CAPÍTULO 25

474 38 29
                                    

Kim

Era Carlos, mi hermano.
Él se había ido de México hace mucho tiempo, se fue a Estados Unidos a terminar sus estudios en una prestigiosa universidad.

Una de las razones por las que se fue era Juan, no lo soportaba.
Siempre me dijo que era un mal tipo, que no confiaba nada en él y que sólo me haría sufrir como ya lo había hecho años anteriores, y no se equivocaba.

Explotó cuando se enteró que estaba embarazada de él, no soportaba el saber que cargaba con un bebé de él.

(...)

—Es que no lo entiendes, Kimberly. — nuestra conversación ya se estaba tornando algo problemática, los dos habíamos elevado el tono de voz.

—Entender qué, por favor, no puedo hacer nada al respecto. — Él no sabía que estaba bajo un contrato.

—¡Si que puedes!, — se levantó enojado de la mesa — ¡NO TE CUESTA NADA DEJARLO, KIMBERLY! ES UN IMBÉCIL QUE TE TRATA HORRIBLE, ¿CREES QUE NO ME HE DADO CUENTA DE LAS VECES QUE HAS LLEGADO CON MORETONES?

En múltiples ocasiones había llegado más maquillada de lo normal para que no se vea lo morado que tenía en los ojos producto de los golpes.

—Tienes mi apoyo, si lo dejas te prometo que te cuidaré como a nadie, Kimberly, — su tono de voz se había suavizado al ver que estaba derramando unas lágrimas — sólo me preocupo por ti, ese tipo es una mierda que no merece n...

—Estoy embarazada.

Pude ver la decepción en sus ojos.

—¿Qué? — retrocedió un poco.

—Tengo dos meses de embarazo.

Cerré los ojos y los abrí cuando oí el portazo, él se había ido.

(...)

Desde entonces, no lo veíamos.
Era como si se lo hubiese tragado la tierra, se fue sin más, tan sólo había dejado una carta en la que nos deseaba lo mejor, a mi y a mi familia, pero no quería estar presente mientras Juan siguiera en la familia, decía que no quería estar presente cuando termine muerta por culpa de él.
Y no lo culpo, fácilmente me pudo haber pasado eso.

Él no tenía idea de todo lo que sufrí, ni tenía idea de la amenaza de Juan, no sabía que él me tenía amenazada con hacerles daño a cada uno de ellos si me separaba de él, de haberlo sabido, estoy segura que él no me hubiese dejado, porque él siempre me ha cuidado, desde pequeña, y si nos dejó fue porque en verdad el tema con Juan De Dios lo había superado por completo, no le podía ver la cara sin tener ganas de golpearlo.

—No se queden ahí, por favor, díganme que me reconocen.

Por poco no lo hago, había cambiado tanto, estaba muy grande mi hermanito.

Tenía barba, no los tres pelillos que le salían de vez en cuando, esta era una barba espesa, de un hombre.

Estaba más corpulento, se notaba que iba al gimnasio, de México se fue como un palillo.

No podía creer que tenía a mi hermano a tan sólo unos metros.

La primera en correr hacia él fue mi hermana, Stefanny saltó sobre él y lo abrazó con todas sus fuerzas, pude escuchar los sollozos de los dos, siempre fueron muy unidos, en realidad, los tres éramos inseparables.

—No puedo creer que seas tú, — habló Carlos con lágrimas en los ojos — estás tan cambiada, hermanita.

En segundo lugar fue mi papá, que aunque parezca un roble, por dentro sé que es una masita, y sé lo mucho que extrañaba a su hijo, ¿quién no lo haría?

hasta morir ; kimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora