Monótonamente la alarma de su celular sonó despertándola para comenzar su rutina diaria, no debía ir a la universidad; no porque fuese alguna ocasión especial, sino porque simplemente no había decidido una carrera para seguir estudiando, y así estaba bien. No sentía ningún fanatismo por consumir libros y explotar sus neuronas con más información de la que se sentía capaz de almacenar, ni en pasar horas y horas sin dormir para prepararse en época de exámenes... por el contrario, odiaba estudiar. Odiaba la presión que ello implicaba.
A demás, ¿por qué debía de estudiar el contenido limitado que el sistema educativo decidía?, ¿sentirse limitada?, jamás. Ni siquiera lo consideraba opción. Siempre había creído que aprendía mucho más por su cuenta, que pasando horas encerrada dentro de cuatro paredes escuchando hablar a distintos profesores que parloteaban recitando la misma clase que habían dado durante muchos años. De solo pensarlo, le daba migraña.
Y daba gracias al ser divino al que muchos le rezaban por los domingos en la mañana, que la había bendecido con una madre que la apoyaba en cada decisión; a pesar de que, en ocasiones, esas decisiones pudiesen arruinarle la vida. Pero al menos ella, su madre, dejaba que así aprendiera, tropezando y levantándose cuantas veces sea necesario.
No se duchó, pues ya lo había hecho anoche, pero si lavó sus dientes mientras buscaba en su armario algún conjunto de ropa apta para ir a trabajar. De entre el montón desordenado de ropa, eligió unos jeans azules y una camisa polo fraccionada horizontalmente por los colores azul, blanco y rojo. Dejó su cabello suelto pero se colocó unas ligas en la muñeca para atarlo luego, tomó una sudadera azul y aplicó uno de sus perfumes de aroma cítrico que su madre le había regalado en su anteúltimo cumpleaños. Una vez escogió todo lo que se pondría, regresó al baño que compartía entre su madre, su hermano pequeño y ella. Terminó de alistarse y bajó las escaleras con lentitud, los miércoles eran los peores días para ella por ser los más tranquilos de toda la semana.
-Ju-ri, ¿debes trabajar hoy? -preguntó su madre en cuanto la vio aparecer en la cocina. Ella asintió en respuesta, mientras se llevaba una rebanada de pan a la boca y la apretaba con sus labios en tanto servía un poco de café en su taza-. Necesito que lleves a tu hermano a la escuela, ¿podrías? -inquirió, mientras dejaba de lado su revista y la observaba caminar con parsimonia por toda la cocina.
Se quitó el pan de la boca y la miró-¿Tengo opción? -frunció los labios. Su madre negó con algo de diversión y Ju-ri dejó escapar un suspiro continuando con lo suyo-. Debí suponerlo... -murmuró. En cuanto terminó de alimentarse, fue en dirección a la habitación de su hermano de diez años pero allí no estaba. Así que, bajó nuevamente las escaleras y salió al jardín-... ¿Nam-gyu? -preguntó al verlo mirar por la cerca que dividía su jardín con el que le pertenecía a la señora Kang, una mujer muy mayor que prácticamente era como una abuela para ellos.
El niño estaba de pie sobre una cubeta de la cual saltó rápidamente al ser descubierto por su hermana; aquel pedazo de plástico cayó hacia un lado por el pequeño golpe que Nam le había dado al saltar. Torció sus labios en una sonrisa que apuntaba hacia abajo, su hermano no solía ser muy cuidadoso y casi siempre se lastimaba con facilidad.
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𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]
FanfictionLa vida de Moon Ju-ri comienza a cambiar a partir de las pesadillas y noches eternas en las que siente que la vigilan; pero no solo cambiaría con aquello, sino que también con la llegada de un vecino misterioso, a quien tanto ancianos como niños le...