Kharl y yo nos detuvimos en Halifax, una ciudad que se encontraba al lado de la capital y tenía la academia de magia. Allí, aprovechamos para ducharnos, descansar y recuperarnos un poco de nuestro viaje. Antes de irnos a dormir le pregunté a Kharl sobre mi tío.
— Kharl, ¿quién era mi tío? — pregunté sentado en mi cama mirándole mientras él estaba fumando en la ventana. — Esta espada suya absorbe el elemento que quieras usar y lo potencia.
— Una espada mágica muy fuerte, pero sin filo apenas.
— Bueno, ya sabes todo lo que tuve que pasar para que no tenga casi filo... Oye, no te desvíes del tema. ¿De qué conoces a mi tío y que sabes de él?
— Tu tío fue un gran guerrero pese a ser afín a la luz. Nos lideraba con una sonrisa en el rostro y con un carisma inigualable.
— ¿Nos? —Pregunté sorprendido.
— Sí, fui un soldado real junto a él. Los dos combatimos codo con codo y vivimos todo tipo de aventuras. Éramos muy amigos del rey, y pese a que yo era mejor por mi afinidad al fuego, él tenía madera de líder y siempre conseguía salir adelante. Hasta que llegó ese fatídico día... - dijo suspirando el humo de su tabaco cabizbajo. —Cuando Iyathe declaró la guerra a todo el continente, Bruce fue demasiado buena persona. Tuvo que matar en nombre de la diosa y para proteger al rey. Pero en su rostro mostraba tristeza. En mitad de un combate en el norte, dijo que iría a ver como se encontraba uno de los pueblos de las cercanías. Como estaba tardando demasiado, fui con un pequeño escuadrón y nos encontramos con que todo el pueblo había sido masacrado. Las pocas personas que aún quedaban vivas nos dijeron que había sido culpa de Bruce antes de morir desangrados. Pero no encontrábamos a Bruce en ninguna parte, revisamos entre los escombros, en las casas, en el bosque, nada. — dijo Kharl apretando fuertemente la mano donde no tenía el cigarro en forma de puño. Suspiró dejando salir humo y continuó. — Y fue al llegar a la plaza del pueblo que lo encontramos. Muerto, clavado en su propia espada. En cuanto lo descubrimos, uno de mi escuadrón se fue a contar la traición que cometió tu tío.
Solo pude quedarme en silencio.
— Tu tía Isabel únicamente sabe lo que le contaron. La espada la recogí yo y se la entregué a su hermana, tu madre. Ella cree que fue una trampa tendida por Isabel y el Duque, por envidia del Duque ya que no tenía el control total del ejército.— tragué saliva nervioso, me costaba creerme una historia así— Nadie sabe aún por qué lo hizo, yo sigo creyendo que debió tener algún motivo. —Se puso a mirar por la ventana mientras dejaba salir el humo del cigarro, para apagarlo y encenderse otro. Estaba inquieto por saber qué era lo siguiente que me diría- Un poco más tarde de eso dejé el ejército para abrir mi taberna. El ejército se dividió en el ejército real, que solo hacía caso al rey y el ejército de la región con total control para el Duque Marcus después de mi retirada. Tiempo después, el rey en persona contactó conmigo para que investigara el reino, y aquí estamos ahora.
— ¿Y por qué tenía una espada tan poderosa?
— Llegó un día con esa espada nueva diciendo que se la regalaron, pero nunca lo vi usando otros elementos, así que nadie lo sabía. No puedo decirte mucho más, eso es todo lo que sé.
— Ya me has contado bastante. Muchas gracias... de verdad.— Le dije sin poder verle a la cara, cabizbajo y con las manos un poco temblorosas.
— Y ahora duerme, mañana será un día duro. Hay que hablar y decidir qué hacer con toda la información que tenga Daiana.
— Si.
"No me ha dicho nada sobre una niña que salvó mi tío como me contó mamá. Aquí hay cosas que no encajan"
ESTÁS LEYENDO
A Falling Dawn - El corazón de la diosa
Fantasy¿Qué hay después de la muerte? Eso se pregunta nuestro protagonista mientras está a punto de morir. En un giro de los acontecimientos, renace en un mundo muy diferente al suyo, en el que descubre que la magia y otros seres de fantasía existen. Y de...