Estaba quieto, con las manos sujetas bien fuerte a la mesa de la cocina, los labios lastimados de tanto morderlos y los ojos rojos de tantas lágrimas que caían y rodaban por sus mejillas. Su cuerpo estaba ahí, donde su padre le embestía con brutalidad en la cocina mientras gruñía, pero su mente estaba en otro lado. En la cocina dentro de la cafetería con su hyung, charlando con sus mayores y riendo mientras bebían té; en la casa de Seokjin y Namjoon, donde le acogían como si fuese su propio hijo y en los brazos de su madre, que de seguro le estaría meciendo mientras canta una canción de cuna, en un intento por parar su desconsolado llanto. Su padre le pega una nalgada fuerte y le ordena con su voz de mando que gima, que ya está cerca y que quiere venirse escuchando su nombre. Jungkook obedece asqueado y con la voz quebrada. La espalda le duele horrores y sus piernas ya están dormidas luego de tanto estar quietas. Los gemidos roncos y la respiración agitada de su padre le dan la señal de que ya está cerca. Dicho y hecho, por que el alfa se corre dentro suyo luego de unos milisegundos.
Cuando llega al trabajo siente que el nudo de la garganta y las lágrimas amenazan con salir disparadas sin permiso, pero saca su botella de agua de su mochila y bebe un gran sorbo para luego respirar profundamente unas tres veces.
El momento de atender a los clientes llega muy pronto y la tarea se le dificulta en demasía cuando por cada paso que hace la espalda le duele y su lobo gime molesto.
-Jungkookie, ¿te encuentras bien? -le preguntó Seokjin posando su mano sobre el hombro del menor-. Te ves cansado, cariño, mejor ocúpate de la caja, así descansas un rato, ¿de acuerdo?.
-Sí, hyung -respondió caminando hacia la banqueta alta frente a la caja registradora.
Atendió a varios clientes y preparó unos pocos cafés desde su lugar, sin moverse mucho. Esperaba que ese alfa castaño de sonrisa acorazonada no hiciera presencia a esas horas en el bar.
Eran apenas las nueve y media de la mañana. El lugar estaba tan concurrido como de costumbre. Por eso, en parte, Jungkook agradeció el estar sentado cobrando a los clientes. Su espalda se sentía bastante mejor, sin embargo en su pecho todavía se sentía un nudo que le impedía respirar correctamente.
Haciendo uso del pequeño tiempo libre que tenía, tomó una servilleta pequeña del costado derecho y un bolígrafo. Con trazos delicados y paciencia, garabateó una rosa, coqueta y elegante. El sólo mirarla le hizo recordar a su Jin hyung, mientras llevaba su mano izquierda a su mentón, para terminar con los últimos trazos hasta que quedara perfecta. Se veía viva, radiante aunque no tuviera su característico color rojo. Y entonces deseó poder sentirse así en algún momento.-Disculpa -llamó alguien sacándolo de sus pensamientos. El omega elevó la mirada, encontrándose con ese par castaño de orbes simpáticos-. ¿Hoy no trabajas de mesero? -le preguntó el alfa, amigo de Namjoon con una sonrisa pequeña.
Jungkook sintió su estómago cosquillear, mientras su lobo batía la cola como un cachorro. Los ojos de ese alfa brillaban como estrellas y su aroma mezclado con un poco de colonia varonil le parecía más sabroso de lo normal.
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Alfismo- |Hopekook|
FanfictionTanto en familias adineradas como en las de bajos recursos, las tradiciones se podían seguir apreciando a simple vista. El alfismo como sistema de organización del mundo que, según muchos, era por excelencia el más efectivo, había marcado el destino...