The Emperor

La cacería:

Ubicación desconocida, 21 de diciembre, 04:27 am

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡¡Mierda!!

Percy corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, atravesando el bosque a toda velocidad y con el sonido de sus pisadas resonando por los alrededores para nada discretamente.

—¡Wally! ¿Me copias?—preguntó el semidiós por su comunicador mientras sentía la presencia de sus letales perseguidores acercándose más y más hacia él.

—Claro, amigo. ¿Qué sucede?—respondió la voz del velocista por el comunicador.

—¡Ayuda!

Percy tropezó con una raíz salida del suelo, giró por sobre la tierra y se reincorporó sólo para seguir corriendo penosamente en medio del bosque nevado.

—¿Serias tan amable de explicar en que problema te metiste ahora?—preguntó Wally con curiosidad.

Percy resbaló y cayó deslizándose por una ladera, quedando en medio de un riachuelo seco en el que se detuvo para tratar de recuperar el aliento.

—Reunión familiar con mi prima—explicó el semidiós entre jadeos.

—Ah... ¿y eso es malo por?

—Puede...que ella y sus amigas quieran...

Una flecha plateada se encajó a escasos centímetros de la cabeza de Percy, de la punta de la saeta una nube de gas empezó a emanar rápidamente cubriendo una zona de varios metros.

Percy aguantó la respiración y volvió a echar a correr entre la nieve, mientras las macabras risas de sus perseguidores empezaban a escucharse por todo el bosque.

—¿Qué dices que querían?—dijo Wally—. Creo que no te escuché bien...

—¡Quieren cazarme vivo!—gritó Percy—. ¡Imagínate una jauría de perros salvajes! ¡Ahora imagínate que son una treintena de chicas armadas hasta los dientes, con una velocidad, agilidad y resistencia sobrehumanas, capaces de desaparecer sin hacer ningún sonido o dejar ningún rastro en el bosque! ¡Además cada una de ellas tiene una precisión letal con el arco y la flecha, diría que comparable al mismo Flecha Verde! ¡Y todas ellas están tratando de arrancarte la cabeza mientras se ríen como locas!

—No sé si se oye como un sueño o una pesadilla—admitió Wally.

—¡Es una pesadilla!—se apresuró a aclarar Percy—. Llevo corriendo sin parar unas cuatro horas y media... no sé cuánto más pueda aguantar... ¿no puedes venir y sacarme de aquí?

—Ni loco, hermano, tú te metiste en eso por ti mismo.

—¡Wally! ¡Por favor! ¡Puedes correr más rápido que el maldito sonido! ¡Puedes hacerme este favor!

—Tu tienes piel indestructible y una inmortalidad parcial, estarás bien.

—¡Wally!

—Está bien, mira, veré que podemos hacer, pero no prometo nada...

—¿Wally? ¿Wally? ¡¿Wally, a dónde te fuiste?!

Entonces, Percy escuchó los chispazos.

Se quitó su comunicador, sólo para descubrir un fino corte de flecha en él que lo había dejado completamente inutilizado.

—¡Maldición, Thalia! ¡Eso era propiedad de la Liga de la Justicia!

El pie de Percy se chocó contra un cable suspendido sobre el suelo que segundos antes no había estado allí y cayó al suelo.