Prólogo

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Suspiré profundamente con melancolía

"Con qué así es cómo acaba, ¿eh?"

Diría que esos fueron mis últimos pensamientos antes de morir.

La fría lluvia caía mientras estaba inmóvil en el suelo, mi respiración cada vez se hacía más débil y siendo sincero, mi voluntad de vivir tampoco era muy grande. Simplemente estaba en un punto en el que todo me daba igual. No viví mal, tenía una familia normal, con amigos y gustos normales... En fin, una vida normal. Tampoco destacaba en nada, así que sentía que todo se volvía monótono, haciéndome sentir fuera de lugar, como si no encajara. Todos los días eran lo mismo. Ir a clase y perder el tiempo. Ya era la segunda vez que intentaba estudiar por hacer algo y perdía toda motivación posible. Después llegaba a casa y seguía perdiendo el tiempo, ya sea viendo series o jugando a videojuegos, como cualquier adolescente normal con sus 16 años.

Los días iban pasando sin que nada extraordinario ocurriese. Me aburría.

Mirando por la ventana, vi como se ponía a llover, no era una persona supersticiosa, pero los días de lluvia no me gustaban. Te mojabas, habían insectos y siempre me ocurrían desgracias; mis parejas me dejaban o coincidía siempre cuando debía ir a algún sitio en concreto.

Sonó la campana que indicaba el final de la clase.

Al levantarme, vino mi profesor mientras recogía mis cosas

- Oye, necesito que te quedes para hablar de unos asuntos, ven a la sala de profesores. - Me dijo el profesor con una mirada de cansancio.

Por su cara sospeché que no se trataba de algo especialmente bueno. Al fin y al cabo, era un día de lluvia.

La conversación fue la esperada, solo hablaba sobre qué iba a hacer con mi futuro. Mis notas eran aprobados, pero por los pelos. Sabían que no le dedicaba el tiempo suficiente, y más que una conversación de profesor a alumno, era un sermón largo y no era la primera vez que me lo daba. Como de costumbre, solo asentía y fingía en escucharle cosa que le molestó más.

Ya casi era de noche cuando salí de mi instituto, fuera seguía lloviendo y se me había olvidado el paraguas.

Iba corriendo poco a poco, refugiándome de la lluvia como podía, intentando no mojarme.

"Que fastidio"

- ¡He dicho que no! ¡Déjame en paz de una vez!

Me giré, parecía una pareja discutiendo, estaban justo en la acera de enfrente donde había decidido parar para refugiarme. Fingí no escuchar nada para no meterme en asuntos que no me incumbían.

El chico le agarró fuerte del brazo, impidiendo que la chica pudiera marcharse. Me ponía nervioso esa clase de personas, pero más lo hacía meterme en problemas, así que preferí irme de allí, a pesar de que la lluvia no había amainado. O eso es lo que tenía pensado hacer, hasta que escuché el sonido de un golpe. Esa basura golpeó a la chica. Me volteé hacía allí, a lo que él exclamó:

- ¡Qué miras, ¿eh?! ¡Vete a tomar por culo!

Me quedé inmóvil, ciertamente no los conocía, y a quien voy a mentir, no tenía ningún derecho a convertirme en un justiciero a estas alturas.

- Déjala hombre, se va a terminar resfriando. - Dije.

Estaba bastante cansado de ese día, todo me daba igual. Pero algo dentro de mi me pedía actuar.

- Vete si no quieres que te pegue una paliza, payaso. - Dijo vacilante el chico con los pantalones que se le caían y la camiseta de tirantes.

- ¿No tienes frio? Al menos refúgiate de la lluvia lejos de ella a ser posible. - Le contesté.

- Tengo una entrada para una paliza y te estás ganando una. - Dijo el chico molesto, mientras venía a por mi.

- ¡Por favor para! - le gritaba su novia.

Su tono no tenía nada que ver con el mío. Igualmente, aunque no quise encararme, me mantuve quieto en el sitio. El chico empujó a la chica, haciendo que se cayera al suelo en mitad de la carretera. Instintivamente reaccioné, yendo a levantarla. Pero antes de siquiera dar un paso, escuché un ruido muy fuerte y todo se volvió negro. Lo siguiente que recuerdo es estar en el suelo sin poder moverme.

Al parecer, pasó justo un camión, que al hacer una maniobra para esquivar a la chica, me dio de lleno.

La pareja echó a correr cogidos de la mano mientras el conductor les gritaba de todo.

"Podría al menos llamar a una ambulancia antes de eso..."

Y ahí estaba yo, tirado en el suelo. El conductor luego de estar un tiempo gritando y preocupándose por su camión llamó a urgencias, pero para mi desgracia era demasiado tarde.

"Para una vez que me metía donde no me llamaban y tenía que acabar así..."

Apenas podía sentir las gotas cayendo sobre mi cuerpo.

"Mi madre se pondrá muy triste."

Varios pensamientos cruzaron por mi mente. Hasta esbocé una sonrisa por lo que acababa de pasar.

Dicen que ves tu vida pasar frente a tus ojos justo antes de morir, pero lo único que podía hacer era aguantar el dolor como podía. Desconozco qué habrá después de la muerte, pero no tenía miedo, simplemente me encontraba en paz. Pero al final de todo, sentía arrepentimiento. Me hubiera gustado haber encontrado algo que me ilusionase y haber aprovechado algo más mi tiempo de vida.

"Quizás haber sido un héroe no hubiese estado mal"

"Con qué así es cómo acaba, ¿eh?"

Poco a poco empecé a ver como una luz blanca se acercaba a mí. Al parecer, sí que era verdad que cuando tu vida llega a su fin, ves una luz blanca preciosa y pura al final de una especie de túnel.

A Falling Dawn - El corazón de la diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora