CAPITULO 26

241 21 11
                                    

—Te amo —me dijo de la nada.

Fue inesperado. Me encontraba pelando una mandarina, me giré hacia a el para poder verlo y el me sonreía con la boca cerrada.

—¡Erick!, Tu tía podría escuchar —le advertí en voz baja poniendo mi dedo índice en mi boca.

—Ella lo sabe —admitió neutral.

—Enserio —emití.

—Si, de hecho ella fue la primera persona en saberlo —suspiró.

—No lo sabía —le dije ignorando lo primero que había dicho y continúe pelando mi mandarina.

—¿Y entonces?, No vas a responderme —se puso frente a mi y cruzo los brazos haciendo mueca.

—¿Que? —mencioné haciéndome el tonto, y podía sentir que mi cara estaba toda roja.

—¿Dani? —hizo un puchero tan lindo que me dieron ganas de apretujarle los cachetes, abalanzarme hacia el y abrazarlo pero no lo hice.

Estábamos en casa de su tía y quería respetarla.

Rodé los ojos ignorando lo lindo que se veía y le pase por un lado para salir de la cocina. En eso se abalanzo hacia a mi y me rodeo entre sus brazos por detrás. Me detuve al instante y me giré para quedar frente a el. El sonrió y yo también, se acerco lentamente a mis labios y con la llena de su dedo pulgar derecho acaricio mi labio inferior para luego juntar sus labios con los míos.

Hacía tiempo que no lo besaba que lo deseaba tanto. Fue un beso simple y poco duradero sin nada de morbo, pero que trasmitía tanto amor verdadero, al despegar sus labios de los míos le sonreí y le respondí.

—Yo también te amo.

Me abrazo y está vez me dio un beso en la frente, seguido susurró a mi lado tomando aire.

—Vamos a estar bien.

—Lo estaremos —le dije abrazándolo fuertemente.

Nos quedamos durante un buen tiempo en esa posición, como si tuviéramos miedo a soltarnos y no encontrarnos. Hasta que su tía hizo presencia y nos sorprendió, lo alejé rápidamente de mi y el siguió comiendo su dulce mandarina como si no hubiera pasado nada, podía notar que estaba apenado al igual que yo.

—No se preocupen chicos el amor es para eso, para demostrarse cuando se sienta, cada vez que sea posible —dijo sonriendo.

Respire calmadamente mientras la observaba, seguidamente acerque una mano a la de el y le sonreí. Su comentario me hizo sentir seguro y libre de demostrar lo que deseaba.

—Por cierto hoy no vendré a dormir saldré con unos amigos así que no me esperes —le dijo a Erick mientras buscaba algo en unos cajones.

—Esta bien diviértete —le respondió él.

—Dani deberías quedarte a hacerle compañía —pronunció sería.

Trague grueso y sentí que la mirada de Erick recaía sobre mi esperando mi respuesta.

No respondí nada, solo la vi irse y así nos quedamos solos, bueno no solos, con los gatos.

Pasado unos minutos después de terminar de comer su mandarina y lavarse las manos, él habló, yendo a sentarse a los sillones de la sala.

—¿Te quedarás? —volteo a verme ya sentado, mientras cambiaba de canal con el control remoto apuntando a la televisión.

—No lo sé —dije algo indeciso agarrándome la parte trasera de mi cabeza.

—¿No quieres? —musitó sin mirarme, con la mirada fija en el televisor.

Dudé en aceptar pero le dije.

DIECIOCHO MOMENTOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora