CAPITULO 3

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—No me gusta como se me ve, me hace ver gorda —Villery le reclamaba a Esbeide por el aufit que le había sugerido. Hacía muecas de incomodidad y se reacomodaba lo que llevaba puesto.

—¡Estás loca!, Te queda genial hace notar tus curvas —Esbeide defendió con firmesa —¡Dani díselo! —me pidió apoyo.

—Te ves sexy —le dije y soné bastante creíble. Me mordí el labio inferior, la mire de arriba a bajo con cierto interés morboso. Ella río como si no me creyera, pero aún así esas palabras bastaron para relajarla. Su outfit consistía en un corto vestido negro abrillantado de tirantes delgados, que hacía notar sus atractivas piernas bien trabajadas en el gimnasio. Unas zapatillas no muy altas color oro, su largo cabello lacio color negro, un maquillaje muy natural que quedaba perfecto con esos ojos color ámbar tan inusuales que solo ella tenía. Le daban  un aire mucho más seductor y sensual, de mujer empoderada. Se veía tan atractiva, lograba llamar mi atención, que si no fuera por qué soy más gay que hetero con todo gusto le daba le daba duró contra el muro. La única chica que está ahora había logrado llamar mi atención, de lo poco que quedaba de mi heterosexualidad.

Esbeide por su parte también lucía linda, pero no tanto como Villery ante mis ojos. Su outfit era un poco más provocativo diría yo. Consistía en una falda corta color blanca muy entallada que la hacía ver con mucho más trasero. Una tipo blusa brillante color plata, como un top pequeño que apenas y lograba cubrir sus voluminosos pechos, un maquillaje mucho más llamativo y unas zapatillas negras. Su cabello castaño ondulado con mechones color rojo, que le llegaba hasta los hombros. Unos labios carnosos con labial rojo y ojos verdes completaban su llamativo aufit.

Debería sentirme más que agradecido por tener la suerte que todo chico quisiera tener, de salir junto a dos chicas tan guapas.

Yo por mi parte lucía bastante sencillo, no le dedique demasiado esfuerzo a mi vestimenta. Llevaba unos jeans azul una playera celeste sin nada de logotipos y unos tenis Nike color blanco con gris. Villery me había convencido de ir con ellas al dichoso antro. Prometió cuidarme para evitar terminar violado por su seductora amiga.

Nos reunimos en casa de Villery y luego de casi media hora de verse en el espejo y retocar sus maquillaje.
El Uber que habíamos pedido llegó y nos llevo a nuestro destino. Al llegar quedé sorprendido. Bueno a mi fácilmente me impresiono ya que no era el tipo de chico que salia a muchas fiestas y menos a lugares tan modernos como ese. Villery y Esbeide parecían muy tranquilas como si estar en un sitio así les fuera de lo más normal. No era un lugar cualquiera estaba modernamente decorado, luces de colores y efectos especiales, bartenders sirviendo bebidas, una pista de baile amplia como las que había visto en las películas, muchas parejas bailaban al ritmo de la música. Me tomé el tiempo necesario para mirar mis alrededores, habían muchas chicas lindas muy bien vestidas, y obviamente no solo chicas, si no también chicos muy guapos con un gran porte de masculinidad.

En mi momento de alucinación por el lugar, logré escuchar una voz chillona—¡Voy a conseguirnos algo de tomar!—Esbeide grito en mi oído y desapareció. Villery y yo nos dirigimos a una mesa y nos sentamos, pasado unos minutos Esbeide volvió bailando al ritmo de la música con dos botellas de alcohol y unos vasos pequeños de vidrio, no sabía de qué marca eran pero se veían finas.

—Bueno, a lo que venimos chicos —Esbeide dijo animada, mientras servía el alcohol. Lo cierto era que yo nunca había bebido alcohol, a lo mucho que había llegado a probar era la típica cerveza. Pero obviamente no iba a decirlo. Tome el pequeño vaso y me lo bebí de un solo trago, al sentirlo bajar sentí como si raspara y lastimara mi garganta, pero no me importo, tome la botella y volví a servirme.

—Salud —Villery also su vaso. Ella me miraba curiosa y divertida.

—Salud —respondió Esbeide, copiando su ademán. Yo hice lo mismo, y está vez ya no se sintió tan mal. Seguimos en esa secuencia por un buen rato, bebiendo y haciendo bromas. Empezaba a sentirme un poco mariado pero nada grave. Esbeide nos jalo a la pista de baile. Empezamos a movernos al ritmo de la música. Me deje llevar por un momento, y cuando me di cuenta Villery ya no estaba en nuestro grupo, se encuentraba bailando con un tipo y yo con Esbeide ella me bailaba a mi. Estaba demasiada pegada a mi cuerpo sus movimientos eran lentos pero con ritmo, se sabía mover bien. Por un instante pensé en tomarla de la cintura pero me detuve, aún estaba en mis cinco sentidos o bueno en cuatro. Aunque solo reía tranquilo y relajado. Y ella me miraba con malicia seductora. Se acerco un poco más quedando a pocos centímetros, tomo mi rostro entre sus manos y me besó, fue más bien una succión, un contacto lengua con lengua. Confundido por lo que acababa de pasar intenté regresar a la mesa pero fracase cayendo al piso. Solo pude sentir cuando alguien me levanto.

Sentado ya en la mesa y un poco más en juicio me di cuenta que Villery estaba sentada a mi lado—. Ya estás mejor —me preguntó, sonaba algo preocupada.

—Si —pude responderle.

—Creo bebímos de mas —ella río y se dejó caer en mi hombro, también estaba ebria, y sonreía como estúpida como si le estuvieran contando un chiste. Me pareció linda y me quedé enbobado observandola, ella lo noto y también me miró fijo por unos segundos, con esos ojos tan inusuales color ámbar. No se cómo mierda pero cuando abrí los ojos me percate de que la había besado. ¡Había besado a mi amiga! Ella no parecía sorprendida ni tampoco molesta, no pude decifrar la expresión en su rostro, lo único que se es que le había gustado, tanto que está vez fue ella quien me besó y el beso duro más. Fue un beso con mucha pasión como si ambos nos desearamos. El beso finalizo cuando alguien nos interrumpió. Se trataba de Esbeide. Al separar nuestros labios caímos en sí, de lo que habíamos hecho. Ambos estábamos apenados. Y desconsertados. Esbeide parecía más ebria que nosotros apenas y podía mantenerse en pié, por lo que no se percató del beso.

—Deberíamos irnos —Villery sugirió. Le tome la palabra y sacamos a rastras a Esbeide quién no podía ni caminar había bebido demasiado.

Durante el camino a casa ninguno mencionó nada el ambiente parecía tenso. Esbeide dormía y se despertaba por momentos gritando que quería más alcohol parecía una loca. La cabeza me daba vueltas pero aún así estaba consiente de lo que había pasado, a mi parecer todo había sucedido demasiado rápido y me costaba ordenar todas las escenas. Lo que claro estaba era que en una sola noche me había besado con dos chicas. No podía creermelo. Era algo muy alucinante. Y entonces, ese chico mirándome con esos ojos negros profundos invadió mis pensamientos. Si Erick se llegará a enterar se molestaría, o quizás le valdría un pepinillo. Así como le valió que yo me le declarará.

Al día siguiente como era de esperar, me desperté con mi primer recaca pos haberme emborrachado hasta más no poder. Sentía que la cabeza me iba a explotar y lo peor tenía el estómago revuelto apunto de vomitar. Vomité todo lo necesario hasta que mi estómago sintió “paz”, por decirlo así.  Jure nunca más volver a probar el alcohol. Y entonces todo empezó a reproducirse en mi mente como si fuera un vídeo al que le das play. Recordaba absolutamente todo, y como así, hubiera deseado ser de las personas que cuando se emborrachan al día siguiente no recuerdan ni mierda, tristemente no era mi caso.

Joder besarse a dos chicas en una sola noche no era nada normal, no para mí . Y hasta cierto punto lo de la metida de lengua de Esbeide lo podía pasar por alto, porque era una calenturienta que me traía ganas. Pero Villery, mi mejor amiga, ahí cambiaba la cosa. Me arme toda una ilusión donde ella no recordaba nada, pero solo era una suposición que deseaba acertar.

Necesitaba desahogarme con alguien, con mis amigos, y ¿quienes eran mis mejores amigos? Erick y Villery. Ni de loco le contaba a Erick y Villery no ni madres, no me atrevia ni a verla, si de ella era de quién quería hablar. La cabeza empezó a dolerme más, y ahí supe que debía tranquilizarme. Eran unos simples besos, todo muy normal, los amigos se besan y con más razón si había alcohol en la sangre. Existía una justa y comprensible excusa. Y no era mi culpa. Yo solo era una víctima. Traté de justificarmelo todo.








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