Capítulo 20

168 50 88
                                    

Absorta de todo lo que ocurría a su alrededor, Ju-ri caminó hacia adelante, como si estuviera en una especie de trance del cual no podía despertar y en aquella habitación, solo podía visualizar a su captor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Absorta de todo lo que ocurría a su alrededor, Ju-ri caminó hacia adelante, como si estuviera en una especie de trance del cual no podía despertar y en aquella habitación, solo podía visualizar a su captor.

Sus ojos permanecían clavados en él como un par de dagas que deseaban atravesarle el cráneo, pues ahora que lo tenía en frente, consideraba enormemente obedecer a la voz que escuchaba susurrar que era su única oportunidad para ponerle fin al calvario en el que estaba metida.

Tae-hyung sonrió complacido, finalmente lo había logrado. Había quebrado la estabilidad mental de aquella chica de perfil angelical de la fotografía que había caído a sus pies, aquel día dónde le arrebataron la vida al amor de su vida.

Él creía que merecía sufrir tanto como el responsable de la muerte no lo había hecho, con ella finalmente pagaría su cuota de venganza y podría comenzar a vivir tranquilo o al menos eso pensaba cada vez que la veía. Ju-ri pagaría el precio del asesino de su esposa, no tenía nada en contra, pero el solo hecho de que fuera igual y compartieran sangre, le bastaba.

Su semblante entristeció en cuanto recordó aquel día dónde habían salido a pasear junto a su esposa, llevaban diez años de compromiso, ese día incluso era su aniversario y comenzaban a planificar una vida con niños a su alrededor.

Tae-hyung cargaba con las bolsas de algunas cosas que Ho-yeon había comprado para ambos, cosas como prendas de vestir o algún artículo de bazar que había capturado su atención. Él se detuvo para poder comprarle un ramo de flores de la florería de la calle de enfrente, un ramo de margaritas debían ser suficientes, pues eran las preferidas de su esposa.

Ho-yeon, quien estaba en la calle opuesta comprando algunas golosinas para compartir, quería sorprender a su esposo al verlo distraído, su plan era cruzar la calle corriendo y saltar sobre la espalda de su marido tal y como lo hacía cuando ambos eran unos jóvenes adolescentes que estudiaban juntos en la preparatoria. Pero con lo que no había contado, era que en el preciso instante en el que ella cruzaba, un auto se dirigía a toda velocidad hacia ella, arrollándola.

El delicado cuerpo de Ho-yeon voló por los aires y finalmente cayó sobre la calle, el auto perdió el control y chocando con otro auto que venía acelerado, giró quedando ruedas arriba. Tae-hyung miró a sus espaldas de pronto, viendo como su mujer sufría de aquel trágico accidente frente a sus narices.

—¡Ho-yeon! —había gritado desesperado. Aquel grito desgarrador que se deslizaba repetidamente, ocasionando una sensación de ardor en su pecho y garganta.

Arrojó las flores y las bolsas corriendo en dirección a ella y temblando, no se atrevió a tocarla por miedo a hacerle aún más daño. Miró en distintas direcciones gritando por ayuda a medida que era rodeado por espectadores que preferían captar el momento trágico a través de videos o fotografías antes que ofrecer ayuda.

Y al cabo de unos varios minutos cuando la ambulancia llegó, los paramédicos subieron a Ho-yeon a una camilla y se la llevaron con Tae-hyung pisando sus talones. Mientras la subían, miró en dirección al vehículo, donde trataban de sacar al hombre que estaba dentro. Él deseó que estuviera muerto de inmediato y en cuanto anunciaron que permanecía sin vida, sonrió y se agachó a recoger una fotografía pequeña que yacía en el piso, cerca de él.

𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora