Despertó a mitad de noche, las luces de la habitación estaban más tenues, se sentía atemorizada en ese lugar, sola, y que nadie le dirijiera la palabra. Miró a cada extremo de la habitación, dejando llenar su cabeza una vez más de pensamientos, primero ¿Como Alexander podría dejarla? Solo así, desaparecer de un momento a otro, cuando ella estuvo para él, no pudo evitar aquel nudo en la garganta, acumulando las lágrimas en sus ojos, sintiendo que la vida se le iba, o por lo menos una gran parte de su vida. Segundo, ¿Por qué ese chico había ido? Ella era una completa extraña ¿Por qué era tan amable con ella? Y por último ¿Donde estaba su madre? En todo el día no se había aparecido por el hospital.
Horas y horas pasaron hasta que por fin sola pudo conciliar el sueño una vez más, realmente no había mucho que pudiera hacer más que solo dormir.
Al soñar solo podía notar un cielo estrellado, el más hermoso que había visto en toda su vida, estaba recostada en el césped, rodeada de lavandas que inundaban sus fosas nasales. Se levantó, sin tener idea de cómo había llegado a ese campo, tampoco tenía la bata blanca del hospital ¿Estaba soñando?
—Estas aquí— se giro al escuchar esa voz, era el chico de ojos grises.
—Andrew— le respondió, sin siquiera preguntarse que estaba haciendo él ahí.
—Iris— musito, regalandole una sonrisa y acercándose a ella con lentitud.
La chica levantó la cabeza, mirando con un poco más de atención sus ojos.
—Tienes ojos hermosos—musito sin despegar la vista.
—No son tan hermosos como los tuyos— pasó su pulgar por la mejilla de la chica no sin antes mover un mechon de cabello que se había quedado entre las pestañas de Iris.
Se sintió incomoda al principio, pues era muy reciente su ruptura con Alexander, pero él tenía algo que le transmitia tanta paz, su rostro, el mirar sus ojos, ni el cielo mismo era tan hermoso como ellos.
—¿Por qué me miras?— pregunto confundido.
—Eres hermoso, tus ojos me provocan mucha paz— hablaba sin detenerse a pensar en lo que decía.—Si yo te dijera que tus ojos son los más hermosos del universo ¿Me creerías?—respondió —No tienen nada de especial, son comunes—
—Para mí son los ojos más hermosos del mundo, por el simple hecho de que son tuyos— extendió su mano ante la joven. —Vamos— ella solo tomo su mano, mientras caminaban por aquel jardín, admirando la noche estrellada, mientras sujetaba el brazo de Andrew.—Cuéntame de ti, ¿estudias?— pregunto repentinamente.
—Si, estoy cerca de graduarme de la universidad como abogada, vivo con mi madre, mi padre murió hace un año en un accidente de auto, tenía novio, aunque no es importante hablar de él.
—No, no es importante hablar de él— tomó su mentón obligandola a mirarlo —Al final no sabe la hermosa persona que dejó ir, pero ahora yo tengo un problema——¿Cuál?— respondió confundida.
—El simple hecho de verte me provoca una alegría inmensa, y tal vez es egoísta, pero me alegra lo que paso, por que ahora, sé que no quiero que te alejes de mí, ni ahora ni nunca.
—No me conoces, no sabes nada de mí— respondió rápidamente.
—No necesito veinte años para ver que eres perfecta, absolutamente perfecta— no pudo evitar sonrojarse, miraba fijamente al chico, y como él miraba sus labios, queriendo acercarse pero cuando parecía que por fin lo haría, terminaba retrocediendo.
—Disculpa, sé que no debo hacer eso— se dio la vuelta cerrando sus ojos y suspirando.
—No tienes que disculparte Andrew— se giro encarando a Iris, tomando sus manos guiandola hasta un enorme y frondoso árbol, al mover las largas hojas era como entrar a un lugar secreto donde en medio la luz de luna iluminaba, él se sento mientras ella lo siguió, le contaba de sus gustos, y las cosas que había aprendido en la universidad, conforme ella hablaba él quedaba más fascinado, pero parecía que una melancolía lo inundaba con cada palabra que decía, las horas habían pasado y ella había recargado su cabeza en el regazo de Andrew, se podía notar como el amanecer llegaba, ella se había quedado dormida ante las caricias de él en su cabello, la luz del sol se reflejaba en los ojos del joven, estos se cristalizaban una lagrima comenzaba a escurrir por el rabillo del ojo.Al despertar podía notar las paredes blancas de nuevo, y que vestia de nuevo aquella bata de hospital, ¿En serio lo había soñado? Pero, ¿Por qué con Andrew? Apenas si lo conocía, morían de hambre, por inercia se giro a la derecha y ahí estaba una charola con comida, seguramente la enfermera la había traído mientras dormía, se sentó en la camilla para acomodar la charola en sus piernas y comer, se comenzaba a aburrir de estar ahí acostada, sin poder hacer nada. Necesitaba salir de ese lugar, ver a sus amigos, su madre aún no la había ido a ver.
Se recostó nuevamente contemplando la ciudad por la ventana que tenía a su lado, por un momento su papá llegó a su cabeza, pensaba en cuanto lo extrañaba, en la falta que le hacía, en cómo la vida se lo había arrebatado, no pudo evitar llorar al recordar sus abrazos, sus consejos, la risa tan característica de él, tan llena de vida y un día solo desapareció, y ahí una parte muy grande de ella murió.
—Mi niña hermosa, aquí esta mamá— dijo aquella suave voz cruzando el umbral de la puerta.
—Mamá, te extrañe tanto, estar aquí parece una eternidad— le respondió como si fuese una niña pequeña.
—Todo estará bien cariño, pronto te recuperarás y volveremos a casa, ¿si?— se acerco apartando el cabello de Iris de su frente y depositando un beso, la abrazo con cuidado de no lastimarla
—Te amo mamá— dijo correspondiendo a su abrazo.
—Te amo hija, nunca lo olvides— se quedó cerca de cinco minutos con ella, acariciando su cabello, y sujetando su mano.
—Tengo que irme cariño, mañana volveré para el horario de visitas—Fue lo último que dijo, soltando con cuidado su mano y depositando un último beso en su frente, saliendo de la habitación. Nuevamente se quedó sola, solo suspiro aburrida, no le gustaba estar ahí, quería volver pronto a casa.
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• 𝑻𝒉𝒆 𝑲𝒊𝒔𝒔 𝑶𝒇 𝑻𝒉𝒆 𝑫𝒆𝒂𝒕𝒉 •
Romance¿Qué es la vida? La vida no es más que un instante en la Tierra, la vida es tan corta como soplar una vela, se va en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué es la muerte? Es el cese irreversible de las funciones vitales del organismo. Pero, ¿Quién es Andrew...