Tanto en familias adineradas como en las de bajos recursos, las tradiciones se podían seguir apreciando a simple vista. El alfismo como sistema de organización del mundo que, según muchos, era por excelencia el más efectivo, había marcado el destino...
Joo-hyun despertó perezosa en aquella cama que no era la suya y al lado de la alfa que no conocía. La veía dormir y deseaba acostarse a su lado de nuevo hasta que los ojos se le abrieran. No podía negar que ese fue el mejor sexo de su corta vida, pero debía partir. Su lobo se negaba, pero su racionalidad ya estaba de pie fuera de la cama buscando sus prendas por la habitación. Cuando estuvo vestida, se quedó en el marco de la puerta admirando a la alfa y sintió ganas de llorar de nuevo. Salió de la habitación mordiéndose el labio sin querer mirar atrás.
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Hoseok rodó en la cama medio despierto para abrazar a su omega. Lo apretujó despacio y con cariño, antes de dejarle un ruidoso beso en el hombro.
—Buen día, mi amor —le dijo con esa voz ronca de todos los días, que a Jungkook le hacía estremecer.
El omega se rio apenas y con prisa volteó sobre su eje para abrazar al alfa y hundir su rostro en el pecho desnudo.
—Buen día, Hobi Hobi.
—¿Descansaste bien, cariño?.
—Más que bien, ¿y tú, alfa?.
—Siempre duermo bien cuando estás conmigo.
Jungkook se sonrojó emitiendo un ronroneo. El alfa se separó apenas para plantarle un beso en los labios, pero el castaño retrocedió apenas.
—¿Qué ocurre?.
—Es que yo… no cepillé mis dientes todavía.
—Oh, ven aquí —le rogó acercándole a su rostro por el mentón para besarle en los labios lento y perezoso.
Jungkook se sintió liviano, apenas y Hoseok comenzó a intensificar el beso con su lengua. Las mariposas en el estómago despertaron y sus manos fueron a la nuca del alfa. Se separaron con los labios húmedos y las mejillas calientes. Hoseok le acarició el mentón y Jungkook suspiró sin poder evitarlo, mostrando sus dientes de conejito. Le encantaba cuando el mayor le miraba así de profundo, le acariaba el rostro así de delicado y le decía que lo amaba así de suave, como si de un secreto se tratase.
—Hyung, ¿existen posibilidades de que tomes un día libre hoy?. No quiero estar solito otra vez —lloriqueó formando un puchero tierno.
—Bueno, es bastante temprano todavía, no veo porqué no avisar ahora mismo que hoy, es un día para mi Jungkookie.
Con una llamada, el alfa quedó a disposición del cariñoso omega azabache, que se lo comió a besos apenas colgó el teléfono.
—¿Y si dormimos un poco más, nene? Realmente sigo teniendo sueño.
—Sí, alfa. Descansemos un poco más.
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