CAPÍTULO 12

820 57 19
                                    

Kenia

Tuvo su primer sesión con Macarena y yo no podía estar más nerviosa, ¿qué tal si se sentía incomoda?, o tal vez no le gustó la forma de trabajar de Maca, o quizás se sintió presionada por mi ayuda.

Tantas suposiciones me habían revuelto el estómago, estaba ansiosa por saber cómo le había ido.

Me preparé la comida pero de los nervios ya se me había enfriado, sin exagerar, estuve 15 minutos observando un grano de arroz, pensando en la cita de Kim.

¿Y si le había gustado la psicóloga?

No la culparia, era muy guapa.

¿Y si a la psicóloga le había gustado Kim?

Sin duda, mis pensamientos no estaban de mi lado.

No podía más con la intriga, la llamé.

—¿Bueno? — me contesta, su tono de voz no es el más amigable.

—¿Kim?

—¡Kenia! Perdona, es que llevo 30 minutos atorada en el tráfico, te juro que odio esta ciudad.

Era tan divertido oírla enfadada.

—Si quieres te hablo cuando lleg...

—¡No! De todos modos sigo aquí parada, no creo que avance rápido.

—¿Cómo te fue con Maca? — pregunté con cierto nerviosismo, de todos modos, fue mi recomendación.

—Muy bien, la verdad. — sonreí ante esto — Me sentí muy cómoda con ella, no le conté todo porque claramente era la primera sesión pero a medida que pase el tiempo entraré más en confianza, supongo.

—¿Seguirás yendo? — estaba tan ilusionada, saber que Kim aceptó mi ayuda me alegraba muchísimo, por fin podría enterrar ese pasado de mierda que tuvo, que tuvimos.

—Claro, es la única manera de poder sanar.

Me quedo en silencio, sólo escuchando el claxon de los vehículos de fondo.

—Kenia.

—¿Si?

—Gracias, sin ti no me hubiera animado a nada de esto. Ni siquiera sé cómo agradecerte todo lo que haces por mí.

—Yo sí. — le digo con cierto tono de picardía.

—Ilumíname entonces, — reímos y vuelvo a escuchar el claxon de fondo. — Espérame un poco.

Esto último ya lo dijo bastante enojada, entendí el por qué cuando la escucho gritar.

—¡No eres el único en el tráfico, imbécil!, nadie quiere estar aquí, si fuera por mí ya hubiera salido de aquí, pero qué crees, ¡HAY UNOS 30 CARROS EN FRENTE MIO QUE NO SE MUEVEN, DEJA DE PITAR, IDIOTA!, ¿A TI TE REGALARON EL CARNET DE CONDUCIR QUE NO ENTIENDES?

Era brava.

—Quién diría que una pequeña mujer de 1,50 sería tan dura al volante.

—1,61 y la boca te queda ahí mismo. — tratando de parecer enojada, aunque conmigo no le salía.

—Estás algo estresada, ¿puede ser?

—Sólo puede ser, necesito quitarme estos tacones y comer helado toda la tarde.

—¿Y Joaquín?

—Se fue a la casa de sus abuelos, le dije que podía estar con ellos y apenas terminara la sesión lo iría a buscar pero decidió quedarse a dormir, al parecer no me extraña.

hasta morir ; kimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora