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Isabel Brown.

Yo no entiendo, pero lo intento, en serio que lo intento; pero no logro comprender cuál es el afán por despertarme temprano en la mañana cuando se supone que partiremos hasta el anochecer. Mis ojos se vuelven a cerrar sin quererlo, el sonido de la puerta siento azotada o bueno... en realidad solo están tocando sin parar, gruño y me doy media vuelta sobre el colchón.

Me levanto de la cama y con pasos perezosos me dirijo hacia la puerta, los toques en ella se vuelven insistentes hasta que la abro y sin fijarme en quién puede ser, la dejo abierta y vuelvo a dirigirme hacia mi cama.

—Meeeeeer—reconozco la voz de Lucas, quien sigue mis pasos.

—Cuñadaaaa—caigo sobre la cama cuando escucho el segundo grito. Me envuelvo como burrito, intentando esconder mi rostro entre las cobijas.

—Cinco minutos más—pido, mi voz saliendo distorsionada al hablar manteniendo mi cuerpo boca abajo.

—No tenemos cinco minutos más—Lucas trata de quitarme las sábanas, sin embargo, no le dejo la tarea fácil al mantenerla enredada en medio de mis piernas.

—Vaya, pensé que esto sería más sencillo—escucho murmurar a Jace, mientras intenta desenvolverme.

Me cubro con la sábana hasta debajo de mi nariz.

Siento la cama hundirse bajo el paso de un cuerpo, luego siento unas manos tomar la sábana desde mis hombros y llevarla hasta mis pies, destapándome, dejándome sentir el frío del aire acondicionado.

—¡A levantarse, soldado!

Gruño mientras, aun con los ojos cerrados, me siento sobre la cama.

—Ustedes son los peores, ¿lo sabían?—froto mis ojos, perezosa.

—Somos tus angelitos de la guarda—reconozco la voz de Lucas al decirlo.

—Los angelitos de la guarda no me despertarían a las...—abro un ojo para fijarme en el reloj digital en la mesa de noche—, siete de la mañana.

—Pues mira, te has llevado un dos por uno—abro mis ojos con lentitud dejándome ver a Jace sentado a mi lado, y a Lucas abriendo la puerta del baño en una clara indirecta, antes de seguir hablando—. Angelitos de la guarda y alarmas de tiempo completo.

—¡Súper!—celebro con ironía, me levanto de la cama bostezando antes de irme directo al baño.

Tomo una ducha ahuyentando el sueño de mi sistema, para cuando salgo del baño la puerta de la habitación está cerrada dándome privacidad para buscar mi atuendo para el día de hoy, me visto y abro la puerta dejándome ver a los hermanos recibiendo un desayuno en la puerta principal.

Desconozco completamente las intenciones de ambos al levantarme a tales horas de la mañana, decidida a despejar mis dudas, me acerco a ambos.

—No responderemos a ninguna pregunta—Jace logra decir antes de que comience a hablar.

—Pero-

—Ninguna pregunta—esta vez es Lucas el que habla.

Una sonrisa ladina se forma en mi rostro.

—Muy bien, entonces buenas noches—y comienzo a caminar nuevamente hacia la habitación.

—¡Atrévete y lo que recibirás es un manguerazo para que vuelvas a levantarte, señorita!—grita el hermano menor, podría jurar que a todo pulmón.

—Voy trayendo la manguera—dice Lucas, levantándose de su silla.

Les dirijo una mirada fulminante a ambos, continúan comiendo ignorándome por completo.

Counting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora