CAPITULO 31

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Después de haber encontrado la prueba del delito, por decirlo así.

La verdad esque no pude evitar imaginar mil ideas de cómo eso había llegado hasta aquí. Y que por lo tanto Erick tendría que darme una explicación lo suficientemente creíble para que yo no entrará en desconfianza.

Incluso pensé en armarle toda una escena llena de celos y drama en venganza por como el había desconfiado de mi la otra ocasión en casa de su tía.

Mi cabeza estaba maquinando al cien, escogiendo las palabras correctas, redactando muy bien el guión que tenía preparado para vengarme de Erick. Pero el muy condenado no me dejó terminar. Y en cuanto lo vi cruzar por la puerta todo lo que había planeado se esfumó por completo. Y solo me quedé como idiota viéndolo sin poder reaccionar.

Ahí aplicaba perfectamente el ¡REACCIONA IDIOTA! junto con una grandiosa autocachetada.

Por un momento me sostuvo la mirada. Esperando quizás a qué yo le dijera algo. Y luego enarco una ceja y ladeó la cabeza junto con una sonrisa de desconcierto.

—Dani. ¿Parece como si fueras visto un fantasma? —la risa le salió sin que despegará los labios.

De acuerdo esa no era el encuentro que había imaginado.

—Hola —apenas y pude decir.

—¿Sigues molesto? —se acercó con precaución.

—No —negue con la cabeza.

—¿Entonces puedo abrazarte? —me preguntó, casi me pareció una súplica junto a esos ojos negros que al verme se podía ver qué las pupilas se le dilataban.

No le di una respuesta.

Solo me abalance a su anatomía y lo abracé. Dejándole en claro cuanto lo había extrañado. Pero sin olvidar lo del condón.

El también me abrazo y me apretó a su cuerpo.

—Te siento raro —me dijo al separarse de mi abrazo. Entrecerró los ojos para analizar bien mis gestos.

—No es nada —le dije junto a una sonrisa de boca cerrada.

Y esque aunque quisiera ignorar lo del condón no podía.

—¿Seguro? —entorno los ojos.

—Si —asentí.

Y entonces me tomo de la mano y me jaló para que nos sentamos en el sofá.

—Tu y yo tenemos mucho de que hablar —mencionó poniendo su brazo al rededor de mi cuello. —Te confieso que justo cuando entre y te vi me dieron ganas de llegar a ti y besarte desesperadamente pero, no quise parecer muy intenso —río ante su propio comentario.

Amaba su risa, amaba saber que era feliz.

Quise decirle que yo también quería lo mismo. Pero se me ocurrió algo mucho mejor que decir lo que quieres con palabras, así que simplemente lo bese. Al principio el no correspondió mi beso pero se que fue porque no se lo esperaba. Pero después me besó como tanto el quería, con esa desesperación de habernos extrañado tanto. Tuve que interrumpir el beso para preguntar lo que había planeado desde el principio.

—¿Tuviste sexo con alguien más? —mi voz salió casi agitada por la poca respiración del beso.

Mire sus ojos en busca de una respuesta pero lo único que pude ver fue el desconcierto que le causaba mi pregunta.

—¿Que? —hizo una mueca entre asustado y graciosa.

—Curiosidad —me límite a responder.

—¿Porque lo preguntas? —lo dijo con una nota que me indicó que le había causado algo de gracia.

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