Capítulo 33

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Cerré los ojos un momento volviendo a la realidad. Y al abrirlos el seguía sobre mi. Su respiración era agitada y podía oír los latidos de su corazón. Le agarré el mentón con una mano, atrayendo su atención.

—¿Estas listo para continuar? —le susurré ya más calmado, pero aún excitado.

El sonrió ampliamente.

—Cuando gustes —me dijo y sonrió perversamente.

Estaba apunto de sellar sus labios con un beso, y continuar con todo lo que mi cabecita había maquinado con mucha perversión pero alguien nos interrumpió.

Lamentablemente.

Plis no odien al personaje. Jejeje

La puerta principal que quedaba al frente del sofá donde estaba sentado, se abrió. Y por la misma entró un chico rubio de ojos verdes. Deduci que se trataba de su compañero de apartamento. La expresión en su rostro se me hizo muy graciosa. Fue como de que mierda es esto. Venía comiendo un elote pero se detuvo en seco cuando vio la posición en la que nos encontrábamos.

Sí, me causo risa, pero también estaba apenado.

Erick se me bajo de encima al instante y como pudo guardó su miembro, y se puso la camisa. Parecía nervioso, apenado. Y lo vi ponerse un poco rojo.

La sonrisa seguía en mis labios, sin ningún descaro. Pero esque la situación lo ameritaba. El caso fue que yo me quedé tan embobado en la situación que no recordé que tenía “algo” al aire libre. Si no hasta que Erick  mencionó mi nombre entre dientes, fue que caí en cuenta de ello.

Lo mire con desconcierto y luego mire al chico rubio, pero mis sentidos no reaccionaban. Se que Erick en ese momento quiso darme una cachetada de REACCIONA IDIOTA pero no lo hizo. Lo que se le ocurrió al ver qué yo estaba en la sexta dimensión de no se dónde, fue lanzarme un cojín para cubrirme. Para cubrirlo a “el” que de seguro estaba igual de asustado.

Tome el cojín y me cubrí, lo cubrí.

El rubio seguía aún con la boca abierta sin terminar de masticar los granos de elote que tenía en la boca. Sentí pena por el. Deseé que no quedará traumado. Pobre chico.

Erick habló primero para sacarlo del Sock en el qué se encontraba.

—Una disculpa Aldo —Erick mencionó serio, pero a la vez nervioso. Mientras caminaba en un solo sitió.

—No, son tus cosas —apenas y pudo pronunciar el rubio.

Tan rápido como pudo el chico se escabulló entre el pasillo directo hacía su habitación.

Apenas y vimos que desapareció, ambos estallamos en risas. Pude haber pensado que sería todo lo contrario pero no fue así. No paramos de reír por un rato hasta que el estómago empezó a dolerme.

Después del ataque de  risas. Quedamos exhaustos. Recordé lo que había pasado hace unos minutos y me puse nervioso y rojo como un tomate, y es que eso de ser macho alfa ya se me había pasado, y ahora con solo mirarlo me intimidó. Era como si las posiciones fueran vuelvo a su lugar.

—Pobre chico, no debió ver eso.

Erick rompió el extraño silencio que se había formado.

—¿Crees que se molestará? —dije casi con culpa.

—No, no creo —mencionó seguro.

—Ojalá —le dije y tome un pequeño suspiro.

Aún seguía sentado en el sofá, pero ya había metido “eso” en su lugar correspondiente. Mientras que Erick estaba parado a un lado de la puerta.

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