Capítulo 7

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Los pensamientos de Ju-ri no dejaban de recrear la escena terrorífica que había presenciado horas atrás; ya era de mañana y ella se encontraba en la soledad de su habitación, sentada frente a la ventana con vista al patio por la cual, a través de ...

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Los pensamientos de Ju-ri no dejaban de recrear la escena terrorífica que había presenciado horas atrás; ya era de mañana y ella se encontraba en la soledad de su habitación, sentada frente a la ventana con vista al patio por la cual, a través de las cortinas amarillas pastel, estaba atenta ante cualquier movimiento que pudiese presenciar en la casa que claramente, ahora era usurpada por el asesino de su vecino.

Ya no se sentía segura de nada, «¿y si le había hecho algo a la señora Kang?», se preguntaba. Después de todo, con la llegada de él, había dejado de ver sin previo aviso a la anciana. Nadie sabía absolutamente nada de ella pero todos permanecían confiados en la mentira que habían recibido porque, ella estaba casi al cien por ciento segura, de que era una farsa.

Mordió sus uñas mientras movía rápidamente su pierna de arriba a abajo con gran ansiedad, se volvería loca pronto si no hablaba con alguien sobre lo ocurrido.

Inmediatamente a sus pensamientos llegó la visualización de su amigo Ji-min, con su cálida sonrisa y sus abrazos confortantes, entonces fue así que no dudó en tomar el celular con sus manos temblorosas y enviarle un mensaje para que fuese a verla cuanto antes.

Él, al leer el mensaje algo urgente que su única amiga mujer le había enviado, no se hizo de rogar y fue a su casa tan pronto como terminó de alistarse. De cierta forma, Ji-min también sentía la necesidad de estar cerca de ella, después de todo, Ju-ri siempre le había gustado y cuando lo supo, logró entender aquella frase que siempre le repetían sus amigos: la amistad entre el hombre y la mujer no existen.

Al principio quiso aferrarse a la idea de que estaban equivocados, pero conforme pasaban los años y él permanecía viviendo en el extranjero, se había dado cuenta de lo mucho que la extrañaba y ansiaba verla, de tal manera que, se la pasaba la mayor parte del año pensando en la fecha de cumpleaños de ella, puesto que solo regresaba a la ciudad para aquel día.

A pesar de que habían encontrado un horario para realizar videollamadas y así mantener el contacto entre ellos, no era lo mismo. Ji-min gustaba del contacto físico, no quería privarse de poder darle un abrazo a Ju-ri cada vez que quisiera.

Si, había salido con otras chicas en incontables ocasiones cuando sus amigos le organizaban citas a ciegas para que así, él pudiese olvidar a su amiga, pero ninguna era como Ju-ri. Incluso las que se parecían a ella, tampoco podían igualarla porque como su amiga, no había dos en el mundo.

Al llegar, subió directamente a la habitación de su amiga y abrió silenciosamente la puerta entrando en puntillas para que no notara su presencia y, aunque quisiera hacerse notar, Ju-ri estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera le prestaba atención.

La imagen que él veía de su amiga frente a la ventana con circunferencias oscuras debajo de sus ojos y como estos permanecían rojos e hinchados al borde de un nuevo colapso de lágrimas, lo preocupó.

—¿Ju-ri? —preguntó tocando su hombro, no siendo consciente de que podría asustarla al haberse escabullido en silencio hacía el interior de su habitación; pero es que al verla así, se le había olvidado todo.

𝐌𝐈𝐍𝐃 | 𝐊𝐓𝐇 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora