Me encuentro corriendo con todas las fuerzas que me quedan, las mutaciones que mando el Capitolio me persiguen para desprender todo mi cuerpo, parece que los perdí, me detengo a tomar aire y para buscarlo. Volteo hacia todas las direcciones posibles y no hay ningún rastro de él.
- Peeta - susurre, trato de no hacer ningún tipo de ruido que pueda atraer a esas bestias.
- AHHHHHHH ____ - escucho un grito, es el llamándome, empiezo a correr a su dirección, cuando llego hacia el, el ... el esta muerto. Se escucha un cañonazo.
Sujeto el termo con mucha fuerza con ambas manos y despierto de esa pesadilla, el calor del té se perdió hace un rato en el aire helado. Tengo los músculos tensos de frío. Si apareciera una jauría de perros salvajes ahora mismo, no tendría muchas posibilidades de trepar a un árbol antes de que me deboren. Tendría que levantarme, moverme y dejar que la sangre volviese a circularme por las extremidades, pero, en vez de hacerlo, me quedo sentada, tan inmóvil como la roca que tengo debajo, mientras el alba empieza a iluminar el bosque. No puedo luchar contra el sol, sólo puedo observar con impotencia cómo me arrastra a esos pensamientos horribles y a un día que llevo meses temiendo.
A mediodía estarán todos en mi casa de la Aldea de los Vencedores: los periodistas, los equipos de televisión, incluso Effie Trinket, mi antigua acompañante, recién llegados al Distrito 12 desde el Capitolio. Un equipo de preparación que me pondrá guapa para mis apariciones públicas. Mi estilista y amigo, Cinna, que diseñó los maravillosos trajes que hicieron que la audiencia se fijará en mí por primera vez en los Juegos del Hambre.
Si estuviera en mis manos, intentaría olvidar los Juegos del Hambre por completo, no hablaría nunca de ellos, fingiría que no han sido más que un mal sueño. Sin embargo, la Gira de la Victoria hace que mi deseo resulte imposible. La organizan en un momento estratégico, entre unos juegos y los siguientes, como si el Capitolio pretendiese mantener el horror vivo y cercano. En los distritos no sólo nos vemos obligados a recordar la mano de acero del poder del Capitolio una vez al año, sino que, además, nos obligan a celebrarlo. Este año yo soy una de las estrellas del espectáculo. Tendré que viajar de distrito en distrito, ponerme delante de la multitud para que me vitoree, aunque, en realidad, me odie; mirar a la cara a los familiares de los chicos a los que he matado...
El sol sigue empeñándose en salir, así que hago un esfuerzo por levantarme. Me duelen todas las articulaciones, y la pierna izquierda lleva tanto tiempo dormida que necesito pasarme unos minutos caminando para devolverla a la vida. He estado tres horas en el bosque, pero, como no he intentado cazar, no llevaré nada de vuelta. Lo cual ya no importa, ahora podemos comprar en la carnicería del pueblo. Pero Gale no, así que necesito cazar algo para el y su familia, ya que desde que empezó a trabajar en las minas de carbón le es más difícil venir a cazar y el dinero que gana lo puede usar en otras cosas necesarias.
Gale ya habrá llegado a la mina y terminado el vertiginoso paseo en ascensor que lleva a las profundidades de la tierra, por lo que estará dándole golpes a una veta de carbón.Pienso en él, que en realidad sólo se siente vivo en el bosque, con el aire fresco, la luz del sol y el agua limpia de los arroyos. No sé cómo lo soporta. Bueno..., sí lo sé: lo soporta porque es la única forma de alimentar a su madre y sus hermanos pequeños. Y aquí estoy yo, con montones de dinero, más que suficiente para alimentar a las Everdeen y a su familia, y él no quiere aceptar ni una moneda. Ya me ha costado convencerlo para que me dejara llevarles carne, a pesar de que él las habría mantenido si yo hubiera muerto en los juegos. Le digo que me hace un favor, que me volvería loca si me pasara todo el día de brazos cruzados. Aun así, nunca me paso a dejarles las presas cuando él está en casa, cosa que no resulta difícil, ya que trabaja doce horas al día.
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¿Quién eres? - En Llamas - Los Juegos del Hambre
FanfictionDespués de los septuagésimos cuartos Juegos del Hambre, ___ y Peeta tienen que convencer al Capitolio sobre su "romance", pero las cosas pueden salirse un poco de control.