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Long Island, 10 de Agosto, 09:30 am

Percy respiró con cansancio después de varios días de entrenamiento continuo.

Durante las últimas dos semanas él y Diana habían estado entrenándose el uno al otro en el combate contra sus respectivos enemigos.

Por un lado, Percy tuvo que aprender a manejar a los criminales armados, cosa que no era precisamente sencilla. La piel impenetrable ayudaba, pero eso no le ahorraba el dolor de los impactos de balas. Inclusive y se había enfrentado a un par de supervillanos para "acostumbrarse" a esa clase de enemigos.

Por el otro lado, Diana se había visto obligada a aprender a luchar contra los monstruos mitológicos que creía extintos. Cosa que en un principio suena sencilla, pero se va haciendo más difícil cuando descubres que en varias ocasiones no basta con golpearlos duro, sino que a la fuerza hay que usar metales mágicos en contra de estos.

El semidiós miró el sol que brillaba en el cielo.

—¿Crees que ya sea suficiente?—preguntó—. No se a cuantos criminales armados más pueda eliminar antes de volverme loco.

Diana se cruzó de brazos, y se lo pensó por un tiempo.

—Está bien, creo que que es hora de que conozcas al equipo—decidió.

El joven alzó débilmente el brazo izquierdo en gesto de victoria.

—Yupi... solo déjame desayunar primero, me muero de hambre.

La amazona se palmeó la cara algo exasperada.

—¿Estas a punto de unirte a un grupo de jóvenes superhéroes y tu preocupación es la comida?

Percy se encogió de hombros.

—Hey, he peleado en dos guerras y formado parte de bastantes equipos, creo que me puedo permitir pensar en el desayuno.

Diana suspiró.

—Creo que tienes razón—aceptó mientras negaba con la cabeza un tanto abrumada—. Aún no puedo creer que los dioses y semidioses hayan pasado por tanto en los últimos años y yo jamás me haya enterado.

Percy ladeó la cabeza.

—Si te hace sentir mejor, la mayoría de dioses y héroes son un desencanto, no se parecen mucho a la visión que uno tiene de ellos.

Diana se sentó pesadamente en el suelo.

—Pero... aún así, mis enfrentamientos contra Ares... las historias sobre Zeus... todo se siente tan falso ahora. Incluso me vengo a enterar qué hay un imperio oculto de amazonas que dominan el mundo de las ventas por internet.

Percy se rio.

—Es un mundo complicado—dijo—. Espero que entiendas que por eso mismo no lo queríamos mezclar con todo este rollo de los súper-criminarles y alienígenas y policías espáciales.

La diosa de la guerra se encogió de hombros.

—Supongo que ya era demasiado que procesar, no querían más problemas, y definitivamente nosotros tampoco los queremos.

Percy apretó con fuerza el mango de su espada.

—Y es por eso mismo que tengo que detener a Calígula—murmuró—. Si el mundo mitológico sale a la luz, o este mundo de superhéroes y villanos entra al terreno de los dioses...—el chico negó con la cabeza—. Mi vida ya era bastante complicada antes de eso.

Diana miró hacia el horizonte.

—Hablando de eso... ¿Qué les diremos a todos?—preguntó—. ¿Cuál es nuestra historia para contar?

The EmperorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora