Llegó esa época del año en que puedo estar en el pueblo, disfrutando igual que todo el mundo. Pero mi padre estaba realmente asustado.
No hace mucho que habían intentado asesinar y obviamente él prefería que celebrase el día de la Victoria y estuviese toda la semana en Palacio.
Intenté parecer serena todo el tiempo que pude, pero cuando me encontraba sola aún tenía algún ataque de ansiedad y pánico, hiperventilando sin parar, llorando sola. Tal y como me ocurrió en la academia.
Habían pasado ya dos días desde que empezó la fiesta y estar encerrada no me ayudaba.
"¿Esta será mi vida de ahora en adelante?"
Los pensamientos negativos invadían mi cabeza. Pero no quería acabar así. El segundo día no pude ni salir de la habitación y este día iba por el mismo camino.
Lea me avisó que me tenía que preparar, que tenía una visita. Intenté convencerla de que se inventase una excusa, que no me apetecía ver a nadie. Pero no funcionó.
Me preparé y fui a la sala del trono, donde se encontraba mi padre.
— Su alteza, siempre es un placer verle.— Escuché desde fuera de la sala.
— Hijo, no me llames así es raro, después de todo soy tu tío. — Le contestó mi padre.
Por esa respuesta supe que la visita, se trataba de mi primo, Lucas.
Mi padre me vio entrar al salón.
— Oh Daiana, por fin estás aquí. — Dijo mi padre.
Salude a mi padre con la cabeza.
— Lucas. — Dije para después saludarle haciendo una reverencia.
— Daiana. — repetía el saludo que le hice con otra reverencia.
Lucas y yo no es que nos lleváramos mal, pero desde que se empezó a distanciar, la confianza que nos teníamos de pequeños desapareció y sigue igual hasta el día de hoy.
Nunca supe porque fue, pero me hacía una idea, la muerte de su madre fue el mismo año que el de la mía.
No supe más de él después de eso hasta después de un tiempo.
— ¿No has ido al festival? — Me preguntó Lucas.
— No... — le dije cabizbaja.
A lo que Lucas me miró extrañado.
De pequeño íbamos todos los años al festival, llamando la atención de todo el mundo. Participábamos en todos los puestos y yo siempre le ganaba.
En ese momento entró Kharl al salón queriendo hablar con mi padre. Así que mi padre nos pidió que nos fuéramos a pasar el día juntos.
— Entonces, ¿a qué has venido? — Le pregunté sentada en el jardín, rodeada de las flores que tanto me gustaban y tranquilizaban, dándole la espalda y sin mirarle en ningún momento.
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A Falling Dawn - El corazón de la diosa
Fantasi¿Qué hay después de la muerte? Eso se pregunta nuestro protagonista mientras está a punto de morir. En un giro de los acontecimientos, renace en un mundo muy diferente al suyo, en el que descubre que la magia y otros seres de fantasía existen. Y de...