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Nota: ¡Atención aquí, van a ocurrir varios cambios en los personajes que estarán narrando!, sin más por decir, disfruten. <3

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¿Galletas?

Dejo mi bolso sobre la encimera, camino en círculos buscando mi teléfono y lo encuentro cuando Carlota me lo tiende.

—Gracias—susurro en un suspiro.

—No pierdes la cabeza porque la tienes pegada al cuello—ríe.

—Ya perdí otra cosa que no tenía pegada al cuerpo—murmuro, buscando mis llaves con la mirada.

Aparecen en mi campo de visión cuando las empuja hacia a mi desde el otro lado de la isla.

Me mira elevando una de sus cejas.

—No sé qué haría sin ti—le sonrío, tomando las llaves y guardándolas en mi bolso.

—¿Recuerdas... cuando me hablaste de la discusión que tuvieron tu y Lucas?—pregunta y asiento.

Bueno... no me pueden culpar, yo quería hablarlo con alguien para saber si mis decisiones no fueron... apresuradas y ella me escucho abiertamente.

Siempre lo ha hecho.

—¿Cómo sabias que gritarle las cuarenta iba a ser algo tóxico?—pregunta—. Digo, no es como que te haya visto con alguna otra pareja para poder deducirlo...

—Que directa—rio.

—No me dejes con el chisme así—se queja, tirándome la toalla húmeda que utilizaba para limpiar las vitrinas.

—¡Bien! ¿Recuerdas cuando Ky8 consiguió novia?—pregunto, sentándome en un taburete.

—Como olvidarlo... sus rostros estaban por todos lados...

—Bueno... maso menos así, recordé sus peleas, la manera en la que se gritaban el uno al otro y cuando Ky8 revisaba su teléfono todo el tiempo en mi oficina para que ella no lo descubriera.

Asiente con lentitud.

—Que horribles eran juntos...—susurra.

—Siempre lo viví de cerca, supongo... y descubrí que eso no era lo que yo quería para Lucas y para mí.

Ella asiente y me sonríe con dulzura, su sonrisa pronto se borra y sus ojos se inundan de lágrimas, baja su cabeza avergonzada, intentando ahogar sus sollozos.

—¿Qué sucede, Carlota?—me dirijo hacia ella, rodeando la isla. Abrazo sus hombros sintiendo como se sacuden cuando llora en silencio.

Niega con la cabeza repetidas veces.

—Es... mi nieta.

—¿Qué ocurre con ella?—pregunto, quitándole su bonito cabello blanco del rostro.

—Me recuerda tanto a ti...—sorbe su nariz, y finalmente me observa—. Yo, no sé qué hice mal al criar a mi hijo.

—¿Por qué dices eso, Carlota?—susurro, acariciando sus hombros en un acto reconfortante.

—Porque él...—un sollozo le impide continuar—. Ha enviado a mi Bella a un circo... solo porque no le agradaba la idea de que bailara ballet.

Frunzo mi ceño, y niego con la cabeza, abro mi boca pero nada sale.

—Dice que ahora está donde siempre tuvo que haber estado desde el primer día en que inicio a bailar—cubre su rostro con sus manos—. Yo no le críe así.

Continuo con mis caricias en su espalda.

—No es tu culpa, Carlota—le susurro.

—¿Cómo no lo va a ser?

Counting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora