Capítulo 14: Muerte a Nara III

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La emoción estaba causando estragos en Nara, sentía como sus entrañas se retorcían de felicidad en su estómago y con mucho esfuerzo, evitó ponerse a saltar en el asiento de copiloto

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La emoción estaba causando estragos en Nara, sentía como sus entrañas se retorcían de felicidad en su estómago y con mucho esfuerzo, evitó ponerse a saltar en el asiento de copiloto.

Centró su mirada en Tae-hyung, él iba manejando sin apartar la vista del camino ni por un segundo por lo que le pareció uno de los momentos oportunos para admirar su belleza. Su mandíbula bien definida se encontraba contraída ante la seriedad de su rostro, rara vez lo había visto sonreír de manera genuina y se preguntó el porqué de aquel motivo.

Su rostro se iluminó al darse cuenta de que habían llegado a la casa tan esperada, lo que había estado esperando desde hace un buen rato, y en ese momento, fue una de esas escasas veces en las que él sonrió de verdad.

—¿Vives aquí tú solo? —preguntó ella, mientras abría la puerta y bajaba al mismo tiempo que él.

De cierta forma aquella idea solo la entusiasmaba más y su imaginación mezclada con su lujuria, comenzó a maquinar cientos de cosas que quería probar en aquel lugar porque, si Tae-hyung la llevaba a un lugar tan íntimo como su propio hogar, solo debía significar una cosa y es que tal vez, se habría dado cuenta de que Nara podría ser la pareja perfecta para él.

—Sí, aunque la casa era de mi abuela —respondió tajante.

Nara mordió el interior de su mejilla sintiéndose apenada—Oh, lo siento mucho —se disculpó—. ¿Qué fue lo que le sucedió? —quiso saber, pues a él parecía afectarle en lo más mínimo.

Tae-hyung torció los labios ocultando una sonrisa—Un accidente, fue algo muy trágico —se limitó a responder.

Nara entendió que a él no le apetecía hablar de ello, así que se limitó a asentir y lo siguió rápidamente de camino a la entrada. Tae sacó del bolsillo de su pantalón un juego de llaves y al oír el "click" del seguro ceder, le dio el paso a ella primero.

Sus ojos apenas trataban de acostumbrarse a la oscuridad, que prontamente recibió un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente en el suelo. El ejecutor tiró a un lado la sombrilla con mango de madera que había tomado de un recipiente a un lado de la puerta y miró satisfecho a la víctima a la que acababa de derribar.

Sin prisa alguna, caminó en dirección a la cocina donde tomó un rollo de soga que descansaba sobre la encimera y comenzó a tararear una melodía que había escuchado en el estéreo del auto durante el camino.

Observó el cuerpo de aquella mujer, no sentía miedo de ser atrapado cometiendo aquello y tampoco tenía remordimientos, él creía que estaba bien, que la culpa no era de él, sino de aquella vecina entrometida que seguía rondando a su alrededor por cuenta propia.

Tae-hyung sabía que no podía enamorarla, pues aquella fémina solo tenía ojos para aquel torpe chico rubio, aunque no podía negarle el hecho de que para Ju-ri, él se había convertido en el hombre que más deseaba últimamente. No necesitaba escucharlo por su propia boca, él se daba cuenta cuando era apetecible ante una mujer, porque todas eran iguales, todas deseaban aquello que no podían tener, así fuera en gran magnitud o en escasos momentos. Y aquella joven no estaba exenta de ello.

𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora