoso hace algunos días atrás.

Sonrió de medio lado mientas buscaba entre las heladeras una botella de agua y se dirigía a la caja a pagar por lo que había agarrado, no le dirigió ni una mirada al cajero que no era más que un novato de tiempo parcial y le pagó, no sin antes tomar una caja de pilas y dejarle el cambio a favor.

Se marchó rápidamente mientras en su mente se repetía una y otra vez la dirección a la que debía llegar a toda prisa. Repasó en su interior aquello que iba a decir y como debía actuar, pues para llevar a cabo su plan, no debía fallar, todo debía ser perfecto. Sobre todo cuando él lo hacía todo solo.

Ajustó la correa de su mochila negra en su espalda y metió una de sus manos en su bolsillo formando un puño mientras que con la otra sostenía la botella. No estaba tan lejos de a donde quería llegar, sin embargo se deleitó en cada paso que daba porque mientras más avanzaba, su corazón palpitaba desbocado al saborear la dulce venganza que había estado planificando desde aquel fatídico día.

Se detuvo solo cuando estuvo en frente del hogar donde su primer obstáculo habitaba, en silencio y al resguardo de la penumbra, se camufló como una sigilosa pantera al asecho y aguadó hasta que notó como una a una todas las luces comenzaban a apagarse.

Inmediatamente, cruzó la calle y con un simple carraspeó, comenzó a golpear la puerta. Esperó impaciente unos minutos y cuando estuvo a punto de tirar todo por la borda y actuar impulsivamente, los pasos lentos se oyeron como si la persona del otro lado gozara de rozar constantemente sus pies sobre el suelo.

Una silueta de una mujer mayor y que apenas podía moverse sin encorvar su espalda, apareció frente a él. Este se mantuvo callado pero sonrió gustoso al saber que rumbo tomarían las cosas.

—¡Abuela! —exclamó abriendo sus manos y extendiendo sus brazos como si fuese a darle un abrazo. La anciana lo miró extrañada—, o vamos... no me dirás que ya no recuerdas a tu nieto favorito, ¿o sí? —preguntó haciendo un puchero, mientras juntaba sus manos frente a él.

—¿De, de qué estás hablando? —preguntó la mujer, la voz le tembló y de nuevo sintió miedo al oír voces en su interior que le gritaban que se alejaran desesperadamente de él—. Mi único nieto vive a kilómetros de aquí y está encerrado en un instituto para dementes, ¡largo! —exclamó, mientras trataba de cerrar la puerta frente a él.

El joven hombre carcajeó impulsándose hacia adelante, apoyando su mano libre sobre la puerta para impedir que esta fuese cerrada—Demente estás tú, maldita anciana —respondió y le arrojó la botella de agua por la cabeza, golpeándola de una manera tosca y sin rastro de arrepentimiento. La mujer soltó un alarido de dolor y retrocedió varios pasos atrás cayendo torpemente sobre su espalda y entregándose a la inconciencia—. ¡También me da gusto verte, abuelita Kang! —dijo como si se tratara de un niño pequeño—. Ya tan pronto te desmayaste, eres patética, que aburrido será si no estás despierta para ver tu rostro de dolor... —se quejó, mientras cerraba la puerta y se colocaba de cuclillas al lado de ella.

𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora