• | Capítulo XIV | •

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Cerró la puerta tras ella, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina para sacar las compras de la bolsa, se puso el delantal y lo ato a su cintura.
Comenzó a preparar la lasaña, miró la hora en su teléfono y recién eran las 13:08, aún tenía tiempo suficiente, y mientras cocinaba se preguntaba que le pasaba a Andrew ¿Estará enfermo? Le preocupaba bastante, sus ojos estaban rojizos e hinchados, aunque sabía que podía ser que él estuviera llorando prefería abandonar la idea, pero ¿Por qué lloraría? O una mejor pregunta ¿Por quién? Muy en el fondo, esa pregunta le provocaba celos ¿Por qué celos? Porque tal vez se acordaba de alguien que fue muy especial para él, o podria ser una completa patética que no pensaba en que Andrew podría extrañar a su madre.
Azotó el cuchillo sobre la barra y sacudió su cabeza, tratando de sacar todos sus pensamientos.

—¿Qué estas haciendo Iris? — se preguntó así misma —Estas actuando como una niña patética, celosa y ni deberías de estarlo — se reprendió por actuar así.

Volvió a la preparación de su cena, tratando de pensar mejor en qué usaría, y que temas podría entablar con su amigo, de la emoción había olvidado el nombre del chico, se dio una palmada en la frente después de decirse “tonta”.
Una vez lista la lasaña, la dejó en el horno para seguir con su pay de manzana, aunque sabía la receta de su mamá a la perfección, nunca podía igualar el sabor. Levantó la vista para mirar el reloj, 14:56, aunque todavía tenía tiempo no debía confiarse, pues aún faltaba que se duchara y que usaría.
La casa se impregnó del aroma de manzana y canela, tenía al fin todo listo, exactamente el reloj mostraba las 16:05, subió corriendo las escaleras y entró con calma a la habitación, Andrew aún permanecía dormido, se acercó a su closet sacando unos jeans de color azul claro y una camisa cruzada de color negro, con una cinta que se ataba alrededor de su cintura.
Tomó su ropa y entró al baño, una vez que terminó se envolvió en una toalla blanca y con otra más pequeña secaba su cabello frente al espejo que estaba empañado por todo el vapor, sacudió su cabeza lanzando todo el cabello hacia la espalda, paso rápidamente la toalla por el espejo, y sobre su hombro solo encontró la mirada grisácea de Andrew, no supo que hacer o como reaccionar pues ella jamás lo había visto sin camisa.
Dio un par de pasos, quedando detrás de ella, la sujetó por los brazos, lo cual sólo la hizo estremecer. Subió su mano izquierda hasta el hombro de la chica acariciándolo con la yema de su pulgar, se acercó a su oído susurrando “eres tan hermosa” a lo que ella por inercia trago saliva pesadamente, ella quiso darse la vuelta, pero los brazos del chico rodeando su cintura se lo impidieron, enderezó la vista al espejo, admirando los brazos de Andrew rodeandola.
No era un chico tan musculoso pero tampoco delgado, tenía un cuerpo atletico, pero más que su cuerpo, lo que en verdad la volvía loca eran sus preciosos ojos grises a juego con su cabello despeinado.

—Quiero quedarme así contigo, siempre.

—Andrew...

—No quiero que ninguna fuerza del universo me separe de ti... A menos que tú lo quieras.

—Jamás querré estar lejos de ti.— se dio la vuelta encarando a Andrew, miraba sus labios pero no lo besaría por más que lo anhelara.

—Yo también quiero hacerlo, pero hay una razón muy importante del porque no te he besado, lo único que puedo permitirme hacer, es esto.— tomó entre sus manos las mejillas de la chica y depósito un beso en la comisura izquierda.

—Esto me basta por ahora, sé que tienes una razón y que me la dirás en el momento adecuado.— acaricio la mejilla de Andrew, mirándose fijamente, porque para ellos mirarse era como comunicarse.

• 𝑻𝒉𝒆 𝑲𝒊𝒔𝒔 𝑶𝒇 𝑻𝒉𝒆 𝑫𝒆𝒂𝒕𝒉 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora