Embroidery of the stars
Undress my feelings for this earth
Send me your saliva to heal my scars
And let this nakedness be my birthA la mañana siguiente Fernanda se despertó sintiendo un vacío, se encontraba desnuda en la cama de Astrid, sin que la gótica estuviera cerca. Su corazón se angustió, muchas imágenes regresaron a su mente de la noche anterior, donde habían hecho el amor. Sus cuerpos juntos en una danza frenética de éxtasis, donde la dibujante había trazado el orgasmo de la bajista un sin número de veces, diciéndole que la amaba. Aun sentía sus manos sobre ella.
Gruesas lagrimas amenazaron con caer por su rostro.
Se abrió la puerta del cuarto de Astrid quien estaba cubierta por una bata negra, con una charola de comida para encontrarse con el rostro bañado en tristeza de Fernanda, que al verla, su mueca se convirtio en un pequeño puchero señalándole el lugar vacío que había dejado mientras se cubrió su desnudes con las sábanas.
—¿Qué tienes princesita? —cuestionó Astrid poniendo la charola en su escritorio.
Se acercó a donde estaba su amada, tomó su rostro en sus manos, limpiando sus humedecidos ojos con sus pulgares mientras besaba su frente.
—No estabas.
El susurro de Fernanda mostró su melancolía, se sentía tonta, pero era algo que la angustiaba, se había asustado por la ausencia de su amada pensando mil y una cosa.
—Pensé que solo me habías usado —musitó bajando su cabeza, haciendo entender la situación a Astrid quien se ponía de rodillas enfrente de ella acariciando su rostro.
—Entiende algo princesita y quiero que te lo grabes muy bien, nunca te voy a dejar, solamente si me lo pides y aun así te rogaría por estar a tu lado —dijo la gótica mientras besó los labios de su amada—. Comprende eso pequeña, estoy completamente enamorada de ti.
Esto le ganó una tímida sonrisa por parte de la bajista.
—¿No te importa que sea más chica que tú? —preguntó Fernanda sin despegar la vista de ella.
Esto le daba miedo a la bajista, ser de menor edad que Astrid, quería poder llegar a los estándares de la gótica y sentía que no podía al tener sólo diecinueve años
—No claro que no, digo ¿Qué son tres años? —respondió sonriendo la gótica, siendo que ella tenía veintidós años.
—Aparte eso es mucho más sexy, te puedo tratar como la princesita que eres— susurró al oído de la bajista cosa que la puso muy roja —. Aparte todo esto, es riquísimo.
Subió su mano a uno de los pechos de la bajista ocasionando que su bochorno se incrementara dejando escapar la músico un ligero gemido.
Mordió el lóbulo de la chica tatuada haciendo que nuevamente dejara salir un pequeño gimoteo.
—Gracias por ayer —dijo entre jadeos Fernanda —, me hiciste sentir bonita.
Esto hacía que Astrid se detuviera, viéndola a los ojos.
—Tu eres hermosa Fernanda, quiero que eso siempre lo tengas en cuenta.
—Mis cicatrices dicen lo contrario
Escondió sus muñecas bajando la mirada, a lo cual Astrid agarró las manos de la bajista en las suyas volteándolas para besar las laceraciones que tenía de tiempo atrás, cada roce de los labios de la gótica hacía que Fernanda suspirara por ello, la estaba haciendo estremecer.
—Gracias por cambiar mi vida —susurró la muchacha —, me has devuelto las ganas de seguir viva.
Dichas palabras causaban un gran peso en Astrid, no solo de felicidad sino también de dolor, al saber que su amada niña había sufrido mucho, que toda su máscara de chica mala era para que no la siguiesen lastimando.
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La nota perfecta (Editando)
RomanceFernanda Lancaster, una de las estudiantes más populares de la Universidad de Boston, cursando la carrera de producción musical, es también bajista de la banda de Deathcore Beyond the Light. A sus veintidós años, Astrid Lowllet sueña con montar una...