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Hoseok despidió al omega con un beso en los labios cuando el auto estaba estacionado frente a la universidad. Se dejó besar un poco y luego bajó por su puerta para abrir la del omega y ayudarlo a salir. Una vez afuera, Hoseok cerró el vehículo y reparó entonces en la mirada del azabache, que tenía un mohín en los labios y el ceño fruncido.

—Ahí está ese auto de nuevo —reconoció mirando a la acera de enfrente.

Tercera semana y ese vehículo seguía acosando a su azabache cada vez que estaba solo lejos de casa. El alfa gruñó y se paró frente al omega para cubrirlo con la espalda.

—Descuida, nene, yo me quedaré aquí hasta que estés dentro.

Las manos grandes, huesudas y cálidas del alfa sobre las suyas se sentían bien y reconfortantes. Con una sonrisa, Jungkook asintió y se acercó al alfa para robarle otro beso rápido.

—Nos vemos en la noche, Hobi Hobi. Gracias por traerme.

—Sabes que no es nada, mi principito. Nos vemos en casa. Diviértete hoy.

Tras darse un fuerte abrazo, Jungkook se dio vuelta e ingresó en el gran edificio con su mochila en la espalda. Hoseok esperó a que entrara y se despidió otra vez con un movimiento de mano cuando el azabache se volteó a saludarlo junto a sus amigos. Y en lugar de subirse al auto de nuevo, disimuladamente cruzó la calle, mirando a ambos lados y con las manos en el bolsillo. Se acercó al vehículo negro, listo para poner en su lugar a quien sea que estuviera dentro, pero grande fue su sorpresa cuando descubrió que en el interior no había nadie más que un hombre mayor durmiendo en los asientos traseros.

El alfa, totalmente ajeno a la mujer pelinegra que le observaba desde una mesita de un bar, se enderezó y miró a ambos lados en un gesto algo disimulado, antes de acomodarse el traje y caminar de regreso a su auto.

—Basta, en serio, no somos nada —admitió por enésima vez Jungkook

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—Basta, en serio, no somos nada —admitió por enésima vez Jungkook.

—Bueno, a mí no me parece que los amigos —resaltó Yugyeom la última letra de forma exagerada— se coman así la boca.

—¿Tú crees? ¿Entonces por qué Jaehyun se come a Doyoung cada vez que lo ve? —preguntó Seokmin cruzándose de brazos, sentado sobre las piernas de su alfa.

—Pues, ¿así le gusta que lo saluden?.

—Yah, dejen al pobre Jungkookie tranquilo, si se enoja con nosotros Hoseok nos encerrará por el resto de nuestras vidas —comentó Mingyu, el omega alto pero adorable que se había unido al grupo al final.

Jungkook negó con la cabeza de sólo pensarlo. Hoseok nunca haría algo así, tenía un corazón tan grande que los dejaría libres al día siguiente.

—No lo creo, Hoseok hyung se ve muy dulce —admitió Minghao, ganándose un gruñido por parte de su pareja—. Yah, tú eres el único alfita en mi vida, amor —ronroneo para Seokmin, besándole en la espalda.

Alfismo- |Hopekook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora