CAPÍTULO 26

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Kenia

Mentiría si dijera que no me dolieron sus palabras, fue tan cruda, tan sin filtro que terminó quebrándome.

No podía reclamarle nada, fui yo la que se fue dando una explicación en un mísero papel, mi cobardía me había ganado en ese momento.

Tenía un pendiente hoy, tenía que hacer el live en donde anunciaba mi vuelta a las redes pero me dolía horrible la cabeza, beber hasta las cuatro de la mañana no había sido la mejor opción.

(...)

—No puedo, te juro que no puedo hoy Diego, estoy mala.

Llevaba unos diez minutos con él al teléfono, no me creía nada mi dolor de cabeza.

—Kenia, hablamos esto hace ya demasiado, está planeado para hoy, ¿de verdad quieres que me crea lo de tu dolor de cabeza? — estaba cabreado y lo entiendo, pero yo estaba con una jaqueca que me martillaba la cabeza y no daba más.

—Joder, me bebí hasta el agua del florero ayer por la noche, estuve hasta las putas cuatro de la madrugada llorando y bebiendo whisky que me he quedado dormida en el suelo de mi sala, ¿ahora entiendes mi dolor?

—¿Bebiste un día antes de tu regreso? — eso sólo lo había enfadado más — ¿Estás loca?

—No quiero discutir.

—Yo tampoco, pero tu poco profesionalismo me está sacando de mis casillas, Kenia.

—¿Tan siquiera sabes por qué lo he hecho? Antes de ser mi mánager eres mi amigo, Diego.

—Sabes que si lo soy, pero cuando se trata de trabajo yo no mezclo las cosas, y esto ha sido algo muy bajo de tu parte, espero que estés bien para mañana, porque si no lo anuncias a tu manera lo tendré que hacer yo y eso no te va a gustar, que estés bien.

Y me cortó.

Kim

Eran las 12 del mediodía del 1 de Diciembre, a punto de irnos a Europa.

No eran 3 adultos en un aeropuerto, era una adulta que claramente era yo con sus dos hermanos que parecían niños de preescolar.

—¿Me llevo un libro para colorear? Creo que me aburriré con ustedes dos en un avión.

Habla mi hermano mayor con un libro de la patrulla canina en las manos, se le veía fascinado en la sección de libros para niños.

—¿Entonces para qué vienes? — Stefanny, tan amorosa como siempre mi hermanita que estaba a mi lado buscando un libro del lado contrario a la sección de niños.

—Para pasar tiempo con ustedes, le he dicho a papá que era para cuidarlas pero sé perfectamente que lo pueden hacer solas, de hecho creo que ustedes cuidarán de mi. — se reía mientras seguía pasando las hojas de su libro para colorear, ¿de verdad lo compraría?

—Tan grande y tan tonto, de verdad, no sé cómo eres doctor.

—Tampoco te pases, soy muy inteligente y bueno en lo que hago pero mi niño interior sigue intacto.

—¿Quieren dejar de pelear, por favor? — me tienen harta — no me ha gustado nada, ¿llevarán algo? — Stef niega y Carlos muestra el libro de niños entre sus manos — ¿es en serio?

—¿Por qué no lo sería?

—Entonces busca colores, doctor inteligente, ¿lo quieres pintar con los dedos?

—Sería genial.

Dios mío, dame paciencia.

Esperamos a Carlos afuera de la tienda que se encontraba dentro del aeropuerto mientras buscaba sus lápices, fácilmente duró unos 20 minutos tratando de encontrar la caja de lápices adecuada.

hasta morir ; kimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora