Capítulo 3: La prueba

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Me desperté después de haber estado toda la noche pensando en aquella conversación con la princesa Daiana. Era muy pronto y yo no había conseguido pegar ojo. Había quedado con Kharl al amanecer, y por el color del cielo que se veía por la ventana indicaba que no debería faltar mucho para que me viniera a buscar, así que me preparé y esperé a Kharl.

Tocaron la puerta.

— Earin, ¿estás despierto?

— Sí, ahora salgo.

Respiré profundamente, me levanté y salí de la posada.

— ¿Has podido descansar? — Me preguntó.

— No mucho.

— Bueno, tenemos un largo viaje así que aprovecha para descansar en el carruaje.

— Está bien.

Caminamos un rato por la capital, pese a ser tan pronto ya se veía a la gente prepararse para un nuevo día de trabajo.

"¿Cómo se despertarán sin alarma?"

Kharl se paró enfrente de una tienda, cuyo cartel decía: "Herrería del Mar".

Entramos. Había un montón de armaduras, escudos y armas de todo tipo y tamaños expuestas por toda la tienda. 

— ¿Estás ahí, grandullón? — Dijo Kharl

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— ¿Estás ahí, grandullón? — Dijo Kharl.

"¿Grandullón?"

— Aquí estoy, calvo. ¿Qué es lo que necesitas esta vez? — Contestó alguien dentro de la sala, mientras salía para vernos.

"Es enorme"

El sobrenombre de grandullón se quedaba corto para definirle. Medía uno tres metros y era muy musculoso, tenía los ojos verdes y el pelo castaño. Era gigante y a simple vista no podía decir si simplemente era muy grande o era un gigante.

— Quiero que me des lo mejor que tengas para mí y para el chico y también quiero que veas si puedes reparar esta espada lo más rápido posible.

— Déjame ver. — El gigante se acercó y sus manos agarraron la espada. Se puso a observarla con mucha atención. — Dadme media hora.

Se llevó la espada adentro y se empezaron a escuchar ruidos de máquina. Me encontraba algo nervioso por si la rompía. Mientras que Kharl, por el contrario soltaba algún que otro bostezo.

— Después de una hora, el herrero volvió con algunas cosas que recogió Kharl.

— Gracias, John. —Dijo Kharl

— ¿Para qué necesitas tantas cosas? — Preguntó John.

— Vamos a ir a por el corazón de la diosa. — Le respondió Kharl con un tono serio.

— Ya veo, bueno beberé una botella sobre tu tumba en tu honor. — Bromeó John mientras se reía.

— Que gracioso.

A Falling Dawn - El corazón de la diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora