Take every memory ingrained in me
Erase it from my thoughts so I can sleep
I'd give anything to feel no pain
Name your price and take the past away
Take every memory ingrained in me, in meEllas le hablan. Cada sonido, cada susurro está en su cabeza. Jamás será alguien cuerdo. Esas voces malditas le recuerdan su cercano dolor, su horrible desesperación. Las alucinaciones; los motivos de las lágrimas; el pesar de nunca pertenecer a nada. La agonía de las miradas de aborrecimiento, de lástima, de animosidad, aquellas que siempre recibe, permanecen en su mente rota.
No hay buen augurio para ella. Está envuelta en aquel enigmático palacio de la locura donde su resquebrajada mente se hunde en un angustioso sentimiento de infravaloración. Es una pequeña niña destrozada, sin futuro, llena de miedo y sin esperanza.
Parada al filo del abismo ella ve una lúgubre oscuridad. Sus demonios la carcomen, su corazón se desbarata con cada susurro de las voces que la hacen llorar. Esas palabras malditas de desasosiego fulminan sus esperanzas, apagan su luz, dominan su mente.
Su atroz existencia la lleva a buscar un ansiado final. Un enmarañado bosque de sombras. Ese efímero plenilunio de cordura solo le muestra qué tan quebrado está su espíritu, que tan pusilánime es su realidad.
Su mente es un abismo de dolor, un tétrico valle de sombras que extingue su poca lucidez, sus enredados sentimientos en una destrozada psique que sobrelleva su cordura rota. Está destruida.
No vale nada. Su corazón está marchito cual rosa en el frío invierno. Tal como la putrefacta fruta caída del árbol, aquel gélido sentimiento de muerte en vida. El roce de la desesperación; el beso de la extinción estelar.
Es indigna. Su mente es un caleidoscopio de emociones y susurros. Está rota; su cabeza, contaminada y su alma, hecha trizas.
Y, de la nada, esos ojos grises sostienen su mundo, como si su existencia dependiera de ellos. Cálidos, llenos de vida y cariño apagan sus demonios; recuperan su mente; curan su alma.
Hermosos orbes grisáceos, benditos entre todos los luceros del zenit.
ESTÁS LEYENDO
La nota perfecta (Editando)
RomanceFernanda Lancaster, una de las estudiantes más populares de la Universidad de Boston, cursando la carrera de producción musical, es también bajista de la banda de Deathcore Beyond the Light. A sus veintidós años, Astrid Lowllet sueña con montar una...