Oscar
Después de unos eternos veinte minutos consigo calmar a Lola. Está sentada a los pies de la cama, recuperando la respiración mientras solloza. Supongo que es el resultado de llorar a lágrima viva.
—Lola.
Ella me mira, tiene la nariz roja y los ojos se le han puesto más verdes aún.
—Ya, cálmate, necesito que me cuentes qué pasa con ese tipo —digo señalando la puerta cerrada.
—Está... bien —dice ella con sollozos de por medio—. Pero para entenderlo tengo que contarte todo desde el principio.
Lola
Recupero mi respiración, tomo aire y empiezo mi relato.
—Tenía 4 años cuando llegué a Nuevo México, mi madre tenía un hermano que ya vivía en el estado y se las ingeniaron para que todos viniésemos a Estados Unidos. Mi tío había conseguido una pequeña casita para nosotros. Constaba de una cocina/comedor no demasiado grandes y un saloncito al cual accedías a través de un arco que había en la pared del comedor, realmente podías ver toda la casa desde la cocina. A excepción de las 2 habitaciones que estaban en la segunda planta al igual que el baño.
»Al principio nuestra vida era simple, mi papá abrió un pequeño taller, bueno, "taller". Recibía a sus clientes (nuestros vecinos) en el garaje y arreglaba sus monovolúmenes familiares. Pero eso le quedaba pequeño. A él le gustaban los coches clásicos, le encantaba buscar piezas raras y arreglar lo que ya nadie creía que tenía salvación. —Río triste al recordarlo, Oscar me mira con compasión—. Se llamaba Julio, Julio Guerra Salazar.
»Mi madre se llamaba Teresa, Teresa Mendoza Guerra. Por eso me gusta mi apellido, lo tenían los dos. Mi mama se ganaba la vida limpiando casas de las señoras que trabajaban o de los abuelos que ya no podían hacerlo por ellos mismos. Pero lo que verdaderamente le gustaba era cortar el pelo. Su sueño era tener su propia peluquería —río otra vez— me pregunto si por eso Güerita me da tanta ternura.
»Después de ahorrar durante unos años, pudo comprar instrumental profesional para ello. El caso es que corrió la voz de que arreglaba el pelo entre las mujeres para las que trabajaba y pronto tuvo toda una cartilla de clientes, a los que atendía en el comedor de casa, junto a la cocina, donde el lavamanos hacía de lavacabezas, y yo, con 8 años, estudiaba y preparaba café para las señoras. A veces, cuando no tenía tantos deberes, barría el suelo para que los cabellos no se acumularan. Con este trabajo consiguió la cantidad necesaria para permitirse una secadora de pelo que instaló en un rinconcito del salón. En definitiva le iba bastante bien el negocio. A pesar de eso nunca dejó de limpiar casas.
—Vaya, eran trabajadores —dice Oscar con una sonrisa triste.
—Sí, venían persiguiendo una mejor vida. Ya sabes, el sueño americano —digo en tono burlón y girando los ojos.
Oscar me mira con una sonrisa, pero noto algo de pesar en su mirada. De todos modos decido seguir con mi historia.
—Como te iba diciendo, el taller de mi papá empezó en el pequeño garaje de la casa, lo que me encantaba, podía corretear alrededor y hacerle mil preguntas sobre todo. Aún recuerdo el olor a grasa de motor y goma de neumático que siempre reinaba en el aire. Sin embargo él olía bien ¿sabes? Como a colonia y... sol, por ridículo que suene.
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Welcome to the block | 《Oscar "Spooky" Diaz》
FanfictionAcababa de llegar al barrio en busca de una nueva vida, pero no contaba con que él formara parte de ella, poniéndolo todo patas arriba. Lola solo busca otro comienzo, lejos de su pasado, en un lugar donde poder llevar mejor vida, sin embargo, se ver...