Capítulo especial navideño: Agradecimientos

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Probablemente me encuentre ante el mayor peligro que me ha tocado enfrentar. Ni siquiera mi enfrentamiento con el dragón fue tan peligroso.

— ¡AAAAAAAAAAAAGH! — grité con las manos en la cabeza y despeinándome.

— Earin, ¿estás bien?— Me preguntó Daiana, quien se encontraba comiendo a mi lado y había pegado un brinco por culpa de mi grito.

— Pronto será el Día de la bondad y no sé qué regalarle a mi hermana.

El Día de la bondad, así se hacía llamar por aquí lo que yo conocía como Navidad. Me sorprendí lo similares que eran estas festividades a las de mi mundo. Este día se celebraba en honor a la diosa, que con su gran amor y bondad hacia nosotros, nos creó este mundo tan bonito. Era debido a esto que nosotros debíamos tomar ejemplo y ser iguales a ella y demostrar nuestro amor y bondad a nuestros seres queridos.

Volviendo a lo de antes, ese día me encontraba ante el mayor peligro de todos los años: encontrar el regalo que más le pudiera gustar a mi hermana pequeña Eleanor.

— Tranquilo Earin, siempre has podido regalarle algo— comentó mi madre mientras le servía una taza de té a Daiana.

— Este año es muy diferente, mamá. De verdad que no sé qué es lo que quiere. Incluso pasa más tiempo con Jack que conmigo cuando volvemos— terminé con tono triste mientras miraba por la ventana y se encontraba a Jack jugando en la nieve con Eleanor.

— ¿Por qué no vas a jugar con ellos?— preguntó Daiana.

— Verás Daiana, antes de que llegaras, cuando Jack y Earin entraron Eleanor saltó a saludar a Earin, pero cuando vio a Jack casi que lo tira al suelo y lo apartó para saludar a Jack. Y luego, cuando Earin le preguntó si quería jugar con él, le respondió que no y se fue a jugar con Jack— dijo mi madre riéndose un poco.

— Por eso me lo encontré con la cara encima de la mesa cuando llegué... —Siguió Daiana. — Venga vamos a pasear por la capital para buscar un regalo. Te ayudaré. — Cuando Daiana me sonrió en ese momento, pensé que estaba viendo un ángel.

— Eso eso, aprovechad. Yo les distraeré.— dijo mientras le guiñaba el ojo a Daiana.

No recuerdo cuando ellas dos se hicieron tan cercanas, pero después de eso, Daiana me arrastró de ahí.

Caminamos por la capital intentando mirar las diferentes tiendas, pero todo el mundo quería saludar y hablar con Daiana.

Era obvio que este problema se iba a presentar tarde o temprano. Daiana después de un rato se dió cuenta y me arrastró al interior de la tienda. Pilló ropa me hizo cambiarme, pagó por ello y salimos.

— Con estos disfraces... no se darán cuenta... de quiénes somos...— decía Daiana intentando aguantar la risa.

El disfraz que me había elegido era un traje rojo y blanco y unas gafas con bigote y nariz de payaso. Por su parte, ella se pilló un vestido rojo con una máscara de zorro.

— Eso no es justo, Daiana— me quejé.

Daiana solo se rio y fuimos a ver un montón de tiendas para comprar los regalos.

Invitamos a Daiana y decidimos hacer unos cuantos regalos para todos. Había pedido permiso en palacio para pasar el Día de la Bondad con nosotros. Luego tendría que volver a palacio para pasar un tiempo con su padre antes de volver a la Academia.

Cuando tuvimos todos los regalos, ya había atardecido. Volvimos a casa con el cielo de un bonito color anaranjado. Al abrir la puerta el olor a pastel de chocolate nos invadió.

A Falling Dawn - El corazón de la diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora