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—¿Estarás bien? —le preguntó Mingyu con voz gentil.

—Sí, tranquilo —sonrió el azabache.

El más alto le miró por unos segundos antes de agacharse apenas para abrazarlo fuerte.

—Bien. Sabes que puedes llamarme si algo ocurre.

—Sí, gracias.

Tras dos sonrisas silenciosas, el omega pelinegro salió de la casa y el azabache se encerró nuevamente, en espera de su alfa.

Hoseok se había bañado por completo, estaba impecable y ahora se rociaba supresor y perfume en todo el cuerpo. Jiwoo lo esperaba en la puerta, lista para llevarlo de vuelta a casa. Se despidió de su cuñado y fue con prisa donde su hermana.

—Noona, ¿no huelo a alfa promedio?.

La mayor se alejó con asco enseguida, cuando el castaño acercó el cuello para que oliera.

—Cielos, Seokie, apenas percibo tu aroma. Y tu colonia es muy fuerte —chilló cubriendo su nariz con sus dedos.

—Excelente. Podemos irnos —declaró saliendo por el pórtico.

Jiwoo cerró la puerta con llave y se subió al auto para llevar a su hermano.
Mientras tanto, Jungkook buscaba qué ponerse para estar en casa. Planeaba quedarse pegado a Hoseok cual garrapata.
Optó por otros pantalones holgados luego de la ducha y una remera grande color lila que tenía. El timbre sonó pronto y el azabache corrió escaleras abajo para encontrarse con su castaño.

—¡Goog-

No lo dejó terminar siquiera, porque lo abrazó tan fuerte empujándolo hacia dentro que el alfa simplemente optó por tomarlo entre sus brazos y guardar silencio. El omega lo olfateó de todos lados antes de restregar su cabeza a lo largo del alto cuello mientras soltaba ronroneos.

—Hobi hyung.

—Aquí estoy, mi vida.

El alfa se sentía encantado y lleno. Era la primera vez que llegaba a casa luego de días afuera y alguien lo recibía con los brazos cálidos y abiertos. Jungkook sin pensarlo liberaba dulces feromonas y el castaño sólo quería hundirse en ellas, hasta tener impregnado en todo el cuerpo el aroma de su omega.
Se separaron apenas. Sólo para besarse con ganas, como si no hubiera un mañana. Jungkook había extrañado esas manos grandes que se posaban sobre su cintura y Hoseok la forma en que el omega se encogía cuando le besaba como si fuese un dulce de chocolate.

—Te extrañé mucho —admitió el azabache casi ronroneando.

—Yo te extrañé incluso más. Dime, ¿qué tal si salimos por allí a comer una pizza italiana? Luego regresamos aquí y nos recostamos.

—Me agrada la idea, ¿me esperarías un poquito? —ladeó la cabeza, aún colgado del cuello del alfa, que le sonrió encantado antes de besarle en los labios.

—Ve, cariño. Tómate tu tiempo, no hay prisa.

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Alfismo- |Hopekook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora