Las horas empezaron a transcurrir, hasta que en un momento se empezó a escuchar algo, como campanadas pero con un sonido tenebroso : ¡tan, tan! No es exactamente como las que tocan en el Edificio de Justicia en Año Nuevo, aunque se parecen lo bastante como para reconocerlas. Peeta y Mags siguen dormidos, pero Finnick tiene la misma expresión de alerta que yo. Las campanadas cesan.
- He contado doce - dice.
Asiento, doce. ¿Qué significa? ¿Una por cada distrito? Quizá, pero ¿por qué?
- ¿Crees que signifique algo?
- Ni idea - responde
Esperamos más instrucciones, quizá un mensaje de Claudius Templesmith, una invitación a un banquete. Sin embargo, lo único destacable es algo que vemos a lo lejos: un deslumbrante relámpago que golpea un árbol altísimo y después se convierte en tormenta eléctrica. Supongo que indica que va a llover, una fuente de agua para los que no tengan mentores tan listos como Haymitch.
- Bueno ... Si tu no vas a dormir, yo si. - Dice Finnick.
- Esta bien.
Se acomoda en el suelo, con una mano en un tridente, y se sumerge en un sueño inquieto.
Me siento con el arco cargado y contemplo la jungla, que es verde y pálida a la luz de la luna. Al cabo de una hora aproximadamente cesan los relámpagos y oigo llegar la lluvia, que salpica las hojas a algunos cientos de metros de nosotros. Sigo esperando a que llegue hasta aquí, pero no lo hace.
El sonido de un cañón me sorprende, aunque no afecta mucho a mis compañeros dormidos. No tiene sentido despertarlos por esto, otro vencedor muerto. Ni siquiera me permito preguntarme quién será.
Momentos después de parar, veo la niebla que se desliza por el suelo lentamente desde el lugar en el que estaba lloviendo. «Es una reacción. La lluvia fría sobre el suelo ardiendo», pienso. Sigue acercándose a un ritmo constante. Sus tentáculos se estiran y curvan como dedos, como si estuviesen tirando del resto. Mientras observo, noto que se me eriza el vello de la nuca. Esta niebla no es normal, la progresión de la parte delantera es demasiado uniforme para ser natural y, si no es natural...
Un empalagoso olor dulzón empieza a subirme por la nariz; corro a despertar a los otros, a gritarles para que se despierten.
En los pocos segundos que tardo en hacerlo, empiezan a salirme ampollas, un puñado de diminutas y abrasadoras cada vez que una gotita de niebla me toca la piel.
- ¡Corran! - les grito a los demás -. ¡Corran!
Finnick se espabila de inmediato y se levanta para enfrentarse a un enemigo. Entonces ve el muro de niebla, se echa a Mags (que sigue dormida) a la espalda y sale corriendo. Peeta está de pie, pero no alerta. Lo agarro por el brazo y empiezo a empujarlo por la jungla, detrás de Finnick.
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? - pregunta, desconcertado.
- Una especie de niebla. Gas venenoso. ¡Deprisa, Peeta! - le insisto. Veo que, por mucho que lo negara durante el día, las secuelas del campo de fuerza han sido importantes. Está lento, mucho más de lo normal, y el enredo de plantas y maleza, que me desequilibra de vez en cuando, a él lo hace tropezar continuamente.
Vuelvo la mirada hacia la niebla que se extiende en línea recta hasta donde me alcanza la vista en todas direcciones. Me aferró a su mano y digo:
- Mírame los pies. Intenta pisar donde piso yo.
La idea ayuda, parece que nos movemos un poco más deprisa, aunque no lo bastante para permitirnos un descanso, y la niebla sigue pisándonos los talones. Gotitas de vapor se escapan del grueso del gas; queman, pero no como el fuego, no se nota tanto calor y sí un dolor más intenso cuando los productos químicos llegan a la carne, se pegan a ella y atraviesan las capas de piel. Nuestros monos no ayudan nada. Ofrecen tan poca protección que es como estar vestidos con papel de seda.
Finnick, que salió corriendo el primero, se detiene al darse cuenta de que tenemos problemas. No obstante, esto no es algo contra lo que se pueda luchar, tan sólo se puede huir. Nos grita para darnos ánimos e intentar empujarnos a avanzar, y el sonido de su voz nos sirve de guía.
La pierna artificial de Peeta se engancha en un nudo de enredaderas, y él cae al suelo antes de que pueda sostenerlo. Cuando lo ayudo a levantarse me doy cuenta de algo que me da más miedo que las ampollas, que debilita más que las quemaduras: se le ha hundido el lado izquierdo de la cara, como si se le hubieran muerto todos los músculos de la zona. Tiene el párpado caído, con el ojo prácticamente oculto; la boca se dobla en un extraño ángulo hacia el suelo.
- Peeta... —empiezo, y entonces los espasmos me recorren el brazo.
Los productos químicos que lleva la niebla, sean lo que sean, hacen algo más que quemar..., también atacan a los nervios. Un miedo completamente nuevo se apodera de mí y hace que tire de Peeta hacia delante, consiguiendo que vuelva a tropezar. Cuando logro ponerlo en pie, ya sufro tics incontrolables en los dos brazos. La niebla nos ha alcanzado, está a menos de un metro. Algo va mal en las piernas de Peeta; está intentando caminar, pero se mueven de forma espasmódica, como si fuera una marioneta, provocando que caigamos de nuevo.
Noto que sale lanzado hacia delante, y me doy cuenta de que Finnick ha vuelto por nosotros.
- No puedo cargarlo. - Finnick es mi ultima esperanza de poder sacarlo de aquí.
- ¿Puedes quedarte con Mags?
- Sí - respondo con firmeza, aunque se me cae el alma a los pies. Es cierto que Mags no puede pesar más de treinta y dos kilos, pero yo tampoco soy muy grande. De todos modos, seguro que he llevado cargas más pesadas. - Mags vamos.
Mags se mantiene quieta, observando el perimetro, le toma el hombro a Finnick y después le da un beso.
- ¿Mags? - pregunta el desconcertado y verla como se dirige a la niebla, trata de seguirla pero lo tomo del brazo mientras el sigue gritando su nombre.
- Finnick, tenemos que irnos. Tenemos que salir de aquí.
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Hola!!Espero les haya gustado, si es así saben que nos encantaría que nos apoyen dándole ✰
Cualquier duda u opinión es bienvenida en los comments ♥︎
H&F
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¿Quién eres? - En Llamas - Los Juegos del Hambre
Fiksi PenggemarDespués de los septuagésimos cuartos Juegos del Hambre, ___ y Peeta tienen que convencer al Capitolio sobre su "romance", pero las cosas pueden salirse un poco de control.